El melodrama tiene sus reglas. Y las reglas no hacen ni mejor ni peor a ningún género. Pero muchos prejuicios ha habido con el folletín de la radio, que ha llegado a ser considerado hasta un subproducto cultural. Y claro, esto puede asociarse a la calidad de muchas radionovelas, a lo largo de la historia, que casi tocaron fondo por su simpleza, por el mal gusto, por el exceso de almíbar. Aunque, y esto es importante, fueran productos perfectamente funcionales. O sea, importantes segmentos del público, las disfrutaban.
La radionovela en Cuba, después de la Revolución, experimentó una especie de superación cultural, muy a tono con el espíritu de una época. Pero, al mismo tiempo, en alguna medida se negaron ciertos códigos, ciertas fórmulas del melodrama que justamente aquí, entre nosotros, se habían consolidado décadas atrás.
Pero hay un escritor de radionovelas que ha demostrado que el folletín radial no es un género menor, que se puede lograr una obra de altura, con honduras intelectuales y claros referentes culturales, sin traicionar las esencias de toda la vida, el abc del folletín radial. Ese escritor es Joaquín Cuartas, que es desde hace mucho, uno de nuestros clásicos.
En la década de los noventa logró lo que en su tiempo había logrado el inefable Félix B. Caignet: paralizar a hogares y centros de trabajo a una hora determinada, para escuchar la radionovela del momento. Sus creaciones para el espacio Tu novela de amor, en Radio Progreso, significaron en buena medida la reivindicación de un género. Y lo mejor, lo hizo desde una probidad cultural que evitó clichés o simplificaciones. Más bien, jugó con esos clichés, resignificó muchos de esos caminos trillados.
Joaquín Cuartas asumió el melodrama en la radio con un espíritu ciertamente lúdico. O sea, nos decía y nos sigue diciendo: esta historia que te estoy contando no pretende ser realista, este es un juego de contrarios, una lidia entre héroes y villanos, un cuento de hadas para adultos. Y sin embargo, cuánta poesía, cuántos niveles para el análisis, cuántas innovaciones formales. La más interesante es la del narrador mismo, al que convirtió en una especie de conciencia colectiva, que al mismo tiempo interactúa con los personajes, como si fuera uno más, rompiendo ese distanciamiento que ha primado siempre en las radionovelas clásicas.
Pero lo más interesante es la apuesta por una historia. Lo más importante para Joaquín Cuartas es contar con un argumento sólido, que permita prodigar peripecias y garantizar muchos puntos de giro. Una radionovela suya siempre reserva sorpresas.
Alguien le pidió en algún momento a Joaquín Cuartas que escribiera telenovelas y él se negó, porque asumió siempre que su espacio era la radio. Lo sigue diciendo: la radio es mucho más fiel a lo que uno sueña.