Había que estar allí. La convocatoria corrió rauda de voz en voz en las universidades, los barrios y las calles habaneras. El concierto fue un preámbulo a la gira por Chile, Argentina, Uruguay, Perú y Colombia. Los jóvenes universitarios tendrían la primicia. Ver, escuchar, disfrutar el arte de quien defiende ser un trovador, aunque lo acompañen formatos orquestales en discos o para actuar en vivo, como ocurrió en esta oportunidad: otorgándole ternura a una experiencia única.
Los públicos pedían canciones eternas. Alguien sostuvo un cartel a modo de sentir popular: ¡Te amo, Silvio! Y antes de entonar Ala de Colibrí, él mismo sacó su cámara a fin de dejar constancia del acontecimiento. Estar alerta incentivó al fotorreportero José Manuel Correa Armas, quien supo colocarse en el preciso lugar tras pensar la composición de la imagen y captar instantes decisivos de notable expresividad.
Lo sabe Correa, en fotografía, el detalle más pequeño puede devenir un gran tema. Y supo ubicarse para “ver” al trovador con su guitarra, apartando la molestia del atril, a los públicos enarbolando banderas de Cuba, Chile y Palestina; y en el ámbito universitario vibró la voz de Silvio denunciando el genocidio israelí; ofreció el homenaje a nuestro José Martí con la carga de su ideario y versos del inolvidable Wichy Nogueras; poco recordado o no tanto con la sistematicidad que lo merece.
En todo momento el trovador defendió hacer memoria. Entonó temas de su disco Quería saber, estrenado en 2024. Su elocuencia da fe de virtudes imprescindibles. Mantenerse con los pies en la tierra. Una vez nos dijo en exclusiva con BOHEMIA: “Cantar da dolores, alegrías; a la vez enseña mucho de la vida”. Por eso rechaza la conformidad, escruta en la realidad cotidiana. Imposible olvidar su confesión: “Creo que el trovador, en su intención de hacer poesía y bucear en la realidad, en las complejidades del mundo, en no hacer una canción barata y no plegarse a la canción de consumo, le hace una contribución cultural y ética a la sociedad”.
Artista de probadas raigambres, inquieta, pregunta, hace pensar. Sensible, culto, revolucionario, desgrana convicciones propias. De ningún modo por causalidad realizó giras por las prisiones y los barrios. Fue al encuentro del pueblo: su razón de ser y hacer.
En el concierto, volvió a temas emblemáticos: La maza, Ángel para un final, El necio… Y recreó otra esperada primicia, un tema inédito de su futuro disco homónimo Cualquiera que nace en Cuba. Incansable, nunca deja de crear. Para Silvio, el tiempo rueda a una velocidad increíble. Una vez nos aseguró: “Yo me siento Cuba”. Nunca se aparta de pedir: “Venga la esperanza; porque puede llegar de cualquier color: verde, roja, o negra, pero con amor”.
La fortuna de tenerlo cerca y ahora mostrar el registro captado por Correa, quien persiguió la luz y supo apropiarse de ella, nos motivó a seguir recordando días después del concierto. En algunos momentos han llamado a Silvio el hombre de las mil canciones, el trovador de las multitudes, quizás porque en su bagaje cultural, en la aprehensión, lideran conceptos entrañables. Cierta vez nos comentó: “José Zacarías Tallet reconoció que hay poesía hasta en la catalina de una bicicleta. Creo que la poesía puede estar en todas partes”.
En el viaje autoral dio riendas sueltas a lo vivencial. Durante ese proceso redescubrió lo íntimo sin ocultar pasiones. Supo establecer diálogos para estar cerca de cada ser humano en el concierto. Músicas de compromiso y lealtad llevó al escenario. Durante ese acto, la palabra más que voz individual devino la necesaria fuerza colectiva. Invitó a entonar canciones de larga data en el corazón.
Sí, hay que hacer memoria. Para él, “la principal fortaleza de la cultura cubana es su propia existencia, su origen, su autenticidad y su eclecticismo”. Él vale y brilla, sincero, espontáneo. Educa el gusto para hacer memorable todo lo que despierta el oído, el alma y la conciencia.
Hacer evocación es estar en el presente. Clama por la justicia al pueblo palestino; acaricia la brújula para seguir andando, funda caminos; patentizará en su gira por Latinoamérica lo nuestro, las esencias de la Patria que anidan la riqueza de un repertorio propositivo rico en símbolos.
Pensémoslo. Silvio construye textos para las músicas. Considera la canción un todo. Y en ese todo influyen la inspiración, el acervo sólido, la sabiduría conquistada sin prisas. Su poética tiene colores de palabras y versos. Tal vez por eso el trovador persistente es un buen lector; sabe atrapar la luz, las sombras y los matices.
Además del encuentro de abrazos fuertes; incluso en la oscuridad de la escalinata, que alumbraron el arte de Silvio y una representación de sus públicos, el concierto invitó a hace memoria siempre con amor.