Anisley García

Lo mismo se le puede ver en el trampolín a un metro que en la siempre imponente plataforma. Ha crecido en las piscinas, bajo la mirada de quienes siguen los clavados y sueñan con recuperar espacios en un deporte tan bello como peligroso. Hace años perdió un nombre que solo ha quedado para los registros y las estadísticas oficiales, y ella parece feliz con eso. Para todos es “la Tuti”.

Esa especie de apodo cariñoso la precede desde que María Elena Carmuza se lo puso cuando apenas sabía de piscinas y saltos. En 1993 María Elena se llevó el título en la plataforma de los Juegos Centroamericanos; 25 años después Anisley igualó esa hazaña y sorprendió a rivales, a especialistas e incluso a ella misma. Es como si ambas no pudieran separarse jamás.

— Un nombre: María Elena Carmuza

— Fue mi primera entrenadora y es mi segunda madre. Nos tenemos un cariño recíproco y eso siempre se lo diré. Ella me apoya mucho y me ve como su hija, pero también como una atleta. Fue mi motor impulsor y aun me aconseja mucho. Todos mis entrenadores han sido formidables. Creo que cada uno aportó su granito para llevarme en la dirección correcta.

— ¿Y tu madre verdadera cuánto influyó en la clavadista que eres hoy?

— Ella es mi vida, tanto dentro del deporte como fuera. Me llevaba siempre a los entrenamientos, sufría conmigo cuando perdía, festeja más que yo cuando gano. Pero sobre todo siempre me ha apoyado. Todo se lo debo a ella, y se lo agradezco muchísimo. No tengo quejas. De la única manera que la puedo hacer más feliz es saliendo bien en mis competencias y demostrándole todo el amor que siento.

— ¿Cuál es tu mayor fortaleza como atleta?

— No sé cuál es mi mayor fortaleza. Creo que mi optimismo, sobre todo en los entrenamientos. Esa constancia es la que no me ha dejado atrás, porque puede que en algún momento pudiera estancarme, por eso mismo de no tener casi competencias, pero siempre tengo un objetivo claro: participar en unos Juegos Olímpicos. Por eso no me he desmotivado ni un poquito.

— ¿Y qué falta por mejorar?

— Hay algo que sí tengo malo y debo cambiar: cuando fallo un salto, sobre todo en competencias, no logro de nuevo la concentración para reponerme. He tratado de mejorar eso y en Cali lo conseguí.

Se siente mucho mejor, porque fallas pero te quedan saltos donde puedes compensar y ves el resultado. Además, me he dado cuenta que no puedo hacerlo y vuelvo a fallar, queda aprender y no repetir el error en la próxima competencia.

— ¿Te sorprendieron las tres medallas en los recientes Juegos Panamericanos Junior?

— Muchísimo. Esperaba tal vez una y no de oro, pero llegaron dos títulos y un bronce. También gané un cuarto lugar que igualmente lo considero un buen resultado.

En Cali hice las cosas de una forma diferente. Fui a disfrutar la competencia. No teníamos nada que perder y eso te hace competir más relajada. Es como un juego, pero al final lo haces con amor, con concentración. Competí pensando en eso y me salió ese resultado inesperado, pero que necesitaba para tener mayor confianza en mí. Es un pasito más para llegar a mis metas.

— En Cali competiste en trampolín a uno y tres metros, en la plataforma, y también en los sincronizados. ¿No es demasiado?

— La plataforma es más fácil para el sincronizado. Ahí estamos un poco más fuertes, aunque no creo que haya mucha diferencia entre plataforma y trampolines. En modo general creo que me ha ido mejor en plataforma, pero me siento cómoda haciendo los dos eventos. Quizás en algún momento me toque decidir con qué evento quedarme, pero por ahora seguiré así.

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Anisley García compitió en todas las modalidades en Cali 2021. Foto: Roberto Morejón Rodríguez. Periódico JIT, Inder.

Ya sea en una u otra especialidad, un salto apenas dura segundos. Es un flashazo de tiempo en el que Anisley prefiere no pensar. “Si das vueltas las cuentas, miras el agua y entras” —explica—, como si no fuera suficiente verla hacer figuras en el aire e imaginar cuánta preparación hay detrás de ese momento.

Para algunos atletas, el salto llega precedido por un ritual en el que repasan su ejecución antes de llegar al borde del trampolín o la plataforma. Otros analizan cada detalle nada más salir de la piscina. Para la Tuti todo sucede distinto. “Cuando estoy lista para saltar solo queda hacerlo —confiesa—. Lo que no he arreglado no lo voy a hacer en ese momento. Solo resta tirarme para que eso pase lo más rápido posible”.

Con solo 14 años se quedó a las puertas de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Hace solo siete meses le ocurrió parecido en el evento que repartía cupos rumbo a Tokio 2020. Le queda una especie de empujón final que Anisley se empeña en vencer casi con la misma obstinación con que enfrenta cada uno de sus saltos.

— ¿París 2024 será el momento del estreno olímpico?

— Realmente no sé qué me ha faltado, porque para los preolímpicos anteriores me he preparado bien, he llegado lista psicológicamente y con ganas. Creo que me ha faltado ir más relajada. No obstante, dicen que a la tercera va la vencida y espero que París 2024 sea mi primera olimpiada.

— El clavados en Cuba tiene ahora mismo a varios atletas jóvenes con muchas potencialidades

— Es un grupo muy especial. Siempre hay un chiste, una motivación, una alegría. Eso nos hace trabajar más en equipo. Estamos muy unidos y con muchas ganas. Todos somos jóvenes y sabemos que podemos estar en París 2024. Nos estamos esforzando para llegar al preolímpico y a la olimpiada en la mejor forma posible.

— Ustedes entrenan casi todo el año, pero compiten poco. ¿Es difícil mantener la motivación?

— Esa es la parte más difícil. Ahora estamos mucho más agrupados y espero que eso fortalezca al equipo. También vamos a empezar a competir más internamente. Sabemos que no es lo mismo, pero tenemos que pensar como si fuera una competencia internacional, que cuando saltamos aquí es como si lo hiciéramos en el mundo. Y salir a hacerlo bien.

Nos falta romper ese hielo. No es fácil llegar a un torneo sin una competencia en el año entero, cuando todos los demás como mínimo tienen entre tres y cuatro. No obstante, para nosotros no hay nada imposible y lo estamos demostrando.

— Eres la principal figura del país, pero ni siquiera llegas a los 20 años

— Se siente bien, pero a la vez asusta, porque siempre vas a tener el peso del equipo encima, todas las miradas en ti. Eso en nuestro deporte tenemos que saber manejarlo, porque un solo detalle te puede sacar de la competencia. He luchado con eso casi toda mi carrera deportiva y he sabido llevarlo, aunque a veces me ha afectado.

Cuando compito sin esa presión me va mejor. Si voy a una competencia donde hay muchos atletas favoritos y nadie tiene expectativas grandes en mí, ahí me salen las grandes cosas. Sin embargo, si llego a otra donde el nivel es parejo, me falla eso. Son cosas del deporte.

De cualquier manera, estoy súper contenta y orgullosa de llevar el peso del equipo y saber que todos somos jóvenes y ellos se motiven viéndome competir o me lo digan. Veo que mi trabajo va por un buen camino.

— ¿Con qué sueña Anisley García?

— Mi sueño es uno solo desde que empecé en los clavados: ir a los Juegos Olímpicos. Tal vez tenga más: participar en una Serie Mundial, ser medallista mundial. Pero mi objetivo principal son los Juegos Olímpicos, y así será hasta que lo cumpla.