La Estación Cultural de Línea acoge por estos días una feria de oportunidades dedicada al aniversario 502 de la Villa de San Cristóbal, y que pretende “comercializar productos ociosos y de lento movimiento”, según comunicó la empresa de Comercio de La Habana, la auspiciadora del evento. Pero, más allá de ofertas provenientes de inventarios en desuso, en el edificio de paredes de ladrillos hay calzados, confecciones, pinturas y hasta nasobucos, nuevas creaciones de entidades estatales, privadas y cooperativas.
“No puedo comprar todo lo que quisiera, pero al menos encuentro cosas a mejores precios”, dice Layla Ortega, mientras espera su turno en el stand de la microempresa Elanova. Ahí, las mascarillas desechables, a 10 pesos cada unidad, acaparan la atención y generan colas. También están a la venta almohadas, cojines y otros ajuares de cama.
Con un catálogo amplio vino a la feria ese joven emprendimiento que se estrena en Cuba junto a las más de 600 mipymes aprobadas hasta ahora. En lo que concluye el papeleo en el registro mercantil, aprovecha la feria para dar a conocer sus producciones.
La idea del proyecto nació en mayo de este año, cuando el rebrote de la pandemia reafirmó la necesidad de usar mascarillas. Meses después, funcionando bajo las regulaciones del trabajo por cuenta propia, Elanova se convertiría en empresa privada. “En un inicio apenas contábamos con una máquina manual y debido a la gran demanda, fuimos creciendo. Hoy hacemos más de 200 000 nasobucos diariamente”, subraya a Cubadebate Dailin Pérez Morel, líder del negocio.
Elanova importa los equipos y materias primas mediante una empresa estatal, mientras otra se encarga de comercializar sus producciones en todo el país a entidades, instituciones educacionales y hospitales. No obstante, agrega Perez Morel, “tenemos la intención de abrir una tienda, al menos en La Habana. Esperemos que nos llegue esa oportunidad”.
Esta reciente empresa radicada en Ciudad Libertad, en el municipio de Marianao, dio empleo, en su mayoría, a jóvenes que se encontraban interruptos. Hay trabajadores de todos los municipios de La Habana y los más experimentados están al frente de las plantas.
En enero del próximo año piensan lanzar al mercado almohadillas sanitarias, útiles del hogar, muñecos de peluche, vasos desechables, entre otros productos “totalmente cubanos” que permitan sustituir importaciones. Por lo pronto, asegura Perez Morel, no piensan exportar, “porque nuestras producciones hacen tanta falta en el país, que sería impensable”.
Muy cerca del stand de Elanova está el del proyecto Zaas. Las esponjas para fregar, su producto líder, se exhiben en un pequeño mostrador que también atrae a clientes interesados en comprar. “Son muy útiles y están escasas en las tiendas”, dice una señora en lo que guarda sus dos esponjas de color amarillo y verde.
Hace seis meses que Adnan Suárez emprendió este negocio. Importó maquinarias y materias primas y echó a andar una fábrica en Guanabacoa. Ya tiene contratos con la Corporación Cimex y con Encomil (Empresa Comercializadora, Importadora y Exportadora de la Industria Ligera) y pronto sus producciones estarán a la venta en pesos cubanos y en MLC. Todo eso mientras espera convertirse en mipyme.
Su esposa, Laura Moras, comenta que tienen planeado abastecer a todo el país e incorporar a más trabajadores. Esta feria, agrega, ha sido una oportunidad para mostrar nuestra marca, un producto “hecho en Cuba”, como promociona la envoltura de las esponjas.
En la Estación Cultural de Línea hay un stand que se roba miradas, pero no solo por las ofertas sino por su colorida decoración. “Te enseñamos a pintar la vida”, se lee en una de las paredes. Hay imágenes de Fidel, del Che y del Capitolio de La Habana. Y muchos círculos de varios colores, como las latas de pinturas que están en exhibición.
Prodanco es el nombre del negocio que desde diciembre del pasado año reúne a un grupo de jóvenes que producen pintura. Un ingeniero químico se encarga de las formulaciones, que luego se mezclan en equipos hechos por artesanos cubanos y otros importados.
