No faltan quienes aun hoy insisten en que adolescencia se asocia con adolecer, carecer, estar incompleto.
Sin embargo, el cotidiano de vida en el mundo y las aproximaciones al tema desde el prisma científico ratifican que cada vez se hace más necesario modificar tales planteos, que son, en definitiva, prejuicios y aluden nada menos que a la generación más numerosa de la historia, pues, según Unicef, en el mundo alientan hoy 1 200 millones de adolescentes.
El 90% de ese total habita en países de bajos y medianos ingresos, y 125 millones en zonas donde hay conflictos armados. No obstante, esa entidad de Naciones Unidas igual considera que los adolescentes del presente conforman también la generación más educada y urbanizada.
Habría que resignificar entonces comprensiones prejuiciadas sobre dicha etapa de la vida, la cual, en sí misma podría verse tan incompleta o carente como la niñez, la adultez o la ancianidad, todo en dependencia de las vivencias y expectativas de cada uno de esos períodos vitales y del cristal con que se observen.
Aproximarse a la adolescencia con ópticas cada vez más actuales fue, precisamente, uno de los objetivos del I Congreso Internacional sobre Infancias y Adolescencias "Creciendo al Futuro”, realizado entre el 28 de mayo y el 2 de junio último en Varadero.
Compartir perspectivas, experiencias y desafíos en la participación, atención y bienestar de los niños y adolescentes en el contexto actual animó a la concurrencia de más de 300 delegados de una treintena de países, quienes coincidieron en que aumentar la protección de esos grupos etarios sigue siendo un desafío para el mundo, su presente y su porvenir.
Fortalezas en jean
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud y con Unicef, la adolescencia es ese período de crecimiento después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años.
Aunque no existe una total coincidencia a nivel global acerca del rango de edades, sí la hay en cuanto al importante valor adaptativo y decisivo de esa compleja y hermosa etapa, en la cual el desarrollo humano adquiere nuevos rumbos, es elaborada la identidad y se plantea el sentido de la vida, la pertenencia y responsabilidad social.
Ello, mientras acontecen importantes cambios físicos, psicológicos y sociales que influyen en el desarrollo biopsicosocial de los muchachos, cuya comprensión sigue siendo un desafío, según subrayara la doctora argentina Mónica Elba Borile, una de las personalidades invitadas al mencionado Congreso.
Algunas de las principales fortalezas de la adolescencia son:
- Su capacidad de adaptación y aprendizaje, que les permite enfrentar los desafíos y asumir las oportunidades que se presentan en esa etapa, así como adquirir nuevas habilidades y conocimientos
- La búsqueda de la identidad y la autonomía, que les lleva a explorar diferentes aspectos de sí mismos, sus valores, intereses, preferencias y metas, así como a decidir y asumir responsabilidades
- La creatividad y la innovación, que les posibilita expresarse de diversas formas, generar ideas originales, resolver problemas y contribuir al cambio social
- La solidaridad y la empatía, que les hace sensibles a las necesidades y sentimientos de los demás, participar en acciones colectivas y desarrollar un sentido de pertenencia y ciudadanía
A estas se pueden añadir algunas valoradas por ellos mismos: el humor, la bondad, la curiosidad, el amor y la gratitud, así como el optimismo, la gratitud, el amor, la esperanza y el entusiasmo
Sombras del camino
Aun cuando las fortalezas y potencialidades mencionadas son un distintivo de las adolescencias, que es posible reforzar y desarrollar con el apoyo familiar, escolar y comunitario, no en todas las geografías los adolescentes viven de manera plena.
Muchos carecen de todo lo necesario para poder ejercer plenamente sus derechos. La pobreza y la privación, la desigualdad de género y otras formas de discriminación se entremezclan con el cambio climático, crisis y otras turbulencias económicas, conflictos bélicos, migraciones y otras vergüenzas que aquejan al planeta atentan contra el bienestar de ese grupo humano, no siempre considerado por los decisores y encargados de formular políticas.
