Hace siete años, un día como hoy, 30 de abril, La Habana era la capital mundial del jazz. La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) dejó muy claras entonces las razones para celebrar en la capital antillana el más libre y expresivo de los estilos musicales:
«Ciudad natal de renombrados directores de orquesta, como Mario Bauzá y Frank “Machito” Grillo, La Habana y, de forma más general, la pujante cultura musical de Cuba, dieron lugar al movimiento del jazz afrocubano, inspirado en una mezcla prodigiosa de culturas y pueblos de toda la región. El jazz cubano es una lección de diversidad creativa que resuena en lo más profundo de la Unesco».
Desde su proclamación en 2011, el Día Internacional del Jazz no solo busca reconocer y difundir el poder del jazz, su importancia como expresión artística, sino también fomentar la comunicación y el entendimiento entre culturas a través de su lenguaje universal.
Nacido en las entrañas de la sociedad americana a finales del siglo XIX, el jazz se ha convertido en un símbolo de libertad y creatividad, un espejo de las transformaciones sociales y culturales a través del tiempo. Aunque surgió en las comunidades afroamericanas de la región de Nueva Orleans, la ciudad resultaba un escenario variopinto, así que el jazz se nutrió de influencias múltiples que incluían la música africana, el blues, el ragtime y la música clásica europea, fusionando estos elementos en un estilo musical rico y complejo.
Gracias a su capacidad para transmitir emociones, improvisar y conectar con el público, el jazz ha sido un vehículo para la integración y la lucha contra la discriminación racial y social. Grandes figuras como Louis Armstrong, Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Miles Davis o John Coltrane contribuyeron a popularizar este género musical y a llevar su mensaje de igualdad y libertad a todas partes del mundo. La música de estos y muchos otros artistas no solo desafiaba las normas establecidas, sino que también ofrecía un mensaje de esperanza y resistencia.
El Día Mundial del Jazz reúne año tras año a comunidades, escuelas, artistas, historiadores y entusiastas del jazz en todo el mundo, para subrayar la necesidad de fomentar el diálogo intercultural a través de la música. En este sentido, la fecha no solo celebra la creación en sí, sino también honra a quienes contribuyen a su evolución y a su enseñanza, garantizando que esta forma artística siga viviendo y renovándose con cada generación.
Este es un reto cada día más presente en la escuela cubana, y no solo me refiero al sistema de enseñanza artística, donde se ha graduado la mayoría de los genios que hoy dejan boquiabierto al mundo con sus ejecuciones, sino a esa manera de hacer música que está en la calle, en los bares, en las reuniones de amigos, en la vocación de la gente.
Nuestro show man, Bobby Carcassés, fundador de un festival tan reconocido como el Jazz Plaza, expresó en una entrevista que publicamos en 2017:
«El movimiento del jazz joven en Cuba se puede ver a través de los logros del Jojazz, en donde se revelan los verdaderos talentos cubanos, paralelos al los talentos que existen en el deporte como Stevenson, Juantorena, Sotomayor, Ana Fidelia, talentos naturales que se dan en Cuba, y así mismo pasa en la música, nada más tenemos que peinar: Bola de Nieve, Rita Montaner, Lecuona, Caturla, Roldán, Benny Moré, en fin..., y así mismo, esos talentos se ven en los instrumentos y en el canto también. Hay cantantes de jazz como Zule Guerra, por ejemplo, que sale de ese movimiento, y César López, Yasek Manzano, Michel Herrera, y te puedo decir que desde todos los países del mundo, toda la gente que viene aquí se queda sorprendida con la calidad de los músicos cubanos, porque el músico cubano se forma en las escuelas de arte nada más que con la música sinfónica, música de concierto y música culta, estudia el jazz y no estudia la música popular cubana, sin embargo, lo domina a la perfección, porque eso viene ya en la sangre y lo siente la gente que nos ve fuera de Cuba».
Y sí, hay jóvenes que salen a probar suerte por el mundo, pero tantísimos regresan a reconectarse con La Habana en espacios como el propio Jazz Plaza; entre ellos, el virtuoso pianista y compositor Roberto Fonseca, quien nos confesó durante la pasada edición del evento: «Es un orgullo para mí ser el director artístico general del Festival. Estamos logrando que el jazz cubano siga dando de qué hablar y que la gente se acerque muchísimo más».
El jazz cubano, tal cual lo llamó sin dudas Fonseca y lo confirma Bobby: «Claro, si tenemos en cuenta que las raíces son comunes: los negros esclavizados que fueron a Estados Unidos y se fusionaron con el blanco allí y a través del espiritual, de los blues, dieron origen al jazz, y aquí en Cuba, con los españoles, el africano esclavizado, sucedió lo mismo. Nuestra música es infinita y, además, en Cuba hay mucha tradición del jazz».
Esa, la tradición nuestra y, por supuesto, la de Nueva Orleans, donde todo comenzó; los acordes y notas que en el mundo mantienen al jazz vivo y vibrante, los celebramos este 30 de abril, Día Internacional del Jazz.