Varias generaciones de cubanos han llevado blusas y sayas, camisas, shores y pantalones con colores y diseños según el tipo de enseñanza, como parte de su uniforme escolar. Y lo han hecho suyos hasta nuestros días.
En relación con este tema, por ejemplo, en el año 1976 el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el acto central conmemorativo de los aniversarios 15to. de la Unión de Pioneros de Cuba y 14to. de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), al hablar con los estudiantes participantes y consultar con ellos algunas modificaciones a los diseños de entonces, aseguró que la cuestión no era solo de gustos, sino además de problemas económicos.
Conversaba también de los gastos que hacía el país para adquirir la tela, de la cantidad de prendas para cada alumno, de los atributos para diferenciarlos, de la posibilidad de alargar su vida útil y hasta de su uso correcto, porque de no hacerlo era “una falta de educación, falta de hábitos, falta de disciplina”.
Y decía más: “Con los estudiantes (…) se discutieron todos los detalles del uniforme; el color, el diseño, todo. De modo que fue una decisión democrática y por la inmensa mayoría de los estudiantes”.
Son esos sentimientos los que también guiaron al grupo de trabajo nacional que, presidido por el Ministerio de Educación y con la participación de varios ministerios, la UJC, las organizaciones estudiantiles y la Oficina Nacional de Diseño (ONDi), se ocupó de la elaboración del diseño del uniforme que se implementará para el próximo curso escolar.
Precisamente con Rosa María Ramírez Montero, miembro del Buró Nacional de la UJC y presidenta de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM); y Hamlet Álvarez Aguiar, presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), quienes integraron ese grupo de trabajo, dialogó Juventud Rebelde para conocer detalles del proceso.
Ambos dirigentes coincidieron en que el uniforme es parte también de esa conquista que es la educación, porque todos nuestros estudiantes, no importa el nivel o tipo de enseñanza que cursen, tienen el suyo, acompañado por los atributos pioneriles en el caso de primaria y secundaria.
Destacaron que su uso, además, es un gran ahorro para cada familia, fomenta la igualdad, mantiene la disciplina escolar y estimula hábitos de cuidado de la apariencia personal. Se trata de prendas que, a pesar de las limitaciones económicas, el Gobierno cubano garantiza.
Igualmente, detallaron que durante años la transformación del uniforme ha sido un reclamo de los pioneros y estudiantes en sus asambleas de destacamento y grupo, en los congresos y en los debates del proceso Aniversario 55 de la OPJM y la Asamblea Nacional de la FEEM, celebrados hace alrededor de un lustro.
Añadieron que durante el pasado año se trabajó en los nuevos prototipos, y entre los que se sumaron a esta labor estuvieron los ministerios de Industria, Comercio Interior, Economía y Planificación y Cultura, así como el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación.
Entre las premisas para hacer las propuestas, apuntaron, estuvo garantizar la imagen de los uniformes escolares como vía para el fomento de valores de unidad y equidad, así como mantener ese apoyo a la familia. También optimizar la propuesta actual atendiendo a las capacidades del presupuesto disponible y de nuestra industria, aumentar la vida útil de las prendas, y el empleo y variedad de tipos de tejido.
Los estudiantes deciden
Tras varias jornadas de trabajo en el grupo nacional y de contar con diferentes variantes de diseño fue que se llevó a consulta con los estudiantes el nuevo prototipo. Según Ramírez Montero, las preguntas del cuestionario para el cambio fueron elaboradas por la ONDi, con guion e ilustraciones para los materiales audiovisuales, los cuales sirvieron como apoyatura a todo lo realizado.
“El amplio proceso fue conducido por nuestras organizaciones estudiantiles en las provincias. La consulta se desarrolló en octubre último, momento en el cual nuestros alumnos habían regresado a clases de forma presencial, al tener el país una mejor situación epidemiológica en el enfrentamiento a la COVID-19”, señaló.
Por su parte, Álvarez Aguiar explicó que se seleccionaron centros con una alta concentración de matrícula, pero también escuelas del Plan Turquino. Cada variante fue analizada celosamente con ellos y se les dio la posibilidad de incluir algo más.
“Ese valor participativo generó mucha motivación y empatía con los alumnos al sentirse reconocidos en el proceso. En nuestro caso, hablamos con los muchachos de los preuniversitarios, politécnicos, escuelas pedagógicas y los centros del deporte.
“Recordemos que han sido muchas las consultas en las que han participado los integrantes de nuestras organizaciones estudiantiles; la más reciente fue sobre las modificaciones que para estos tiempos precisa el manual Nosotros, el documento rector de la organización”, ilustró.
Se interactuó con 325 306 estudiantes de 5 954 escuelas primarias; 230 031 de 1 012 escuelas secundarias básicas y 202 502 alumnos de 738 centros de la enseñanza media superior, destacó la Presidenta de la OPJM, quien afirmó que la mayoría de los consultados aprobaron las propuestas. En el caso de la primaria, precisó, todas las preguntas alcanzaron respuestas positivas por encima del 90%, mientras que en secundaria fue del 97%.
