Con tiempo, para no improvisar, y cuidando hasta el menor detalle: así se ha trabajado, para hacer posible que el próximo lunes comience en Cuba el retorno a una presencialidad indispensable para completar el curso escolar 2020-2021, afirmó en esta capital Eugenio González Pérez, viceministro de Educación.
En exclusiva a la ACN, destacó que será un proceso gradual y seguro, que de forma escalonada devolverá a las aulas a quienes cursan la Educación General, siguiendo el mismo esquema de tres grupos con el cual se ha desarrollado la campaña de vacunación de la población pediátrica cubana de dos a 18 años de edad.
Así las cosas, los primeros en reanudar las actividades docentes presenciales serán los estudiantes de grado 12, tercer año de la Enseñanza Técnica y Profesional (ETP) y los últimos dos de Formación Pedagógica, que precisamente desde hoy recibirán la tercera dosis.
Luego de esto podrán regresar a la escuela, aunque, para mayor tranquilidad de las familias, vale decir que los estudios demuestran que, con apenas dos dosis, niños, adolescentes y jóvenes alcanzan mayor nivel de inmunidad frente a la COVID-19, que los adultos con las tres, significó González Pérez.
No obstante, y como lo primero es y será siempre preservar la salud y la vida de los educandos, educadores y demás trabajadores mantenemos como principio que el año académico se reanudará de manera presencial en la medida en que las condiciones higiénico-sanitarias lo permitan, enfatizó.
Ahora mismo se realizan análisis muy puntuales en algunas provincias, entre estas Pinar del Río, que enfrenta un “pico” pandémico, pero no es el Ministerio de Educación el que aprueba o no el regreso a las aulas, esa decisión está en manos de los grupos temporales de trabajo a nivel nacional y por territorios, abundó.
Lo que sí nos corresponde y hemos estado haciendo es asegurarnos y garantizar que las condiciones sean creadas y todo esté a punto cuando llegue el momento, afirmó el Viceministro.
Más de 300 instituciones educativas en todo el país -incluidos la mayoría de los IPVCE y escuelas pedagógicas- funcionan hoy como centros de aislamiento u hospitales, pero sus alumnos no tendrán que esperar a que sean liberadas, higienizadas, habilitadas y certificadas, pues uno a uno se les ha buscado una escuela a la que asistir, mientras más cerca de casa, mejor, señaló.
Para los de Formación Pedagógica se han organizado sedes municipales, con un claustro de excelentes profesores de la propia localidad y, como responsables y tutores, a los docentes de sus escuelas; los de ETP harán valer la máxima de aprender haciendo y se vincularán a centros afines a su especialidad para combinar teoría y práctica y desarrollar habilidades, en tanto los alumnos de los institutos vocacionales de Ciencias Exactas, aunque ubicados provisionalmente en otros preuniversitarios, recibirán una atención diferenciada, explicó.
Con ese nivel de minuciosidad se ha trabajado también en cada territorio para asegurar transportación, alimentación, incluso las condiciones de vida de alumnos como esos cinco muchachos del “pre” del poblado artemiseño Las Cañas, que por vivir demasiado lejos no pueden, como el resto, trasladarse a diario, y a quienes la escuela reservó camas y colchones antes de entregar esa parte del mobiliario como apoyo a la batalla contra la pandemia, manifestó.
Sobre qué sucederá en esos primeros días a partir del venidero lunes, expresó que, luego de tantos meses fuera de la escuela, será un tiempo de reencuentro, en el cual educandos y educadores deberán reaprender juntos a asumir un régimen escolar, una forma organizativa, un horario de vida, y readaptarse a las normas de convivencia, la cotidianidad en el aula, al trabajo en equipo.
De ahí el enfoque psicopedagógico de ese diagnóstico personalizado de cada estudiante, en el que tanto se ha trabajado y que no se reduce a lo estrictamente académico, a sus dificultades en esta o aquella asignatura, nivel de conocimientos y asimilación de contenidos, e igual pondera lo socioemocional, afectivo, conductual, sentimientos, ideas, anhelos, preocupaciones, explicó.
Consideró todo un reto implementar las adaptaciones curriculares a partir de las cuales fue diseñado este curso escolar, no ya en las 31 semanas inicialmente previstas, sino en apenas 19, y significó que será precisamente el diagnóstico individual de los alumnos lo que permitirá seleccionar esos contenidos que constituyen invariantes del conocimiento, esencias de cada grado y asignatura.
No estamos hablando de una prueba para medir saberes, sino de observación e intercambio constantes, que posibiliten al maestro conocer en qué es preciso insistir, profundizar y, sobre esa base, hacer una dosificación de los tiempos y contenidos y atender las diferencias, para que al final puedan todos salir airosos de un proceso de evaluaciones, que será flexible y ajustado a estas circunstancias, lo que para nada significa regalar notas, abundó.
Para lo que se avecina contamos con nuestros educadores, muy bien preparados y con unas ganas tremendas de hacer, y contamos con la familia, que mucho puede contribuir a retomar hábitos, rutinas, horarios, y también al cumplimiento estricto de las medidas higiénico-sanitarias, que incluso después de vacunado el último educando deberá mantenerse, dentro y fuera de las instituciones educativas, pues cada espacio ha de ser un lugar seguro y toda conducta responsable, añadió.