El Décimo Mundial Poético de Montevideo desplegó poetas por barrios de esta capital, entre ellos la cubana Giselle Lucía Navarro, para quien la poesía de su país se adapta y goza de buena salud.
En el medio La Diaria, que circula aquí, la describieron como “increíblemente prolífica a pesar de su juventud” (Artemisa, 1995).
Tal opinión la confirman sus libros y premios, aunque pretenda bajarle tono en conversación con Prensa Latina.
“Tal vez sea porque me desenvuelvo en varios géneros literarios. Además de mi carrera como artista visual. He publicado varios libros en los últimos tres años y algunos han sido premiados”, resumió.
Pero en su currículo está anotado que mereció una veintena de galardones en los géneros de poesía, narrativa y literatura infantojuvenil.
Entre ellos, el David que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba; el Pinos Nuevos, Calendario, La Edad de Oro, José Viera y Clavijo, y el Benito Pérez Galdós, del gobierno de Islas Canarias.
De su mano son los poemarios “Contrapeso”, “El circo de los asombros”, “Criogenia” y “La Habana me pide una misa”. También las novelas infantojuveniles “ ¿Qué nombre tiene tu casa?”, “La Comarca Silvestre” y “Un niño perfecto”.
Sus textos se pueden leer en italiano, inglés, francés, griego, turco, alemán y tamil, entre otros idiomas.
En su mochila de viaje guarda participaciones en festivales internacionales de poesía en Italia, Colombia, México, Venezuela, Honduras, Grecia y Turquía.
De su experiencia montevideana explicó que el Décimo Mundial Poético tuvo como objetivo “visibilizar la obra de los poetas fuera de los entornos habituales y acercarla a la comunidad y los contextos cotidianos de las personas”.
La fórmula para llegar, dijo, fueron los recitales, presentaciones de libros y acciones poéticas.
Lo organizó el poeta uruguayo Martin Barea y tuvo el apoyo de diversas instituciones, entre ellas la Fundación Mario Benedetti, que patrocinó su participación.
Giselle declamó sus versos en la inauguración del foro, en el auditorio de la Facultad de Artes de la Universidad de la República.
También compartió escenarios en el Parque Villa Dolores, en La Ronda de los Poetas y en la casona que alberga la Fundación Benedetti.
El Poético Mundial fue toda una experiencia. Lo que más me llamó la atención es que “la poesía del Sur tiene un fuerte y mayor vínculo con lo teatral”, lo “perfomático”; es una poesía mucho más experimental desde las emociones interpretativas, comentó.
Mi entrevistada se dice perteneciente a la generación de autores de la isla caribeña nacidos en los 90 del siglo pasado.
En sus versos “están presentas las problemáticas y cuestionamientos filosóficos que otros poetas cubanos también se plantearon años atrás”.
Para ella “la poesía cubana actual goza de buena salud, como en otras épocas. Aunque se adapta a las dinámicas contemporáneas y las migraciones”.