Cada 7 de junio Cuba celebra el Día del Bibliotecario Cubano. Foto: TV Santiago

 

Cada 7 de junio, Cuba celebra con orgullo el Día del Bibliotecario, una fecha que rinde homenaje no solo a la figura excepcional de Antonio Bachiller y Morales—erudito cuyo legado sentó las bases de la bibliotecología en la nación—sino también a todos aquellos profesionales que mantienen viva la labor de preservar y difundir el conocimiento.

Considerado por José Martí como el “Patriarca de nuestras letras”, Bachiller y Morales representa el espíritu de dedicación y compromiso con la cultura, la educación y la memoria histórica. Su natalicio, hace ya 213 años, se convierte entonces en un motivo de júbilo y reflexión sobre el papel vital de los bibliotecarios como guardianes del saber, adaptándose a los tiempos sin perder su esencia.

En esta jornada, más que recordar a un hombre ilustre, reconocemos una profesión que, desde la discreta profundidad de los libros y archivos, construye puentes entre generaciones y garantiza que el acceso al conocimiento siga siendo un derecho inalienable.

Antonio Bachiller y Morales. Foto: Universidad de La Habana.

 

Un poco de historia

El Día del Bibliotecario en Cuba tiene sus primeras referencias de celebración masiva el 7 de junio de 1950, cuando la Oficina del Historiador de La Habana, con el respaldo de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, organizó un homenaje especial. En esa ocasión, se realizaron exposiciones de obras cubanas y americanas, gracias a las donaciones de bibliotecas privadas pertenecientes a los miembros de la Biblioteca Histórica Cubana y Americana “Francisco González del Valle”.

Al año siguiente, el 7 de junio de 1951, se colocó una tarja conmemorativa en la fachada de la casa donde falleció Antonio Bachiller y Morales el 10 de enero de 1889, situada en la Avenida de Bolívar 359 (antes Reina 125), entre Lealtad y Escobar, en el actual municipio de Centro Habana.

Sin embargo, la efeméride adquirió carácter oficial en 1981, cuando el Gobierno Revolucionario instituyó la celebración mediante el Decreto No. 86 en honor al nacimiento del Padre de la Bibliografía Cubana y bibliotecario insigne. Desde entonces, cada 7 de junio el país rinde tributo a su legado.

Como parte de las conmemoraciones, desde 1995 la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI), en coordinación con la Sociedad Cubana de Ciencias de la Información (SOCICT), otorga el Sello Conmemorativo “Antonio Bachiller y Morales” a bibliotecarios y entidades que han destacado por su labor profesional.

La primera entrega oficial de esta distinción tuvo lugar en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio Nacional, donde fueron reconocidos varios profesionales e instituciones por su contribución al desarrollo cultural y científico del país.

Antonio Bachiller y Morales, considerado el Padre de la Bibliografía Cubana, fue un intelectual incansable, cuyo legado aún perdura en el ámbito bibliotecológico y cultural de la isla. Su obra más destacada, Cuba Primitiva, junto con Apuntes para la historia de las letras y de la instrucción pública en la Isla de Cuba (1859-1861), sentó las bases de los estudios bibliográficos en el país, recopilando con meticulosidad los primeros registros de la producción literaria nacional.

Su pasión por el conocimiento no se limitaba a la mera recopilación de textos, sino que se expandía hacia la interpretación de la cultura y la educación, aspectos esenciales para la construcción de una identidad intelectual sólida en Cuba.

Desde su juventud, Bachiller y Morales se convirtió en una figura clave del pensamiento cubano. En su rol como director del Instituto de Segunda Enseñanza, tuvo entre sus alumnos a José Martí, quien desde temprano pudo percibir la magnitud de su personalidad y su entrega al conocimiento.

Tiempo después, cuando el intelectual falleció a los 76 años, Martí le dedicó un conmovedor artículo en El Avisador Hispanoamericano, publicado en Nueva York, donde lo describió como “americano apasionado, cronista ejemplar, filólogo experto, arqueólogo famoso, filósofo asiduo, abogado justo, maestro amable, literato diligente”. Además, resaltó su integridad y compromiso con la nación, recordando cómo, pese a su carácter pacífico y hábitos acomodados, abandonó los lujos de su hogar y la seguridad de su entorno para vivir con dignidad y honor.

Más allá de su aporte intelectual, Bachiller y Morales encarna el espíritu de la resistencia cultural en aras de salvaguardar la memoria histórica de su patria. Su exilio, producto de sospechas sobre sus inclinaciones liberales, revela su convicción por la justicia y su voluntad de defender sus ideas sin claudicar. Su legado no solo se inscribe en el desarrollo de la bibliografía en Cuba, sino también en la evolución del pensamiento y la preservación del conocimiento a través de los siglos.

Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Foto: Archivo/ Cubadebate.

 

Bibliotecas: sobrepasando los tiempos

La práctica de la bibliotecología, que sigue vigente como disciplina esencial en la sociedad, tiene raíces profundas en la historia de la humanidad. Desde los caldeos y babilonios hasta los egipcios y griegos, los primeros bibliotecarios asumieron la labor de recopilar, organizar y proteger el saber de sus épocas, métodos que, sorprendentemente, aún guardan semejanza con los utilizados en las instituciones modernas.

