La directora y primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC), Viengsay Valdés, busca en cada movimiento el equilibrio: entre legado y renovación, entre despacho y escenario, entre el alma clásica de la institución y su afán por abrirla a nuevas tendencias.
En una entrevista a EFE con motivo del 75 aniversario del BNC, Valdés avanza que no tiene previsto colgar las zapatillas de punta en un futuro próximo, que le queda “mucho por hacer” en la compañía y que “le encantaría” versionar una coreografía.
“Es un momento histórico para mí, especial, emocionante, porque estar al frente de la compañía es una gran responsabilidad. Es algo que me compromete mucho y siento que tengo que dar aún más por todos ellos”, dice en referencia a la histórica terna que puso en marcha el BNC: el maestro bailarín Fernando Alonso, la prima ballerina Alicia Alonso y el coreógrafo Alberto Alonso.
Valdés habla del “orgullo del pasado”, “de la historia” y del “legado” de la compañía, así como del “honor” que sienten las actuales generaciones de continuar “con la tradición, con el desempeño del sueño que tuvieron” los fundadores del BNC.
Asegura que “ha sido muy difícil mantener siempre ese nivel tan alto técnico-artístico”, pero considera que se ha logrado “gracias a la exigencia, empeño, constancia, a la entrega de tantas generaciones de bailarines”.
Ahora, con la grave crisis económica que padece Cuba, señala que los retos son aún mayores, por las dificultades financieras para sacar adelante proyectos y por la marcha de bailarines cada vez que el BNC sale de gira internacional. Sin embargo, Valdés subraya que esto no les ha frenado.
“Entendemos los motivos, ya sean personales o profesionales”, para abandonar por “un mejor contrato o una superación artística”, dice la directora del BNC, que prefiere “enfocarse” en los que se quedan, porque son “la continuidad y el futuro”.
Reconoce que entre los momentos más difíciles del BNC se encuentran épocas como la actual, en la que “muchos bailarines” dejan la compañía, aunque asegura que es “increíble” cómo la institución “se repone” y “se refuerza” con la alimentación “directa” de su escuela.
Impronta
Tras tres años al frente de la BNC, reconoce la “gran responsabilidad” y el “gran compromiso” que supone suceder al frente de a la institución al referente internacional que fue Alicia Alonso. Pero destaca también las oportunidades que conlleva el puesto.
Desde la dirección puede “dar un aporte” desde su “visión como primera bailarina”, dejar su impronta gracias a sus casi 30 años de experiencia en el BNC.
“Eso me hizo ver en algún momento algunos errores y qué quería yo decir, como ‘esto se puede hacer mejor’ o ‘me hubiera encantado que lo hicieran de esta manera’, y (ahora) trato de llevarlo a la práctica”, señala.
“Siempre quise traer a reconocidos coreógrafos internacionales que pudieran darnos a nosotros esa capacidad de diversidad en nuestro repertorio, que siempre ha existido, pero que yo siempre quise actualizar en estos últimos años”, explica la bailarina.
Encabezando una institución conocida a nivel internacional por su clasicismo, Valdés subraya sin embargo la importancia de renovarse: “Es muy necesario que nosotros nos actualicemos. Debemos expandirnos”.
“Podemos hacer un gran clásico como El lago de los cisnes, que es uno de los más famosos interpretados por el BNC, como podemos hacer un programa bello, neoclásico, como la séptima sinfonía de Bethoveen”, apunta.
Legado
A nivel personal, la directora del BNC también tiene planes. “Me queda por hacer quizá una coreografía versionada por mí, de algún clásico o de una creación diferente. Aún no tengo el tiempo, pero me encantaría dejar ahí un legado”, señala.
Pese a las dificultades para compaginar sus funciones asegura que no tiene fecha para abandonar el escenario: “Sólo el tiempo lo dirá”.
“Es una gran decisión estar aún manteniéndome activa, pero considero que llegará el momento en que deje de bailar y me dedique a la parte de la dirección totalmente. Pero mientras pueda hacerlo me encantaría seguir bailando”, asegura Váldés.