Este hombre que sonríe junto a la bailarina Viengsay Valdés es uno de los grandes del ballet universal. Fue un bailarín destacado; es hoy un maestro de referencia y uno de los coreógrafos que marcaron el devenir del ballet universal en las últimas décadas.
Las grandes compañías del mundo le han abierto sus puertas. Sus piezas han sido escenificadas en célebres teatros. Y estrellas internacionales de la danza (entre las que se cuenta el cubano Carlos Acosta) le han agradecido su magisterio.
Y ahora, durante su estancia en este país, huésped del Ballet Nacional de Cuba (hace unos años había llegado invitado por Acosta Danza), ha derrochado una simpatía, una naturalidad y un entusiasmo que han contagiado a bailarines y técnicos de la emblemática compañía cubana.
Ben Stevenson, Oficial de la Orden del Imperio Británico por sus grandes aportes al arte de su nación, es un hombre afable y accesible. Y en el salón de ensayo alcanza la definición mayor su vocación pedagógica.
Viengsay Valdés, directora del Ballet Nacional de Cuba, lo ha comparado con dos figuras esenciales de la historia universal de la danza (cubanos, para orgullo de los que aquí viven): Alicia y Fernando Alonso.
Según Prensa Latina, Valdés estableció una similitud en la forma de corregir, destacando siempre la interpretación, buscando los matices y la honestidad del intérprete en su baile. Es la impronta de los grandes maestros, que no se conforman con enseñar los pasos: quieren alumbrar el sentido que los anima.
La visita a Cuba de Stevenson entronca con uno de los empeños de la actual dirección del BNC: explorar nuevos repertorios que enriquezcan el espectro del colectivo danzario, sean cauce para las potencialidades del elenco y diversifiquen los discursos coreográficos.
Y lo principal: el Ballet Nacional quiere ofrecerle al público obras de reconocimiento mundial.
Viengsay Valdés lo tiene claro: es preciso traer a grandes maestros como Stevenson a la audiencia cubana para que pueda apreciar y admirar su trabajo y también a los artistas, porque un bailarín que no tiene un buen coreógrafo de fondo no llega a ser tan versátil como debería —explicó a Prensa Latina.
Stevenson es actualmente el director artístico del Texas Ballet Theater, pero mantiene estrechos vínculos con Gran Bretaña, su país natal.
De hecho, uno de los frutos de su colaboración con el BNC será el estreno de Los corceles de la reina, pieza concebida para celebrar el Jubileo de Platino del 70 aniversario de la monarquía de Isabel II de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
La coreografía, de singular visualidad, parte de una célebre partitura de Amilcare Ponchielli, lo que de antemano establece un homenaje a la gran tradición del ballet.
Y no será la única propuesta: también se bailará la versión del Esmeralda pas de deux, Tres preludios y Mozart requiem, creaciones que han sido montadas por varias compañías del mundo.
Pero Stevenson las ha donado generosamente a la compañía cubana, en un acto que Viengsay Valdés ha considerado bello y altruista, al tratarse de coreografías de un elevado e impresionante proceso creativo.
A los bailarines del BNC se suman como invitados Valentín Batista y Henry Winn, en una temporada que comienzan este viernes en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional y que ocupará dos fines de semana.
Con este espectáculo se festejan los 120 años de las relaciones diplomáticas entre Reino Unido y Cuba.
Se contará con música en vivo interpretada por el Coro del Teatro Lírico Nacional y la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
Stevenson está encantado con los bailarines cubanos. En recientes declaraciones a la prensa los calificó de fabulosos y buenas personas, y reconoció su calidad profesional, «su desborde de entrenamiento e inspiración».
La fiesta de Ben Stevenson y el Ballet Nacional de Cuba comienza en La Habana. Y todos están invitados. Todavía se pueden adquirir entradas en las taquillas del teatro.