Unos apelan a la concentración y a la calma; otros a la fuerza y a la explosividad. Aun así, para tiradores y pesistas cubanos Tokio 2020 tiene la meta común de mejorarse a sí mismos y mantener viva una tradición de buenas actuaciones en torneos estivales.
¿Dónde radican las principales opciones de los pistoleros y rifleros de la Isla? ¿Podrán nuestros forzudos mejorar el discreto desempeño de hace cinco años en Río 2016? Cubadebate prosigue su mirada a los deportes antillanos clasificados a los Juegos Olímpicos, a menos de tres semanas para que la antorcha ilumine sueños y concrete pronósticos y aspiraciones.
Tiro deportivo: Pupo y Jorge Félix apuntan a Tokio
A todas luces, las principales opciones para el tiro deportivo cubano llegan otra vez en la pistola de tiro rápido a 25 metros. Allí Leuris Pupo y Jorge Félix Álvarez buscarán mantenerse en la élite de la disciplina y luchar por un acceso al podio que no parece imposible, sobre todo porque ambos tienen buenos resultados durante sus escasos roces ante los hombres que encabezan el ranking mundial.
En el caso de Pupo, participará en Tokio en sus sextos Juegos Olímpicos, luego de una larga y exitosa carrera que incluye un noveno puesto en Sydney 2000, el octavo en Atenas 2004, el séptimo de Beijing 2008, el quinto de Río 2016 y su flamante título en Londres 2012. A cada una de esas ediciones nuestro mejor tirador llegó sin aparecer entre los primeros puestos del ranking planetario, pero se las arregló para demostrar allí su talento y su maestría.
El torneo de la capital nipona no será la excepción y Leuris saldrá a la fase de clasificación en el lugar 22º del escalafón planetario, en esencia debido a la total escasez de competencias para los miembros del equipo cubano en los últimos dos años.
No obstante, concretar entrenamientos con proyectiles y una exitosa base de preparación en España a pocas semanas de los juegos, siempre bajo la sabiduría de un preparador como Meinardo Torres, aparecen entre los argumentos para aspirar otra vez a incluirse entre los seis hombres que discutan las medallas.
Mientras tanto, sin la experiencia de su coequipero pero con un ciclo olímpico en ascenso, Jorge Félix debutará en torneos bajo los cinco aros tras conquistar un bronce en la Copa Mundial de Munich 2018, una de las mecas del tiro deportivo a nivel mundial. A su vez, tampoco resulta despreciable su título de campeón panamericano un año después.
Para él, un primer objetivo en la capital nipona debería estar en mejorar sus propias marcas durante la competencia. De hecho, en siete de los últimos ocho Juegos Olímpicos ningún finalista llegó a esa instancia sin conseguir un mínimo de 583 puntos en las rondas de clasificación. Si bien hasta ahora Jorge Félix no registra esas cuotas en competencias oficiales, tampoco es descartable su presencia al menos entre los ocho primeros del torneo.
Junto a ellos, en Tokio también estarán la experimentada Eglys de la Cruz y los más jóvenes Jorge Grau y Laina Pérez. Para Eglys será su quinta incursión najo los cinco aros y otra vez alistará su rifle para competir en las modalidades de diez metros y en las tres posiciones a 50 metros. En esa última aparecen sus mayores opciones, luego del histórico bronce conseguido en Beijing 2008 y el décimo escaño de Río 2016.
Por su parte, Grau —puesto 27º y 37º hace cinco años en la pistola a 50 y a diez metros, respectivamente— estará en ese último evento. En esa modalidad también lo hará Laina, y más tarde se unirán en el concurso mixto, otra de las modalidades que debutan en el torneo olímpico nipón para propiciar la igualdad de género en citas estivales.
Justamente allí aparecen sus mayores opciones de conseguir un buen rendimiento, sobre todo por la persistencia y la paridad que ambos poseen en sus registros. Para ellos, un puesto entre los quince primeros significaría un motivo de alegría.
En sentido general, el tiro cubano puede aspirar en Tokio 2020 a incluir de nuevo a Leuris Pupo en una final olímpica. Y una vez allí, el nuestro tiene talento y maestría para luchar por un puesto en el podio. Con Jorge Félix sucede algo similar, aunque es casi seguro que necesitará superar sus registros históricos para dar una sorpresa y sacar pasaje como uno de los seis hombres que pugnarán por las preseas. Talento no le falta para lograrlo.
Para Eglys, Laina y Jorge Grau el panorama se torna más complejo, pero acercarse a sus cuotas promedios y luchar por las mejores ubicaciones posibles significa una buena estrategia. El Asaka Shooting Range espera las balas y los disparos de los cinco cubanos que buscarán mantener a este deporte como uno de los acostumbrados a las buenas sorpresas.
Levantamiento de pesas por retomar el camino
Cuando en Río 2016 Marina Rodríguez se convirtió en la primera mujer cubana en participar en un torneo de halterofilia olímpica, pocos imaginaron que en la edición siguiente las damas fueran mayoría en la comitiva antillana. Sin embargo, justamente eso ocurrió y la Isla estará en Tokio 2020 con tres representantes femeninas y uno entre los hombres.
Aun con marcas y ubicaciones en el ranking mundial que no los acercan a las medallas, al menos Marina Rodríguez (64 kg), Ludia Montero (49 kg) y Olfídez Sáez (96 kg) pueden luchar por incluirse entre los ocho primeros de sus divisiones. Sin embargo, no es un camino sencillo, y para transitarlo con éxito tienen el gran reto de igualar o superar sus mejores alzadas en competencias oficiales.
De acuerdo al listado con los atletas inscritos en Tokio, Marina aparece como séptima en su categoría, mientras Olfides se ubica noveno y Ludia llegará en la décima plaza. Por su parte, la también joven Eyurkenia Duverger (+87 kg) iniciará su competencia como la duodécima entre las 14 mujeres que concursarán en la división supercompleta.
Para las pesas cubanas, mejorar el octavo puesto de Marina Rodríguez en Río 2016 no parece una tarea imposible, sobre todo por la ausencia de atletas de países tradicionalmente fuertes, ahora limitados por los escándalos de dopaje vividos en este deporte. Así, incluir a dos representantes entre los ocho primeros sería un buen paso para retomar la ruta que una vez tuvo la alterofilia antillana en citas bajo los cinco aros.