Cubadebate reproduce el discurso pronunciado por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, en la XXIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), en Caracas, Venezuela, el 14 de diciembre de 2024, “Año 66 de la Revolución”.
Compañero Nicolás Maduro Moros, hermano y presidente de la República Bolivariana de Venezuela;
Querido Nicolás, siempre es grato y emocionante estar en tu amada Caracas, y en la tierra de Chávez, comandante eterno en el corazón de los pueblos latinoamericanos.
Y es doblemente grato y emocionante estar en estos sitios sagrados, junto con los amigos-hermanos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, celebrando un momento trascendente de la historia común.
Estimados presidentes y hermanos comandante Daniel Ortega Saavedra y Luis Arce Catacora;
Estimados primeros ministros Ralph Gonsalves, Roosevelt Skerrit y Gaston Browne;
Estimado representante de la República de Honduras, a cuya presidenta Xiomara Castro envío un abrazo fraterno;
Amigo Malki y representantes del Estado palestino, a quienes les reitero la más firme solidaridad del pueblo y Gobierno cubanos; esa solidaridad que cada día se la ofrecemos a los cientos de estudiantes palestinos que están en Cuba;
Compañero Jorge Arreaza, secretario ejecutivo del ALBA-TCP;
Jefes de delegaciones y representantes de las naciones que componen la Alianza;
Invitados, miembros de los movimientos sociales, participantes:
Han pasado veinte años desde la memorable tarde-noche del 14 de diciembre de 2004, en La Habana, cuando Fidel y Chávez sellaron con un abrazo el nacimiento del ALBA, proceso emancipador que el tiempo ha ido transformando en abrazo de nuestros pueblos.
Cinco años más tarde, el ALBA-TCP escalaría en su proyección internacional con la incorporación, primero, de Bolivia y Nicaragua, y luego de Dominica, Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas, los tres primeros países del Caribe anglófono en honrarnos con su participación.
Con las incorporaciones posteriores de San Cristóbal y Nieves, Granada y Santa Lucía, la Alianza fortaleció su voz y alcance regional hasta llegar a ser lo que es hoy: un espacio de fraternidad, de solidaridad, de cooperación, de respeto, de unidad, de lucha por los intereses de los desposeídos; voz de los sin voz; defensa articulada de hermanos en la historia contra la dependencia y la subordinación al imperialismo y a las oligarquías regionales.
Hoy vuelve a juntarnos una cumbre del ALBA-TCP, hito en la batalla por la unidad de Nuestra América y en defensa de la justicia social, por un mundo mejor posible que todos anhelamos.
Ni una sola vez hemos faltado a la cita, como no faltaremos jamás a la causa de la integración americana, que tantos sueños y proyectos tiene pendientes, y este encuentro como los anteriores no deja de emocionarnos; sueños y proyectos que Fidel y Chávez impulsaron y concretaron como nadie desde los tiempos de Bolívar, para dar respuesta a las aspiraciones de millones de personas. Y que nos corresponde a quienes seguimos sus pasos impulsar y concretar con idéntica voluntad, ahora, cuando no son menos desafiantes los tiempos para nuestras naciones.
El camino no ha sido fácil. La férrea voluntad de cada uno de nosotros de ver avanzar al ALBA-TCP fue lo que permitió que la Alianza se consolidara en un proceso de integración inclusivo, que se distingue por la coordinación de acciones para hacerles frente a los peligros comunes, por poner siempre en el centro de las decisiones el bienestar, el desarrollo y la prosperidad de los pueblos.
Estimados jefes de Estado y Gobierno, amigas y amigos:
Las amenazas a la seguridad y la estabilidad de varios de nuestros países han dado lugar a numerosos encuentros de la Alianza en el presente año para intercambiar sobre el muy complejo escenario internacional y regional que enfrentamos.
Como advirtió el General de Ejército Raúl Castro Ruz en la XV Cumbre del ALBA-TCP: “Estamos en una etapa crucial de nuestra historia, en la que un retroceso a escala regional tendría impactos muy negativos para nuestros pueblos”.
Hoy el sistema de relaciones internacionales sufre los desbalances de un orden injusto, desigual y excluyente. Somos testigos de la promoción de discursos de odio y violencia, de estímulos desembozados al extremismo, y del regreso a viejos, pero no superados, mecanismos de dominación imperialista. A los intentos de golpes de Estado y de persecución a figuras políticas de izquierda y progresistas, se suma hoy una feroz maquinaria comunicacional dirigida a sembrar el terror y la mentira.
La Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto no son viejas teorías del siglo XIX. Sus conceptos expansionistas y hegemónicos están más vigentes que nunca en América Latina y el Caribe.
El imperialismo y las oligarquías no han renunciado jamás al objetivo perverso de dividir a los pueblos, sembrando la enemistad entre los Gobiernos de la región, para limitar el alcance de políticas públicas de carácter social, apropiarse de los valiosos recursos naturales de esta fabulosa geografía y socavar el avance de la integración latinoamericana y caribeña que profundizaría la independencia.
Ignoran con absoluto desprecio por las naciones en desarrollo el derecho internacional y las más elementales normas de convivencia, a través del unilateralismo y el chantaje.
