Fidel

Se acabaron los Juegos Olímpicos de Tokio y  mi alegría cerró con broche de oro, literalmente, y para más fiesta, el que aportó la última es de allá, de la patria pequeña, de mi terruño donde por estos días le cierran la guardia a la Covid 19 en una pelea dura por la vida. Yo sé que, en medio de tanto, esos puños certeros de Andy Cruz también suben las defensas y hasta en las zonas rojas se habrá bailadocon él, porque la alegría es muy cubana y curandera.

Con la de este domingo, suman 4 preseas doradas para el boxeo y 7 para una delegación que no llegaba a 70 atletas, que venía de un país pequeño del tercer mundo, asediado por el gigante de las siete leguas y no es que vaya yo a contar un cuento, es que pasan cosas como esta que contó en su perfil de Facebook el campeón olímpico de Río y subcampeón de Tokio, Leuris Pupo:

"Quisiera agradecer de corazón a todas esas personas que desde Cuba y el  mundo me han felicitado ppr esta medalla de plata con sabor a oro badtante luchada por las carencias que pasamos los tiradores cubanos por el bloqueo: siempre sin municiones, los equipos electrónicos para entrenar no existen (...) También agradecer a las federaciones de El Salvador, España y Perú por recibirnos en estos últimos años para hacer una buena preparación para este evento tan importante como son los Juegos Olímpicos (Tokio 2020). Gracias a Pardini mi arma favorita la que me ha ayudado a alcanzar estas dos medallas (oro y plata) y siempre apoyándome con sus piezas y ayudas cuando lo necesité, a pesar del bloqueo que no nos permite adquirir dichas armas pero ellos han buscado mecanismos para apoyarme..."

Resulta que esa islita bloqueada, ocupó el lugar 14 con 7 títulos, 3 preseas de plata y 5 de bronce. Mientras el deporte hacía lo suyo en la tierra del sol naciente, en la mayor de las Antillas no se dormía para disfrutar cada triunfo (no sólo aquellos que merecieron podio). Sin embargo, una importante publicación deportiva europea se tomaba la libertad de borrar a Cuba de su propio conteo de medallas y, al mismo tiempo, teníamos que leer aquellos reproches sobre politizar el deporte.

Pero ¿saben qué? Ahora que las cuentas finales están oficialmente cerradas les digo que allá voy, a politizar y hasta hacer conjeturas cómo esta: Marca omitió ahora los números de Cuba por lo mismo que la BBC omitió que salvamos un barco llenó de británicos hace un año: porque lo de Cuba sí tiene nombre: se llama Fidel y eso les pica en la lengua.

Para no hacer la historia muy larga, solo recordemos la actuación de este país en Melbourne 1956, a donde fue con una delegación de 16 atletas, de ellos solo una mujer. Compitieron en 5 deportes y no consiguieron subir al podio. 

Gobernaba entonces en la isla el dictador Fulgencio Batista. Ese mismo año, Fidel regresó a Cuba desde México en un solo yate, sin flotilla ni custodia extranjera, acompañado por 82 valientes que venían dispuestos a cambiar la historia (también la del deporte). Y cuando solo quedaron 12 hombres, mantuvieron la promesa.

No hay que ser experto, ni siquiera muy aficionado para acceder a los datos, algo tan al uso como la Wikipedia nos ayuda a observar un antes y un después:

A las 226 que ya contabilizó la Wiki, habría que sumar las 15 de Tokio que no contabilizó Marca y que superan en 4 a todas las medallas obtenidas por Cuba en Juegos Olímpicos antes de 1959, o sea, antes del Triunfo de la Revolución, esa fecha ¿maldita? ¡Bendita! en que llegó el Comandante y comenzó a politizar el deporte.

Ese, me atrevo a suponer, es el problemita que lleva a algunos a omitirnos: es eso o decir Revolución, decir Fidel... Es borrarnos o reconocer que llevamos más de un año "fajaos" con una epidemia mortal, 60 con un bloqueo genocida y seguimos vivos, más que sobrevivientes, vivos, capaces de mejorar la actuación de las últimas citas estivales a pesar de todas las deudas de entrenamiento, de las carencias materiales, del robo de talentos... 

No digo ya Julio César la Cruz gritando Patria o Muerte o Mijaín dedicando su cuarto título a Fidel; el atrevimiento de implantar marca olímpica en el canotaje, repetir podio en tiro deportivo o, simplemente, incluir dos representantes en el pentatlón moderno, es mucho más de lo que pueden soportar los grandes mentirosos. Y uno aquí, casual, luchando (ya se ha visto lo bien que lo hacemos); ganando, siempre ganando y, bueno, inevitablemente, politizadamente, colgando otra medalla gigante, colectiva, al cuello de Fidel, ese Fidel presente en una olímpica verdad: la obra de la Revolución cubana.