La Televisión Cubana ha perdido a una de sus más constantes e incisivas cronistas, a una mujer que se consagró al análisis de la programación con extraordinario sentido de pertenencia, con una inquebrantable fe en las potencialidades del hombre. Paquita Armas Fonseca, periodista y crítica, ha fallecido este lunes en La Habana, víctima de un accidente cerebrovascular.
En su amado El caimán barbudo, revista de referencia de la cultura cubana, dejó textos ejemplares sobre todas las manifestaciones del arte. Pero indudablemente fue el audiovisual el centro de su mayor obra periodística.
Sin pelos en la lengua, como le gustaba decir, comentó sobre películas, documentales y programas de televisión, sin rehuir de polémicas. Defendía sus criterios con argumentos, y más de una vez asumió largas discusiones sobre la factura y los conceptos de muchas producciones.
Buena parte de esa mirada crítica ha quedado publicado en libros.
Paquita Armas Fonseca era colaboradora habitual de varios medios de comunicación en Cuba, y era animadora entusiasta de sus propias redes sociales en Internet. "Donde están los jóvenes, tengo que estar yo", repetía una y otra vez. Esa fue una de sus obsesiones: contribuir a la formación de ciudadanos plenos, cultos, comprometidos con su contexto.
En una de las tertulias a las que asistía, en la Uneac, comentó: "A mí me podrán poner una mano sobre la boca para que no hable, pero yo me las arreglaré para hablar aunque sea por señas. Ese es el cometido del periodista: no callar nunca".