En ello radica la inmortalidad de la biblioteca y del bibliotecario: la capacidad de adaptación que les permite atravesar tiempos y espacios sin perder su esencia.

Bachiller y Morales, como pionero en este ámbito en Cuba, representa esa continuidad del conocimiento, ese puente entre la memoria y el futuro, entre el papel y la palabra viva.

Ser bibliotecario es asumir, con vocación y compromiso, la inmensa responsabilidad de orientar a las personas en su búsqueda del conocimiento, facilitando el acceso a la información de manera ética y coherente. A lo largo de los siglos, estos guardianes del saber han ocupado un lugar esencial en la sociedad, garantizando que la herencia de sus predecesores perdure mientras existan bibliotecas, espacios que seguirán siendo fundamentales por mucho tiempo.

No por casualidad, los bibliotecarios son considerados seres nobles que insuflan vida a los libros; su labor exige un dominio absoluto del acervo que custodian, así como una actitud generosa y justa, emulando la figura de los grandes bibliógrafos de la historia.

La amplitud de su desempeño es notable, abarcando desde la adquisición, catalogación y clasificación de materiales hasta el descarte de documentos obsoletos, el diseño de políticas de funcionamiento, la conducción de entrevistas de referencia y la suscripción a revistas científicas o bases de datos digitales.

En su afán de asegurar el acceso al conocimiento, los bibliotecarios desempeñan su labor en múltiples ámbitos: desde bibliotecas públicas y académicas hasta espacios especializados para personas con discapacidades sensoriales, bibliotecas corporativas, parlamentarias y nacionales.

Estos centros no solo conservan la producción bibliográfica de un país, sino que también constituyen enclaves estratégicos para el desarrollo cultural y científico de la sociedad.

Más que guardianes de los libros, los bibliotecarios son arquitectos de la memoria colectiva, mediadores entre el pasado y el presente, facilitadores del pensamiento crítico y del acceso a la verdad.

Su papel, lejos de haberse reducido con el avance de la tecnología, se ha expandido hacia nuevos horizontes, consolidándolos como guías indispensables en un mundo donde la información, aunque abundante, requiere siempre de un experto que enseñe a interpretarla y valorarla adecuadamente.

Reciben Distinción por la Cultura Nacional destacados bibliotecarios

En un emotivo acto celebrado en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM), un grupo de trabajadores del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas recibió la Distinción por la Cultura Nacional, el más alto reconocimiento que otorga el Ministerio de Cultura (MINCULT) a aquellos cuya labor contribuye significativamente a la preservación, conservación y difusión del patrimonio bibliográfico, no solo del país, sino también del mundo.

El evento, que tuvo lugar el viernes 6, en vísperas del Día del Bibliotecario cubano, sirvió para destacar el papel que desempeñan estos profesionales en el acceso a la información, la promoción del pensamiento crítico y el enriquecimiento del acervo cultural de la nación.

Omar Valiño, actual director de la Biblioteca Nacional de Cuba, junto a directivos del sector de la cultura, condecoran a bibliotecarios con extensa labor en el sector. Foto: Biblioteca Nacional de Cuba.

 

Omar Valiño, director de la BNCJM, subrayó la trascendencia de su tarea, destacando la dedicación con la que estos trabajadores impulsan el desarrollo cultural y garantizan que el conocimiento permanezca vivo y accesible a todas las generaciones.

El reconocimiento fue entregado por Alpidio Alonso Grau, ministro de Cultura, a 11 destacados bibliotecarios que han demostrado un compromiso excepcional con su oficio.

María Cristina Rodríguez Miranda, trabajadora de la Biblioteca Nacional, es condecorada por el Ministro de Cultura. Foto: Biblioteca Nacional de Cuba.

 

Entre los galardonados se encuentran María Cristina Rodríguez Miranda, Emelina Medina Expósito, Alicia Sánchez del Collado, Maribel Fleites, Loreto Cárdenas, Adrián Guerra Pensado, Ramón Manso, Liudmila Leyva, Vilma Alsina, Belkis Rodríguez  y Ramón Alberto Manso Rodríguez. Sus nombres reflejan el esfuerzo colectivo de un gremio que no solo organiza y resguarda el saber, sino que también lo difunde con pasión y vocación.

La ceremonia contó con la presencia de importantes figuras del ámbito cultural y bibliotecológico, incluyendo a Lizette Martínez Luzardo, viceministra de Cultura, y Katia Rodríguez Ramos, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura. Su asistencia reafirmó el compromiso del Estado y las instituciones culturales con la labor bibliotecaria, reconociéndola como un pilar fundamental en la construcción de la identidad nacional.

 A través de este reconocimiento, se reivindica el papel de aquellos que, con su entrega y esfuerzo, aseguran que el patrimonio intelectual y artístico continúe siendo un vehículo de desarrollo y transformación para la sociedad.

En esta ocasión, la distinción no solo honra trayectorias individuales, sino que enaltece a toda una comunidad comprometida con la noble tarea de salvaguardar la memoria bibliográfica y garantizar su acceso en el futuro.

Galardonados con la Distinción por la Cultura festejan su día. Foto: Biblioteca Nacional de Cuba.