Cuando pareciera que se va a repetir el homenaje de siempre, cada vez es diferente, marcado por el vigor del presente. Y más en estos días en que se llega al natalicio de la extraordinaria combatiente de la Sierra y el Llano Vilma Espín Guillois, venida al mundo el 7 de abril de 1930, en la ciudad de Santiago de Cuba, en medio de acontecimientos trascendentes y festejos de niñez y juventud.
Es cierto: desde su desaparición física el 18 de junio de 2007 la mayoría de las cubanas y cubanos la llevan en su corazón de manera honda y sincera. Pero en este retoñado abril, su impronta se recuerda pocas jornadas después del triunfo popular que eligió por mayoría al nuevo Parlamento que se ratificará el próximo día 19, lo que marca un hito importante en el 93 cumpleaños de la querida Vilma. Los cubanos sabemos sobradamente lo que ha significado esta victoria en las urnas.
Tiene que ver también con la heroína porque sus congéneres y el pueblo en general están unidos por la savia mambisa. Su incansable accionar nos ayudó igualmente a ver claro el camino, en el cual rendirse jamás será una opción, por duras que sean las dificultades.
Erguida sigue ella en el bregar renovado de estos días, sobre todo en la fuerza y alegría palpitante de los jóvenes.
Hay algo innegable. En especial gustamos de recordar a la presidenta de Honor, por siempre, de la Federación de Mujeres Cubanas, con amor y respeto, como la guía, abanderada y compañera que fue en tantos combates por la igualdad de género y el avance de la mujer. O cuando se la evoca como la educadora, madre, esposa, fundadora de la familia…
Su ternura y generosidad matizaron la conducta de esa guerrillera de ideario político claro y certero, el marxismo -leninismo, que en las condiciones de Cuba está estrechamente unido a la libertad, soberanía, independencia y patriotismo genuino.
La conducta serena y muy madura por la cual se la conoció por largo tiempo en la adultez fue antecedida por una adolescencia y primera juventud de gran dinamismo, llena incluso de acciones intrépidas y corajudas, cuando fuera la legendaria Deborah de la lucha clandestina o la multifacética guerrillera del II Frente Oriental Frank País.
En todos los momentos de su vida se revela primero la heroicidad indiscutible, latente y luego siempre presente en ella. Es seguro que en la forja de esa patriota consecuente influyeran decisivamente el hecho de haber nacido y vivido en Santiago de Cuba, ciudad legendaria e histórica, cuna de tantísimos próceres cubanos, y el hecho de haber tenido unos padres que le inculcaron amor por el estudio, la cultura, el deporte y fuertes valores cívicos y patrióticos.
Fue natural, por tanto, que en 1948 se graduara de Bachiller en Ciencias, y matriculara en la por entonces nueva Universidad de Oriente la carrera de ingeniería química.
El Golpe de Estado perpetrado por Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, robusteció su formación política, aunque desde mucho antes había tenido gran participación en el movimiento estudiantil que se pronunciaba contra actos de corrupción y de injusticia, o en los de solidaridad con otros pueblos.
Como miembro de la Federación Estudiantil Universitaria Oriental (FEUO), estaba en primera fila en cada una de las manifestaciones en las calles santiagueras.
No faltó a las acciones principales: desde la protesta contra el cruento Golpe de Estado del tirano Batista hasta el reclamo por el retorno de las garantías constitucionales, la reimplantación de la Constitución del 40 y el homenaje y movilización por la muerte de Rubén Batista, asesinado por el régimen.
Ella nunca olvidó a aquel 26 de Julio de 1953, cuando se produjeron los asaltos al Cuartel Moncada, en Santiago; y al “Carlos Manuel de Céspedes”, en Bayamo, dirigidos por Fidel Castro Ruz, y se desató una sangrienta represión en todo el país. Y fue porque en su hogar se dio refugio a Severino Rosell y desde allí aseguró la ayuda a otros asaltantes perseguidos, acogidos de forma clandestina en un hospital.
Un aparte merece hablar de sus entrañables lazos de colaboración con Frank País, líder de los revolucionarios del Oriente. Después de los asaltos se hicieron indestructibles y la joven pasó a militar en las organizaciones fundadas por él en la lucha contra la dictadura batistiana, y cuando más adelante se creó el Movimiento 26 de julio ambos se integraron a sus filas.
Ya graduada como ingeniera química en la medianía de los años 50, pasó un curso de postgrado en Estados Unidos. En la vorágine de la lucha clandestina, en su retorno a Cuba pasa por México, cumpliendo orientaciones de la Dirección del Movimiento. Fue una breve escala a fin de reunirse con Fidel Castro, quien le dio orientaciones y mensajes que hizo llegar a las huestes del país.
En la candente Santiago de Cuba vivió una nueva prueba de fuego, con participación destacada en el alzamiento armado del 30 de noviembre de 1956, en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma.
Asumiendo cada vez más responsabilidades políticas y militares dentro del Movimiento, tras el asesinato de Frank País en 1957, la vida de Vilma estaba en serio peligro en su ciudad y con ello su valiosa contribución a la causa a la que se había entregado.
Se suma entonces al Ejército Rebelde, en junio de 1958, organización a la que cual y Frank País daban respaldo total, organizando el suministro de armas, combatientes y medicinas desde su región.
Como combatiente del II Frente Oriental Frank País, no solo cumplió misiones militares, sino también organizativas, de educación y de instrucción política.
Con el triunfo de la Revolución y al presidir la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fundada a instancias de Fidel el 23 de agosto de 1960, su vida y quehacer tomaron nuevas vertientes, enriquecedoras para ella y la sociedad cubana.
Integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, y luego fue miembro del Buró Político por varios años. Dentro del Parlamento encabezó la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de Atención a la Niñez, la Juventud y la igualdad de derechos de la Mujer.
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Las banderas de lucha por la equidad de géneros, contra la violencia hacia mujeres, niños y niñas, la atención a la familia en su integralidad, el respeto a los mayores, a los padres fundadores siguen siendo metas más cercanas y posibles para Cuba que para otras naciones, se agradece el haber contado con Vilma, a la cabeza de ese empeño.
Pero hay más motivos para invocarla en tiempos cuesta arriba, de trabajo intenso y creador, bajo el convite de una unidad lograda por el triunfo de valores sagrados, medulares, irrevocables. Por eso está aquí, junto a nosotros, y venceremos. (Marta Gómez Ferral, ACN)