En la Educación Media Superior, detalló Álvarez Aguiar, las respuestas positivas se movieron por encima del 74 por ciento; entre los elementos que más impactaron estuvieron la unificación del color azul para todos los tipos de enseñanza y la solución del distintivo.
“Aunque este nivel no tuvo grandes cambios en la estructura de las prendas, sí resulta muy contrastante en términos de imagen por la unificación de colores. Por eso hubo que explicar mucho para que se entendiera el porqué del nuevo uniforme; por suerte, lo mejor fue el consenso al cual se llegó”.
A partir de estos resultados, y tras su presentación por el grupo nacional al Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, se determinó implementar los nuevos diseños para el curso escolar 2021-2022, que, como se ha dicho, debe comenzar entre febrero y marzo.
—¿Cómo será la implementación?
Los alumnos de grados iniciales de cada enseñanza son los que recibirán los nuevos uniformes, mientras que los continuantes seguirán usando los anteriores en los próximos cursos; es decir, en nuestras escuelas coexistirán los diferentes tipos de prendas y colores. Debe ser así durante tres cursos aproximadamente, pues el cambio se realizará de forma paulatina.
“Todo está en dependencia de la situación económica que presente el país, pues en ocasiones han existido problemas relacionados con la materia prima. En el caso de Secundaria Básica y la Enseñanza Media Superior el cambio se notará más rápido, pues estas solo tienen tres cursos, no así en la primaria, que son siete. Los precios aún se estudian para cuando se decida su comercialización, siempre con antelación al comienzo del curso escolar”.
—Uno de los grandes desafíos será afianzar en los estudiantes el nuevo diseño…
Como sabemos, todo cambio para que pueda tener éxito tiene que ser explicado, compartido, argumentado… Por eso cuando nuestros estudiantes regresen a las aulas habrá un proceso de validación del nuevo diseño y también para detallar cómo será su implementación. Era algo que ya teníamos concebido con el Ministerio de Educación, pero que la COVID-19 ha retardado.
“Para ello se desarrollarán asambleas de destacamento y de grupo, en las cuales nuestros dirigentes pioneriles y estudiantiles, acompañados de los maestros, explicarán todo lo realizado para llegar al nuevo uniforme, así como las ventajas que este tiene. Contaremos con los materiales audiovisuales elaborados por la ONDi y Cinesoft. Esto también lo haremos con las familias”.
—¿Se mantiene lo estipulado en el uso de estas prendas escolares?
Pues sí; lo que cambia es el diseño, no la forma en que se tienen que usar. Nuestros estudiantes tienen que comprender que el uniforme escolar no precisa de adornos extra, y que se le deben hacer solo los ajustes necesarios. Innovar en cuanto a su diseño por una afición a la moda constituye una indisciplina injustificable.
Como explicó recientemente Ena Elsa Velázquez Cobiella, ministra de Educación, a pesar de las dificultades económicas que atraviesa el país se ha favorecido la compra del tejido con que se elaboran estas nuevas prendas y la industria trabaja en su confección. Para entre los meses de febrero y marzo deberán estar los uniformes y para ese entonces se informará su venta.
Nuestros entrevistados coinciden en que los estudiantes contarán con un uniforme “más fresco, atractivo, cómodo, práctico y que mantiene su modernidad. Un uniforme que sigue garantizando una igualdad estética e impide la proliferación de diferencias en el vestuario entre estudiantes; un uniforme que eligieron con los colores de su bandera; un uniforme que se parece más a ellos”.
¿Qué ventajas tiene el nuevo diseño?
- Mantener los tejidos actuales porque son más estables y duraderos, de menor precio de importación y se secan más rápido.
- Unificar los colores de los tejidos y las estructuras de las prendas en la secundaria y la enseñanza media superior ofrece ventajas en dos direcciones: por un lado, la industria tendrá un mayor aprovechamiento de los inventarios y capacidades de reposición, y por otro, el estudiante puede transitar con las mismas prendas de un nivel educativo a otro, solo cambiándole los botones.
- Permite adquirir el tejido crudo, y en el caso del poplín solo implica blanqueado, mientras que el tejido drill permite teñido en rojo y azul, simplificando el proceso industrial.
- Se propone una imagen renovada que se adecua a las demandas de los estudiantes con solo la transformación de cuatro estructuras, lo cual favorece que los procesos de moldes y escalados por tallas que la industria debe emprender, sean menos complejos.
- Se eliminan los zíperes como accesorios de cierre y se utilizan solo botones, que resultan más viables para reparar y reponer.
- Las diferencias entre las enseñanzas que unifican sus módulos de uniformes se concentran en dos elementos al alcance de la producción: los botones azules y un distintivo textil que se resuelve sin exceder el consumo de tejido.
- Se contextualiza mejor desde el punto de vista simbólico, al tener todos las enseñanzas los colores de la bandera, pues se elimina el mostaza en la secundaria básica.
- Los índices de consumo en el estudio realizado disminuyen en dependencia de las tallas, en el caso de primaria: la saya 0,15 m de tela y la bermuda 0,08 m; en el resto de los niveles educativos, la saya-short 0,10 m, lo que en grandes volúmenes implica un ahorro significativo.