Leandro Rodríguez Bello comenta que inicialmente solo le vendían a empresas nacionales. Hoy unas 65 entidades tienen contratos, como la Oficina del Historiador de La Habana, Correos de Cuba y Copextel. Y para la población abrieron hace poco una tienda, la Casa de los Colores, cerca del Mercado de Cuatro Caminos (Matadero, esquina Lindero).
Si le preguntas por los vínculos con las entidades estatales, el joven emprendedor asegura que “todo fluye bien con el tema de los contratos y los pagos”, “las empresas están muy necesitadas de pintura”.
En un plazo de 48 horas el equipo de Prodanco garantiza los pedidos, pero a veces debe sortear tropiezos cuando determinadas importaciones se demoran en llegar, primero al Mariel y luego a La Habana, explica Rodríguez Bello.
Hoy evalúan reconvertirse en mipyme. “Pensamos expandirnos, buscar más trabajadores, porque cada día el número de clientes crece”.
De la paleta de colores y tipos de pintura (vinil para interiores y fachadas; esmalte primario ferroprotector, mate con semibrillo y otro con brillo) que comercializa Prodanco en la feria, el más solicitado es el blanco para el interior de las casas. Ya han tenido que abastecer el stand varias veces, y la demanda continúa.
Productos “de lento movimiento” que se mueven en la feria
Ganchos para tejas, bujías, destornilladores de varios tipos, llaves y tranques para ventanas de madera son algunos de los productos más vendidos en la feria por la Empresa de Suministro Agropecuario Habana, del Grupo Empresarial de logística del Ministerio de la Agricultura (Gelma). La venta de esos artículos, que permanecían en almacenes en lento movimiento, reafirma que lo inservible para algunos puede ser de utilidad para otros.
El año pasado, recuerda Mireyis Montoya, económica del Centro Comercial El Vaquero, radicado en Santiago de las Vegas, la feria de Rancho Boyeros permitió limpiar los almacenes que se encontraban llenos de recursos ociosos. “Ya solo nos quedan productos de lento movimiento, y por eso estamos aquí”.
De acuerdo con el Ministerio de Economía y Planificación, anualmente se contabilizan más de 20 000 millones de pesos en inventarios, “muchos de ellos productos ociosos o de lento movimiento, que deben aprovecharse”.
Para ello, además de las ferias de oportunidades, se aprobó en 2020 la posibilidad de que las empresas comercialicen sus inventarios en su propio establecimiento, a personas jurídicas y naturales. Sin embargo, aún son altos los inventarios reportados, por la insuficiente gestión que realiza el sistema empresarial, dijo hace dos meses en la Mesa Redonda la viceministra de Comercio Interior, Grisel Ávila Díaz.
Herramientas, destornilladores, llaves, cintos, guantes, flotas para albañiles y rodamientos hay también en el stand de la Empresa de Suministro Agropecuario Habana, que en tres días ha recaudado 84 000 pesos.
En una de las carpas dispuestas en el patio del recinto ferial la demanda por lavamanos (557 pesos) y losas para piso (129 pesos el metro cuadrado) “ha sido muy fuerte”, dice Pedro Valdéz, administrador de la empresa de Comercio de Centro Habana. Y la cola hace evidente su afirmación.
No se trata, aclara, de materiales ociosos. “Son productos de buena calidad que hemos traído a la feria para que la población los pueda adquirir, pues han estado escasos últimamente en las tiendas”. El joven directivo argumenta que en este tipo de producciones “se priorizan los subsidios, los pedidos estatales” y que, además, “hay atrasos”.
En la fila para comprar lavamanos, Jenifer Chirino y su esposo Eduardo Hernández destacan que en este stand las opciones son muy buenas, “porque son productos que hoy solo se ven en MLC, una moneda difícil de obtener”. Y “aquí tienen un precio maravilloso, acorde con nuestros salarios”.
Sin embargo, para Alberto, de 65 años, los precios siguen estando caros. En el caso de Yoel, la cola para entrar a las naves es lo más tedioso, pero “camina rápido”. “Creo que la iniciativa es bien oportuna, ojalá se mantenga”.
Según lo programado, la feria se desarrollará hasta el 25 de noviembre, en los horarios de 10:00 de la mañana a 6:00 de la tarde, y a cinco pesos la entrada.