Se impone entonces una profunda reforma del orden internacional actual, para que por fin prevalezcan la solidaridad y la cooperación por encima de las diferencias.
Resulta impostergable recobrar el multilateralismo para avanzar hacia un nuevo orden en el que los países del sur participen en pie de igualdad en la toma de decisiones globales.
Cese la filosofía del despojo y cesará la filosofía de la guerra, como dijo Fidel en uno de sus históricos discursos en las Naciones Unidas. El colonialismo, el neocolonialismo, el creciente fascismo y cualquier otra manifestación que amenace la paz y la seguridad internacionales brotan de ese afán de posesión y control, del intento permanente por despojar a otros de sus tierras, de sus bienes y hasta de sus vidas.
Cada vez es más evidente la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional, que cierre la brecha abismal que hoy separa al norte y el sur y brinde un tratamiento justo a los países en desarrollo en el proceso de toma de decisiones y en el acceso a fuentes de financiamiento.
Urge, como nunca antes, el respeto pleno a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, en particular, la igualdad soberana de los Estados, la libre determinación de los pueblos, el arreglo pacífico de controversias y el rechazo a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado.
Se requiere la invariable voluntad y el esfuerzo de todos por la unidad, la integración y la paz. Ratificamos en este sentido la absoluta relevancia de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, en la que patentizamos el compromiso de desterrar para siempre de la región el uso y la amenaza del uso de la fuerza.
Los dramáticos y precipitados acontecimientos registrados en Siria, que provocaron un cambio de poder en esa nación árabe, forman parte de una peligrosa y arriesgada remodelación de la región de Oriente Medio al servicio de los intereses de Estados Unidos, Israel y Occidente.
Hacemos un firme llamado a preservar la soberanía, la integridad territorial y la independencia de Siria y la unidad de su pueblo.
Estimados jefes de Estado y Gobierno, amigas y amigos:
Resulta extremadamente alarmante la tendencia creciente a la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contra los países que no se someten al hegemón imperial, ocasionándole un perjuicio directo, intencional y políticamente motivado a la soberanía e independencia de los Estados contra los cuales van dirigidas. Violan el principio de no injerencia en los asuntos internos y entorpecen los esfuerzos de las naciones en la promoción del pleno disfrute de los derechos humanos.
Una vez más, demandamos la eliminación completa, inmediata e incondicional de todas las medidas coercitivas unilaterales, que es un histórico reclamo de la comunidad internacional plasmado en resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y el Consejo de Derechos Humanos, así como en numerosas declaraciones del Movimiento de Países No Alineados, el Grupo de los 77 y China, y del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas.
A Cuba se le impone por el Gobierno de los Estados Unidos, desde hace 62 años, el sistema de medidas coercitivas unilaterales más severo y prolongado que se haya aplicado jamás contra nación alguna.
Es un acto deliberado de guerra económica de un imperio poderoso contra una pequeña nación en desarrollo. Constituye una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos de todas las cubanas y los cubanos, y convoca el repudio casi unánime de la comunidad internacional.
Desde 2019 el bloqueo contra Cuba ha escalado a una dimensión extrema, mucho más cruel e inhumana, que no solo se expresa en elevadísimos costos en recursos materiales y financieros, sino que también agobia hasta límites insostenibles la cotidianidad de nuestra nación.
La prolongación de esa política en el tiempo tiene un costo psicológico incalculable, que impacta de forma brutal en la familia cubana, fracturándola, dividiéndola y torturándola. Y mientras ejecutan esa política, sus diseñadores y ejecutores acusan cínicamente al Gobierno cubano de dañar al pueblo con las carencias que el Gobierno norteamericano provoca.
Sus efectos se han reforzado aún más con la arbitraria inclusión de Cuba en la lista unilateral del Departamento de Estado sobre supuestos países patrocinadores del terrorismo. Se trata de una designación sin fundamento, autoridad o respaldo internacional alguno, para intentar justificar y endurecer el cerco contra la Revolución cubana.
No basta con reconocer que Cuba coopera plenamente con los Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo, como admitió recientemente el Departamento de Estado. La comunidad internacional reconoce ampliamente que Cuba no es un país terrorista. Cuba debe ser sacada sin más demora de ese espurio listado unilateral, una falacia que tiene un impacto asfixiante en la economía.
Agradecemos a todos los pueblos y Gobiernos hermanos aquí representados por su permanente respaldo a la demanda de que se ponga fin al bloqueo contra Cuba y se nos excluya de la mencionada lista unilateral.
Trasladamos nuestra profunda gratitud, además, por las muestras de solidaridad hacia el pueblo cubano, tras el impacto de los recientes fenómenos naturales que han azotado a la isla.
El escenario que se nos presenta en las relaciones con Estados Unidos no ha sido una sorpresa para Cuba, era muy probable y veníamos preparándonos para ello. Pero la política de principios de la Revolución cubana se mantiene invariable.
Ratificamos la disposición al diálogo serio y responsable, avanzar hacia una relación constructiva y civilizada, basada en la igualdad soberana, el respeto mutuo, el beneficio recíproco para ambos pueblos, al margen de las diferencias políticas profundas entre los gobiernos.
