La sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba es nuevamente escenario de Acosta Danza. Hoy comienza una temporada que tiene como eje temático los sueños, las aspiraciones, los desafíos, las dificultades y la capacidad de resistencia de los cubanos. La reafirmación de una identidad, al decir de la directora artística de la compañía, Yaday Ponce.
Bajo la dirección general del primer bailarín Carlos Acosta, las funciones de 100% cubano se extenderán hasta este domingo 30 de enero, y son el regreso a escena de la compañía, luego de un año de relativo alejamiento del público por la pandemia de la COVID-19.
El plato fuerte son dos estrenos mundiales. Liberto, de Raúl Reinoso, es un canto a la libertad desde las peripecias de un cimarrón. La obra cuenta con partitura original de Pepe Gavilondo, diseños de vestuario de Alisa Peláez y luces creadas por Yaron Abulafia.
El otro estreno mundial es Híbrido, coreografía de Norge Cedeño, con música original de Jenny Peña y Randy Araújo, vestuario diseñado por Celia Ledón y escenografía y luces también de Yaron Abulafia. Se trata de una reflexión sobre el espíritu de resiliencia de los cubanos.
Completan el programa obras significativas del repertorio de la compañía: Paysage, soudain, la nuit, del sueco Pontus Lidberg, que es una recreación del espíritu cubanísimo de la rumba desde una inspirada estilización; Impronta, de la española María Rovira, otra visión de ciertas esencias de la cultura tradicional; y para cerrar, De punta a cabo, coreografía a partir de la original de Alexis Fernández (Maca), que viene siendo una celebración de mucho de lo que identifica a este pueblo.
Esta temporada será también la presentación al público de la primera promoción de bailarines de la Academia de la compañía, que desde ese momento formarán parte del elenco.
Muchas razones para asistir a presentaciones consagradas a una cultura en permanente diálogo con el mundo.