Cuando hace cinco años la lucha cubana ganó sus títulos siete y ocho en Juegos Olímpicos, demostró la salud de un deporte insignia para el país. A su vez, en aquella ocasión el remo no estuvo al nivel esperado y un sexto lugar de Ángel Fournier desbarató los pronósticos de quienes le aseguraban la primera medalla olímpica de esa disciplina.
Ha pasado el tiempo y otra vez una cita estival aparece en el horizonte. ¿Qué esperar de los luchadores antillanos? ¿Cómo llega el remo nacional a este nuevo desafío? Desde Cubadebate seguimos mirando las opciones de los deportes cubanos que estarán en Tokio 2020.
Lucha: El reto de mejorar la cosecha de Río 2016
Las principales esperanzas de oro para Cuba descansan en dos campeones defensores: el extraclase y ya histórico Mijaín López y el no menos talentoso Ismael Borrero. Ambos saldrán a los colchones de Tokio luego de un ciclo olímpico con participaciones en torneos muy escogidos, con una preparación exquisita, casi personalizada y marcada por no mostrar en exceso las armas que los convierten en centros de atención para especialistas, entrenadores y atletas.
En el caso de Mijaín, luego de conseguir en Río de Janeiro su tercera corona estival en línea se ausentó de los tres mundiales convocados en las temporadas siguientes. Aun así, reinó en la cita centroamericana de 2018 y un año después consiguió su quinto oro consecutivo en Juegos Panamericanos.
Asimismo, compitió en la Bundesliga alemana y garantizó una parte importante de su preparación, enfocada sobre todo a conservar su forma física. En casa, el apoyo de un hombre como Oscar Pino también influye en su puesta a punto para buscar la hazaña de mantenerse invicto desde 2008 en Juegos Olímpicos y conseguir su cuarta corona estival.
Con una historia que también incluye cinco coronas mundiales, tres platas y un quinto lugar olímpico, Mijaín se reencontrará en la capital japonesa con el turco Riza Kayaalp, el único hombre capaz de vencerlo en los últimos años. Junto a ellos, luchadores como el iraní Sabah Sariati, el georgiano Iakob Kadzhaia o el veterano estonio Heiki Nabi también buscarán llegar al podio.
Para el gigante de Herradura Tokio debe ser un adiós sin visos de tristezas. Gane o no, su historia ya está hecha y no puede perder una gota de grandeza. Verlo en la ciudad nipona, respirar junto a él, disfrutar de su leyenda, es también parte de ese triunfo que su presencia en sus quintos Juegos Olímpicos le regalará a todo el planeta.
Mientras tanto, el otro gran candidato al oro olímpico es nuevamente el grequista Ismael Borrero. Titular en Río 2016, doble campeón mundial y actualmente invicto en más de 25 combates, el antillano competirá ahora en la división de 67 kg y llegará a la capital nipona como el único cubano líder del ranking planetario.
Dominador absoluto de los torneos en los que ha participado, otra vez Borrero apelará en Tokio a sus mejores armas: la velocidad sobre el colchón, la técnica depurada y un contraataque que en más de una ocasión le ha servido para ampliar sus ventajas y concluir sus pleitos antes del tiempo reglamentario. No obstante, encontrará rivales de cuidado en una categoría plagada de medallistas olímpicos y mundiales.
Entre ellos, quizás su oponente más peligroso sea otra vez el ruso Artem Surkov, su víctima en la última cita del orbe y un hombre con otras tres preseas en campeonatos mundiales. Junto a él, también sobresalen el tres veces titular planetario Frank Staebler, el serbio Mate Nemes o el egipcio Elsayed Ibrahi Elsayed, bien posicionado en el listado sobre todo a partir de sus triunfos en torneos continentales.
Más allá de Mijaín e Ismael, entre los especialistas del estilo clásico también aparecen dos luchadores con serias opciones de disputar el acceso al podio. En el caso de los 97 kg, el jovencito Gabriel Rosillo tiene potencial para colgarse al menos una medalla de bronce, sobre todo luego de su título panamericano en 2019, su corona planetaria entre juveniles y su tercer lugar entre los menores de 23 años.
