Yarisley Silva se retira del deporte activo. Dice adiós con la seguridad de haber construido una carrera pródiga en una especialidad improbable: el salto con pértiga.
Todo comenzó a los 13 años, cuando el profesor Nilo le muestra lo que era el salto con pértiga y la insta a asumir su práctica. Era una prueba prácticamente desconocida para los cubanos, pero ella se aventuró.
“Yo no sabía que existía esa especialidad, ni siquiera sabía cómo era, pero le dije que sí. Era una niña y no tenía nada que perder, mi tía (María de la Caridad Rodríguez) también me animó y comencé a entrenarlo, lo veía como una diversión” – recordó en una de las tantas charlas que tuvimos.
- Consulte además: El profesor Nilo
Silva estaba destinada a luchar, a levantarse sobre las dificultades y construir molinos para aprovechar la fuerza de los vientos.
Una vez en el equipo nacional y bajo las órdenes de Alexandre Navas, los sueños crecieron sobre los obstáculos pese a que estos últimos fueron enormes.
De su mente no se largan las sensaciones de aquel año 2006 cuando sus garrochas no llegaron al escenario del Mundial Juvenil, o el 2008, cuando en medio de una crisis de confianza no pudo rendir en los Juegos Olímpicos de Beijing y hasta le pasó por la cabeza abandonar…
“Yo quise dejar la escuela, y de los entrenamientos me iba a diario. Estaba cansada de todo y de todos” – significó en alguna ocasión.
La falta de oportunidades competitivas se agudizó en los años siguientes, durante el 2009 y el 2010, la vida le exigió una dosis extra de fe, a pesar de que muchas veces no alcanzaba a ver la luz al final de túnel.
“El 2010 fue un completo desastre para mí, el año más duro de mi carrera deportiva. Entrenaba bien, muy fuerte pero no puse una actuación buena en ninguna de las competencias en las que participé. Saltaba 4 metros y me iba mucho en blanco. – recuerda.
“Yo no dormía, me despertaba una y otra vez todas las noches llorando, tratando de buscarle una explicación a lo que me estaba pasando. Sufrí mucho ese año, en principio se lo contaba a mis padres, pero después me “fajé” sola con el problema. Me quería ir de la escuela, pero mi papá y mi tía no me dejaron. Me prometí a mí misma que tenía que demostrar lo que podía hacer, tenía que salir adelante ….”
Entonces llegó el 2011, un buen arranque le abrió las puertas para ir a Europa, y comenzó el aprendizaje definitivo: competir con la élite y codearse con las mejores del mundo. Y de aprender de ellas, Yarisley pasó a ser una de ellas. Para cuando nos dimos cuenta, la pequeña pinareña había ido de derrotar a la Campeona Mundial Fabiana Murer en Guadalajara 2011 a convertirse en la primera latina en subir a un podio olímpico de esta disciplina en Londres 2012.
En la última década, fue Silva quien muchas veces portó los galones de estandarte del atletismo cubano. Ganó dos títulos mundiales Sopot 2014 y Beijing 2015 y otras dos muy meritorias preseas de bronce en Moscú 2013 y Londres 2017. Sumó dos títulos panamericanos, venció en Centroamericanos y del Caribe y coleccionó victorias en circuitos competitivos en Europa.
También nos regaló brincos de 4.90 y más, con tope personal en 4.91m (Beckum, 2015) e intentos que nos hicieron soñar con los míticos 5 metros. Y así mil batallas, aleccionadoras todas, con las que se ganó el respeto de rivales y compatriotas.
Por eso, al oficializarse la noticia de su retiro, no han faltado los mensajes de aliento y agradecimiento, las buenas vibras y el deseo de éxito en esta nueva etapa por la que transitará su vida.
No por esperado, el adiós de Yarisley Silva, es menos sobrecogedor. Este día de junio, mes donde ha cumplido 35 años, pone fin a una página de gloria y éxito para el deporte cubano. Y marca, también, una pausa de resultados elitistas para una prueba en la que muy pocos pensaron que podíamos llegar a brillar como país. Y es que la obra de Silva corona el esfuerzo de un grupo de hombres y mujeres que, desde 1998 creyeron en que era posible formar garrochistas acá, y trabajaron por y para ello.
A Silva le extrañaremos, indudablemente. Entregó mucho de sí a la historia del atletismo cubano y regaló, por doquier, lecciones de perseverancia. Toca repasar con alegría -y agradecer- las notas de la exitosa sinfonía que interpretó aupada por su pértiga.
¡Gracias, siempre!