Cuba reafirma su determinación de defender su derecho soberano a construir un futuro propio, independiente, socialista, libre de injerencia extranjera y comprometido con la paz, el desarrollo sostenible, la justicia social y la solidaridad.
Estimadas hermanas y hermanos:
Ratificamos el compromiso con la defensa de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, que a diez años de su aprobación en la II Cumbre de la Celac en La Habana, en enero de 2014, mantiene plena vigencia.
Reiteramos la solidaridad con los países aquí reunidos que han sido objeto de intentos de desestabilización e injerencia externa. En particular, reiteramos el más firme respaldo a la Revolución bolivariana y chavista liderada con agudeza por el presidente Nicolás Maduro Moros, que mantiene la determinación de defender a su pueblo de las inaceptables presiones externas.
Los cuestionamientos a la institucionalidad y a las leyes de otro país no contribuyen a la estabilidad regional, le corresponde al pueblo de Bolívar y Chávez definir su futuro.
Reiteramos el pleno respaldo al comandante presidente Daniel Ortega Saavedra y a su pueblo. ¡Las acciones desestabilizadoras contra el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional de Nicaragua deben cesar!
Al Estado Plurinacional de Bolivia expresamos el apoyo y solidaridad en la defensa de su soberanía, sobre sus recursos naturales y frente a los intentos desestabilizadores.
Saludamos la celebración de la IV Conferencia Internacional sobre Pequeños Estados Insulares en Desarrollo en nuestra hermana y querida Antigua y Barbuda. Reconocemos los resultados alcanzados y la adopción de la Agenda de Antigua y Barbuda para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, orientada a ampliar la cooperación, apoyar la sostenibilidad de la deuda y los medios de implementación hacia estos países.
El Caribe tiene y tendrá siempre en Cuba a una hermana, que los acompaña en su derecho a recibir un trato justo, especial y diferenciado, imprescindible para enfrentar los crecientes retos derivados del injusto sistema financiero internacional imperante y el cambio climático, así como en su legítimo reclamo por reparaciones y compensaciones ante los horrores de la esclavitud y el colonialismo.
¡Clamamos por Puerto Rico libre!, y mantenemos nuestra solidaridad con Haití, y ahí están los médicos cubanos.
Distinguidos compañeros:
Los crímenes de genocidio, lesa humanidad y apartheid cometidos por Israel y que se vienen configurando desde hace 75 años contra el pueblo palestino, en la actualidad adquieren proporciones extremas y deben cesar.
Reiteramos nuestra enérgica demanda de un cese al fuego inmediato y permanente en los territorios palestinos ilegalmente ocupados.
Cuba también condena los ataques perpetrados por Israel contra naciones amigas como el Líbano, Siria e Irán.
La impunidad con la que continúa actuando el Gobierno de Israel es solo posible por el apoyo cómplice, político, militar, logístico y financiero que le brinda a la potencia ocupante el Gobierno de Estados Unidos, que actúa cínica y perversamente presentándose ante el mundo como mediador en el conflicto, mientras impide posibles acciones del Consejo de Seguridad.
Cuba demanda una solución amplia, justa y duradera al conflicto israelí-palestino, sobre la base de la creación de dos Estados, que permita al pueblo palestino ejercer su derecho a la libre determinación y a disponer de un Estado independiente y soberano dentro de las fronteras anteriores a 1967, con Jerusalén Oriental como su capital, y el retorno de sus refugiados.
Queridos amigos:
Quisiera trasladarle un reconocimiento a la Secretaría Ejecutiva, que ha impulsado en este año que termina más de 70 comunicados y numerosas acciones para avanzar en la ambiciosa, pero necesaria, Agenda Estratégica 2030.
Este ha sido un año muy retador para el ALBA-TCP y para Cuba, pero en el que siempre nos hemos sentido acompañados por la solidaridad de todos ustedes.
En los próximos días la Revolución cubana cumplirá 66 años, y lo hará con la invariable disposición a enfrentar y vencer los mayores desafíos que aprendimos en la escuela de Fidel, Raúl y la heroica Generación del Centenario de José Martí que nos precede. En estos 66 años el pueblo cubano ha probado con creces que su talante mambí no ha menguado, que, como dijo el general Antonio Maceo, “quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”.
¡Cuba no se doblegará, como no lo hará el ALBA-TCP!
¡Hagamos de nuestro esfuerzo y trabajo colectivo una ALBA más fuerte y más unida!
Que el ALBA-TCP siga avanzando en constante búsqueda y concreción de proyectos para el desarrollo económico y la dignidad de nuestra América. Le debemos eso a Bolívar y a Martí, a los padres fundadores de la independencia de América Latina y el Caribe. Se lo debemos a Antonio José de Sucre, quien encabezó la victoria de la Batalla de Ayacucho hace 200 años. Y se lo debemos especialmente a Fidel, a Chávez y a nuestros pueblos.
Por estos veinte años de solidaridad y de amistad, ¡Viva el ALBA-TCP!
¡Hasta la Victoria Siempre!