En esa división competirán dos figuras con todas las papeletas para llegar a la final: el doble titular mundial Musa Yevlóyev y el oro olímpico Artur Alexanián. Si Rosillo sale bien parada en el sorteo y muestra su camino en ascenso, pudiera protagonizar una agradable sorpresa.
Mientras tanto, el 87 kg Daniel Gregorich intentará aprovechar su quinto lugar en el ranking olímpico para alejar a los rivales más fuertes de sus primeros combates. En su caso tiene el desafío de consolidar una estabilidad que en ocasiones le ha pasado factura, sobre todo ahora en una categoría con luchadores como el ucraniano Zhan Beleniuk, el húngaro Victor Lorincz y el usbeco Rustam Asskalov.
Por su parte, en el estilo libre las principales miradas de Cuba deberían estar en las actuaciones de Alejandro Valdés (65 kg) y Reinieri Salas (97 kg). El primero, con la meta de superar su séptimo lugar de Río 2016 y con opciones de igualar sus dos bronces en el actual ciclo olímpico, siempre que no ceda puntos por cuestiones de estrategia.
En el caso del segundo, llegará con el mérito de su quinto puesto hace un lustro y con la experiencia que le dan sus más de diez años en el equipo nacional. Salas tendrá en su división a huesos duros como el ruso Abdulrashid Buláchevich Saduláyev —cuatro veces campeón mundial—, así como al azerí Sharif Sharifov, bronceado olímpico en 2016.
Del resto de nuestros representantes, tanto los grequistas Luis Orta (60 kg) y Yosvany Peña (77 kg), como el veterano librista Geandry Garzón (74 kg), tienen méritos para conseguir algunos avances. No obstante, sus ubicaciones en el ranking fuera de los ocho primeros y resultados intermitentes e la arena internacional crean sobre ellos un aura de mayor incertidumbre.
Mientras tanto, por primera vez Cuba estará en unos Juegos Olímpicos con más de una representantes. Entre nuestras tres luchadoras, Yudari Sánchez (68 kg) llega con las mayores opciones de progresar en el organigrama. Junto a ella, Yusneylis Guzmán (50 kg) y Laura Herin (53 kg) —en sustitución de Lianna de la Caridad Montero tras su baja por enfermedad— probarán fuerza en un nivel muy superior a lo visto por ellas hasta el momento.
En sentido general, la lucha cubana tiene opciones reales de superar su rendimiento en Río de Janeiro. Terminar con dos títulos y tres medallas de bronce no parece un pronóstico descabellado, aunque como en otros tantos deportes la ausencia casi absoluta de torneos de nivel para los nuestros complica la evaluación y los análisis. Resultados de nivel y méritos ya poseen. Ahora resta concretarlos en los difíciles colchones de la capital nipona.
Remo: Milena Venegas por salvar la honrilla
Cuando se mire a los deportes cubanos que han visto preocupantes retrocesos en comparación con los últimos Juegos Olímpicos, el remo no puede escapar del análisis. Si en Río estuvimos con siete representantes, ahora Cuba ve una drástica reducción y solo la joven Milena Venegas obtuvo un cupo por la Mayor de Las Antillas.
La espirituana consiguió su boleto en la regata preolímpica de América, un torneo donde no ganó medallas pero conquistó uno de los cupos en disputa. Más tarde la espirituana participó en la Copa del Mundo de Lucerna, pero allí no logró avanzar de forma directa en su serie eliminatoria y luego perdió todas sus opciones en el repechaje.
Salvo una actuación fuera de pronósticos, un rendimiento similar debe ocurrir en las aguas japonesas, sobre todo por el nivel de una competencia que otra vez tendrá a las portentosas canadienses, estadounidenses, británicas y australianas disputándose los honores. No obstante, la antillana tendrá opciones de remar más de dos veces, toda vez que el torneo olímpico disputa regatas para decidir la ubicación definitiva de los concursantes.
Allí estará su verdadero reto: intentar superarse a sí misma. Concluir entre los lugares del 13º al 18º sería para ella una loable actuación.