Béisbol cubano

Matanzas, Cuba, 27 de dic. - Con un juego entre peloteros veteranos de La Habana y Matanzas, Cuba conmemorará hoy el 150 aniversario del primer partido de béisbol con registro estadístico, celebrado en el estadio Palmar de Junco.

Ese día de 1874 se enfrentaron novenas de ambas provincias en un duelo que no solo midió habilidades deportivas, sino que anunció el nacimiento de una pasión que, como una llama perpetua, ardería para siempre en los corazones de los cubanos.

Ganó el equipo de La Habana con un marcador de 51-9, un resultado tan amplio como las ansias de un pueblo por abrazar el juego que ya hacía furor en tierras estadounidenses.

Las gradas del estadio que hoy tiene el privilegio de ser el más antiguo del mundo que se mantiene activo, estaban repletas de curiosos y aficionados, quienes, sin saberlo, se convertían en los primeros guardianes de una tradición.

Entre ellos, comerciantes, poetas, campesinos y aristócratas compartieron un espacio donde las diferencias sociales parecieron disolverse con cada estruendo del bate al golpear la pelota.  

Fue un espectáculo nuevo, una danza coreografiada entre lanzadores y bateadores, un lenguaje que todos, sin importar su origen, comprendieron en el alma.

El impacto fue inmediato y profundo. Aquel partido no solo marcó el inicio de un deporte en Cuba, sino que también sembró una semilla de resistencia cultural. En medio de los ecos del colonialismo, el béisbol se alzó como una forma de expresar la cubanía, uniendo a un pueblo en torno a un juego que con el tiempo se convertiría en símbolo de la nación.

Hoy, un siglo y medio después, el béisbol en Cuba es una parte esencial de la identidad nacional y una manifestación cultural profundamente arraigada en el corazón del pueblo.

Desde su llegada se convirtió en una pasión que trasciende generaciones, regiones y clases sociales, hasta consolidarse como un símbolo de la cubanía.

En sus inicios representó una forma de resistencia al colonialismo español y un rechazo a las tradiciones europeas, especialmente al fútbol y la tauromaquia, que eran los deportes predominantes en esa época.

Practicarlo fue una declaración de afinidad con los valores de libertad e independencia, especialmente asociados con los Estados Unidos antes de la intervención directa de este país en la política cubana.

Este deporte se convirtió en un espacio donde las diferencias sociales se diluyeron. En los estadios todos compartieron el mismo entusiasmo, creando un sentido de unidad y pertenencia.

Cuba es conocida por producir algunos de los mejores jugadores de béisbol del mundo. Desde las primeras estrellas del siglo XX, como Martín Dihigo, hasta los jugadores contemporáneos que triunfan en las Grandes Ligas de los Estados Unidos, el país ha sido un semillero inagotable de talento.

El éxito de la selección cubana en eventos internacionales ha sido una fuente constante de orgullo nacional. Torneos como los Juegos Olímpicos, los Campeonatos Mundiales y el Clásico Mundial de Béisbol han servido como escenarios para que el país demuestre su excelencia en el deporte, incluso frente a las adversidades económicas y políticas.

En la isla se vive el béisbol y los estadios son puntos de encuentro donde se celebra la música, la comida y la tradición. Este deporte ha inspirado canciones, obras de teatro, poemas y hasta expresiones cotidianas del lenguaje popular.

A lo largo de la historia, el béisbol también ha sido un terreno donde se reflejan las dinámicas políticas y sociales del país. Desde el triunfo de la Revolución Cubana, el deporte se convirtió en un emblema, accesible para todos y vinculado a nuevos valores.

Aunque las relaciones con las Grandes Ligas han sido tensas debido al bloqueo económico del gobierno estadounidense y a la emigración de jugadores, el béisbol sigue siendo un puente cultural entre Cuba y el resto del mundo.

En reconocimiento a su significado histórico y cultural, este deporte fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, lo que subraya su papel como un legado invaluable que representa las aspiraciones, luchas y alegrías de los cubanos.

El béisbol es una pasión, un símbolo de identidad, un motor de orgullo nacional y un lenguaje universal que conecta a los cubanos entre sí y con el mundo. En cada jugada, cada victoria y cada sueño, late el corazón de un pueblo que ha encontrado en este deporte una expresión auténtica de su espíritu indomable.