La imbatible Omara Durand reventó este sábado los cronómetros del Estadio Olímpico de Tokio al estampar un récord mundial para débiles visuales profundos en la distancia de 200 metros planos, para reeditar su título de Rio de Janeiro, conseguir su tercera medalla de oro de esta cita estival, y la octava en la historia de su participación en estas lides.
La pista quedó humeante cuando esta santiaguera llegó a la meta de la mano de su guía Yuniol Kindelán 23.02 segundos después del disparo de arrancada, un tiempo de la que no muchas atletas convencionales pueden presumir en el planeta.
Atrás quedaron la ukraniana Oksana Boturchuk (24.08) y la rusa Anna Kulinich (24.85), maldiciendo quizás al destino que las hizo coincidir en tiempo y espacio con una atleta de esta categoría, pero nada sorprendidas por no poder, una vez más, subir a lo más alto del podio en un evento internacional.
Apenas 19 años tenía Omara cuando en 2011 sorprendió a todos implantando una plusmarca del orbe en el doble hectómetro para la categoría T13 en el Campeonato Mundial de Christchurch, Nueva Zelanda. Una década y siete meses después aún se mantiene invicta con un palmarés impresionante que incluye seis títulos parapanamericanos, 11 mundiales, y ocho paralímpicos, y se ha convertido en una leyenda del mundo deportivo.
Con este final de fuegos artificiales, cierra la actuación la delegación cubana por aquellas lejanas tierras con una pequeña cosecha de cuatro medallas doradas, una de plata, y una de bronce, y a falta de una jornada competitiva para concluir estos decimosextos Juegos Paralímpicos, está ubicada en el lugar 32 en el medallero general por países.