“Aquí no se rinde nadie…”. Más que una frase, es una convicción que corre por las venas de Cuba como la sangre. Asumirla, desde el compromiso y la coherencia, es el modo más digno de honrar al Comandante Juan Almeida Bosque, a quien se le rindió homenaje este miércoles, a 15 años de su partida física, en una gala encabezada por el líder de la Revolución Cubana, General de Ejército Raúl Castro Ruz, y el primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Fue la Sala Universal, del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el escenario del tributo, que juntó a artistas de generaciones diversas, y que contó con la presencia, además, de los miembros del Buró Político Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado; Manuel Marrero Cruz, primer ministro de la República; y Roberto Morales Ojeda, secretario de Organización del Comité Central del Partido.
También estaban allí el vice primer ministro, Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez; el Comandante del Ejército Rebelde José Ramón Machado Ventura, otros miembros del Buró Político; así como dirigentes del Partido, del Estado y del Gobierno, y familiares del guerrillero leal, del hombre humilde y sensible, tocado por la música.
Con imágenes que resumen, en apretadísima síntesis, la vida de entrega a la Patria del Comandante Almeida, inició el homenaje. Entre fotos emergió el asaltante al cuartel Moncada, el expedicionario del Granma, el jefe fundador del Tercer Frente Mario Muñoz, el dirigente político, y quien cumplió cada tarea de la Revolución, como dijera Raúl, “con proverbial lealtad, eficacia y espíritu de sacrificio”.
Fue la música, su música, el hilo conductor de la velada, cual reverencia a las más de 300 canciones que nacieron de su inspiración, y de ese modo tan suyo de ver la vida.
En la voz de Bárbara Llanes se escuchó El gran día de enero, y la musicalísima Beatriz Márquez, que sintió como suyas sus canciones, interpretó Mejor concluir. El coro Lucecita entonó Marinero quiero ser, Raquel Hernández trajo a la escena Es soledad, y no podía faltar La Lupe, a cargo del trovador Eduardo Sosa, cuya letra nos reafirma la decisión primera de Almeida de “vencer o morir”.
También su hijo Juan Guillermo y su orquesta interpretaron algunas de las piezas más populares, en hondo reconocimiento al legado cultural del Comandante, con piel de artista.
“Yo he sido un soldado de la Revolución”, se escuchó decir en la sala, en palabras del propio Almeida, “y me vanaglorio de haber estado siempre al lado de Fidel”. Merecido lugar, ganado a golpe de tesón y coraje, cualidades que lo mantienen vivo, “hoy más que nunca”.