Entre las principales sombras o problemáticas que atentan contra una adolescencia plena se apuntan:
- La falta de acceso a una educación de calidad y equitativa. Uno de cada cuatro de los adolescentes más pobres del mundo nunca ha ido a la escuela, y más de 200 millones de adolescentes en edad de recibir educación secundaria tampoco asisten a un centro escolar. La pandemia de COVID-19 agravó tal panorama al interrumpir el aprendizaje presencial y aumentar el riesgo de abandono escolar
- La vulnerabilidad ante enfermedades y mortalidad evitables. Los adolescentes son el único grupo etario en el que las muertes relacionadas con el sida no están disminuyendo. Además, las principales causas de muerte entre los adolescentes son los accidentes de tráfico, el suicidio, las complicaciones del embarazo y el parto, la violencia interpersonal y las enfermedades respiratorias inferiores. Fallecimientos que en buena medida podrían evitarse con una atención sanitaria adecuada, una prevención eficaz y una promoción de hábitos saludables
- La exposición a la violencia y el abuso. Los adolescentes sufren diversas formas de violencia y abuso en sus hogares, escuelas, comunidades e internet. Según datos de la OMS, alrededor del 15% de las adolescentes (entre 15 y 19 años) han sufrido alguna forma de violencia sexual en su vida. Sin olvidar que lo mismo para ellas que para ellos, la violencia en general conlleva graves consecuencias para su salud física y mental, para su autoestima y capacidad de relacionarse con los demás.
- La discriminación por razones de género. Durante la adolescencia se consolidan los roles de género, y son las muchachas quienes sufren los peores efectos de la desigualdad de género: tienen menos oportunidades para acceder a la educación, la salud, la participación social y la protección. Además, se enfrentan a riesgos específicos como el matrimonio infantil, el embarazo precoz, y la mutilación genital, prácticas todas violatorias de sus derechos humanos
- La falta de participación y empoderamiento. Los adolescentes tienen el derecho a expresar sus opiniones, a ser escuchados y participar en las decisiones que les afectan. Sin embargo, muchas veces se les niega tal posibilidad, excluyéndolos de los espacios de diálogo y acción sin considerar cuánto pueden aportar a su sociedad por ser agentes de cambio e innovación
De ahí que se haga cada vez más urgente promover su participación y empoderamiento en todas las instancias de su existir, desde la familia, la escuela hasta los espacios de dirección y gobernanza.
No por gusto, la doctora Mónica Elba Borile, pediatra argentina acreditada en medicina del adolescente, comentaba para el boletín Creciendo al futuro, del I Congreso Internacional sobre Infancias y Adolescencias, que se debe “pensar en que el presente y futuro de las infancias y adolescencias debe ser libre, con inclusión e igualdad de oportunidades, que tengan garantizado el derecho a construir su identidad social, cultural y de género de acuerdo con sus vivencias intrínsecas, personales y sociales, evitando el maltratado y a discriminación. Que las inequidades se superen para garantizar el derecho a vivir sin violencias”.
Adolescentes en la Antilla Mayor
No fue casualidad que la clausura del I Congreso Internacional sobre Infancias y Adolescencias "Creciendo al Futuro” coincidiera con la celebración del Día Internacional de la Infancia en Cuba, “justamente en el momento que nuestro Gobierno elabora una Política integral de niñez y juventudes, para presentarla próximamente a la Asamblea Nacional del Poder Popular”.
Así lo destacaba Jorge Luis Broche Lorenzo, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe del Departamento de Atención al Sector Social, en la ceremonia de clausura.
En esa oportunidad, el dirigente precisó que Cuba se encontraba enfrascada en un momento de compromiso explícito del Gobierno y sus instituciones por mantener los logros en la protección a la infancia y la adolescencia; sin embargo, dijo, a pesar de los esfuerzos por garantizar la igualdad de oportunidades para todos, todavía quedan muchos desafíos.
En coincidencia con lo destacado por el directivo, también la representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Cuba, Alejandra Trossero, había señalado en ocasión del evento internacional que las nuevas generaciones ocupan una centralidad en la política pública cubana.
Como un logro relevante durante los últimos doce meses en Cuba, la directiva había igual subrayado la aprobación del Código de las Familias, que reconoce a niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho, a la vez promueve estilos de crianza positiva y libres de violencia. “Nos corresponde apoyarlos para que puedan ejercer esos derechos, sus opiniones sean escuchadas y tengan siempre un trato justo y respetuoso”, aseveró entonces la Sra. Trossero.
Unicef y otras organizaciones internacionales parten del convencimiento de que su apoyo es muy necesario para las adolescencias en todo el mundo, con miras a solucionar las problemáticas a que este grupo generacional se enfrenta.
Sin embargo, para propiciar ese bienestar que merecen y necesitan los adolescentes hacen falta respuestas integrales, que además del empeño de las entidades internacionales incluya la voluntad política de los gobiernos, la incorporación convencida de la sociedad civil y de los propios muchachos, en quienes se debe fomentar la resiliencia ante ante lo adverso.
Garantizarles acceso a la información, a servicios y oportunidades; propiciarles entornos seguros y propicios que fomenten el respeto, la diversidad, la inclusión y la solidaridad será un camino para que los adolescentes puedan desplegar sus alas y volar tan alto como ellos mismos y el mundo necesita.