Nadie puede ignorarlo: aún en la fecha luctuosa que rememora su desaparición física -28 de octubre de 1959-, de manera invariable Camilo Cienfuegos ilumina al pueblo cubano con la fuerza de su coraje sin límites y de su alborozo.
En este cierre de octubre de 2021 vuelve ese Camilo de solo 27 años, más que un héroe: tan cubano sencillo y reyoyo, tan patriota raigal y tan dispuesto a dar la vida por la justicia, en momentos en que miles de jóvenes compatriotas sienten suyo su legado, enfrentando la pandemia de Covid-19, en recurva descendente, y a conjuras mercenarias pagadas por el imperio, entre otras batallas de hoy.
A 62 años de su muerte, junto a los valiosos combatientes, el experimentado piloto Luciano Fariñas y su joven escolta, Félix Rodríguez, también desaparecidos en el accidente aéreo, el Comandante Camilo Cienfuegos sigue siendo uno de los mejores e imprescindibles hijos de la Patria.
Pasó a la historia con el aval de ser llamado Héroe de Yaguajay –una batalla decisiva en la victoria final del Ejército Rebelde- y Señor de la Vanguardia, por su brillante desempeño como combatiente y jefe dentro de esa fuerza combativa popular, que integró desde el primer día, pues se encuentra entre sus fundadores como expedicionario del yate Granma que fue.
Fueron Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, ya reconocidos desde mucho antes como Comandantes del Ejército que combatía al tirano desde la Sierra Maestra, los que desplegaron por toda Cuba la ofensiva rebelde que catapultó la derrota del criminal dictador Fulgencio Batista.
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Una campaña osada, dura y repleta de peligros, libradora de heroicas batallas, a la que se sumaron más y más cubanos valientes a su paso, al tiempo que rendían homenaje a la Invasión de Oriente a Occidente protagonizada, por la misma ruta, por los generales Máximo Gómez Báez y Antonio Maceo y Grajales.
Para los isleños actuales es un placer y orgullo hablar de un cubano tan acrisolado, que representa su idiosincrasia por su carácter extrovertido, dinámico y campechano. El primero en combatir lo injusto y rebelarse contra las miserias humanas, así fue desde niño. También, un ser humano de humor chispeante, amigo de la jarana, muy optimista, cualidades que ponían en su rostro su inolvidable sonrisa ancha.
También encarna el ideal de lo mejor de la juventud: valentía, coraje, honradez, solidaridad humana, alegría de vivir, patriotismo, humanismo y fidelidad, y otras tantas virtudes… Si tuvo tachas, como cualquier ser humano, nadie las recuerda.
Pocos días después de la histórica Batalla de Yaguajay, Cuba entera lo conoció en vivo, tras su llegada a La Habana, para preparar junto al Che la entrada de la Caravana de la Libertad, que transitaba el país encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, después de partir de Santiago de Cuba.
Vale destacar que en la forja de las virtudes morales, en su niñez y juventud, fue decisiva la educación dada por sus padres, dos humildes emigrantes españoles. Camilo nació en la barriada habanera de Lawton el seis de febrero de 1932.
Desde su adolescencia era inquieto y sensible ante las injusticias sociales, participó en protestas populares contra el aumento del costo de la vida y en 1954 se incorpora a la lucha contra la dictadura de Batista. Fichado por los órganos represivos, se ve obligado a salir del país.
Las estrecheces económicas de su hogar, lo obligan a interrumpir estudios y a viajar a Estados Unidos a los 21 años, de donde es deportado. A su regreso a Cuba se vincula ya de forma decidida y directa al movimiento revolucionario estudiantil. Cae preso y en prisión padece la tortura, por lo cual se ve forzado a partir nuevamente al exilio.
Durante una estancia breve en Nueva York, conoce de los planes de Fidel Castro en México, enfrascado en la organización de una expedición libertaria a Cuba.
En México se produce la concreción de sus anhelos. En la capital de ese país, en 1956 contacta al movimiento 26 de julio liderado por Fidel y se enrola en la tripulación del yate Granma, la que finalmente saldría del puerto de Tuxpan con 82 futuros combatientes.
El desembarco azaroso por Las Coloradas el dos de diciembre y el bautizo de fuego de Alegría de Pío, confirmaron su decisión de ser fiel a la causa hasta el final.
Ya reorganizada la exigua tropa, Camilo se destacó en el cumplimiento de múltiples misiones armadas al mando de Fidel, Almeida y el Che.
Su arrojo y valentía lo hacen, el 16 de abril de 1958, ganar los grados de Comandante del Ejército Rebelde que operaba ya como una realidad irreversible en las montañas de la Sierra Maestra. Su capacidad para la organización, la ofensiva y la estrategia empiezan a hacerse notorias y anunciaban al brillante jefe guerrillero que fue.
Cuando las fuerzas revolucionarias pasan a la ofensiva final, el 18 de agosto el Comandante en Jefe ordena la ejecución de la invasión de Oriente a Occidente, tal como lo hicieron las huestes mambisas en la última guerra de independencia.
El año del triunfo, 1959, fue de intenso trabajo y ejecutoria de Camilo y demás jóvenes dirigentes de la naciente revolución que desde muy temprano empezó a cumplir su vocación de igualdad, justicia social y soberanía nacional.
La consternación provocada en el pueblo por su partida física solo ha sido superada por la convicción de que su ejemplo pervive entre los cubanos. Y de que, como dijera el Maestro, la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.
Un mar de niños, estudiantes y pueblo en general ha peregrinado cada 28 de octubre hacia los litorales, ríos y reservas de agua del país para colocar flores en el inmenso sepulcro natural que acogió ese día a los héroes.
Solo los estragos de la pandemia han reducido numéricamente, en los dos últimos años, tal demostración. Pero el fervor y el amor han sido los mismos, renovados por las generaciones de hoy. Y con más fuerza, convicciones y patriotismo se irá este año al encuentro con Camilo, es un compromiso ineludible.