La pelota ya está en la calle, lo estaba incluso antes de que Industriales y Granma disputaran el encuentro de exhibición el pasado viernes en homenaje a los 60 años de nuestras Series Nacionales. Impedir que de nuevo vuelva la pasión al torrente sanguíneo de los cubanos es como decirles a los oriundos de Río de Janeiro que no pisen el sambódromo o disfruten del carnaval.
Y es que la pelota sigue estando en la sangre y mentalidad de los cubanos, aunque cohabite con el fútbol, aunque continúe prolongándose la espera de una alegría superior por parte de nuestras selecciones nacionales, no solo en la categoría mayor, sino también ya en las inferiores.
Aunque el talento se siga dispersando en otras latitudes persiguiendo el sueño de jugar en la Major Baseball League, el máximo nivel en materia de calidad, e incitados por una política de éxodo que, tras romperse el acuerdo, o más bien no materializarse completamente entre la Federación Cubana y la MLB, se ha vuelto cada vez más desmedida.
La pelota está en la calle, con todo y el hecho de que el techo de nuestras Series Nacionales se haya visto disminuido, a razón de la calidad del propio certamen, y la incidencia de otras variables asociadas al desarrollo de nuestro deporte nacional, de diversa índole…
Lo está, pese al azote de la pandemia de la COVID-19 y dos temporadas en las que prácticamente hubo que hacer magia para llevar a buen término nuestro clásico de las bolas y los strikes.
Lo está, porque su empuje, esa manera en la que está incrustada en el imaginario popular del cubano, es ineludible, con todo y problemas, infraestructura no idónea, e incluso, distanciamiento de la afición con las nóminas actuales de las novenas de su preferencia, las cuales, ya sea por renovación o por otras causas, han sufrido considerables cambios en la composición de su plantilla, y de los jugadores emblemáticos que identificaban a cada conjunto, quedan pocos en este minuto.
De ahí que antes del play ball del próximo 23 de enero para disputar el desafío inicial entre el actual monarca, Granma, y Matanzas, en el Mártires de Barbados, de Bayamo, sea harto difícil establecer vaticinios sobre qué equipos pudieran devenir entre los ocho agraciados a los play off de cuartos de final tras los 75 choques de todos contra todos del calendario regular.
La Serie 61 conservará el formato de su predecesora, y los cuartos de final se disputarán al mejor de siete actos y con la nómina oficial de 40 peloteros de cada uno de los elencos agraciados, sin refuerzos en esa instancia.
Respecto a esto, se mantiene la cifra de 25 jugadores disponibles para hacer el viaje a subseries en otras provincias, así como también en calidad de home club, con la particularidad de que no se podrán hacer movimientos de altas y bajas durante el calendario a jugadores no inscritos en el Congresillo Técnico del certamen, como parte de la nómina oficial de cada plantel; exceptuando a los contratados en ligas foráneas y atletas juveniles llamados al equipo nacional.
Respecto a los que militan en clubes de otras Ligas y algunos reinsertados en nuestro sistema competitivo de la FCB, el reglamento estipula que deben estar incluidos en los listados oficiales, llegar a Cuba antes del juego 60, y haber consumido al menos 40 turnos al bate o acumular 20 entradas lanzadas, en el caso de los serpentineros, para inscribirse en los play off.
La pelota está en la calle, con empuje, más allá de limitaciones, avatares y dificultades de nuestro torneo, sistémicas o de otro tipo, pero respira, comienza a inocularse en la afición, genera expectativas. Por ejemplo, a tenor de sus plantillas, el actual campeón, Granma; Matanzas, como elenco más compacto en todas sus líneas; Pinar del Río, si su tradicional sólido pitcheo le responde; Santiago de Cuba, con una ofensiva versátil; Industriales, con una mezcla de juventud, veteranía y reinsertados, se cuentan entre los equipos en la mira de muchos para acceder a la siguiente fase.
Pronosticar con certeza se antoja difícil, sobre todo en un escenario que ha sido considerablemente afectado por el impacto de la pandemia, y que vio detenerse a los certámenes nacionales juveniles y sub-23, principales eventos de evolución previos y cantera inmediata del clásico doméstico élite.
Por cierto, el próximo Nacional sub-23 está previsto para los meses de julio a septiembre próximos, y con posterioridad, de octubre a enero, se disputará la Serie Selectiva, la cual verá en pugna a seis novenas: el campeón nacional reforzado, el equipo Cuba para menores de 23 años, y otros cuatro elencos conformados atendiendo a las zonas geográficas y en cuya nómina estarán los peloteros de mayor brillo durante la Serie.
Aquí habrá que ver si la composición de dicho torneo logra cautivar a la afición, sobre todo cuando, más allá del campeón del patio, los demás conjuntos no responderán a criterios de representatividad marcados, algo que en las últimas temporadas ha dejado de comportarse con ese grado de fidelidad al territorio de origen que se experimentaba hace poco más de una década atrás.
La pelota está en la calle, y no dudo que muchos aficionados se quedarán con las ganas de entrar a los estadios a torcer por la novena de su preferencia, especialmente cuando un enemigo fuera del terreno de la magnitud del coronavirus ha impuesto estrictos protocolos sanitarios, los cuales harán que el aforo se limite a un 50% de la capacidad en cada uno de los estadios, teniendo en cuenta tanto infraestructura de la sede como la situación epidemiológica de la provincia en el momento de disputarse una subserie.
La pelota está en la calle. Es la pasión de Cuba, contra viento y marea. En estos dos años anteriores, se ha logrado que no se detenga, como le sucedió a la totalidad de las restantes disciplinas y de nuestros certámenes domésticos. Es identidad, y como tal, nos frotamos las manos y, expectantes, con los brazos y los sentidos abiertos, aguardamos por el inicio de la temporada 61 del clásico beisbolero cubano.