Los investigadores dedujeron que existían cerca de 200.000 tipos diferentes, casi el 90% de los cuales eran nuevos para la ciencia. Foto: Fondation Tara Océan.

Cada vez que tragamos agua del mar, nos embuchamos una buena dosis de microorganismos, entre ellos una importante población de virus. Aunque la ciencia conoce bien de la importancia de estos microbios en algunos procesos biogeoquímicos, como el ciclo del carbono de la Tierra, hasta la fecha ningún estudio había contabilizado de manera exhaustiva la variedad de virus que pueblan nuestros mares. Un estudio publicado recientemente en la revista especializada Cell en el que se incluye un análisis de las aguas del océano Ártico cifra ese cómputo en unos 195.728 poblaciones distintas, una cantidad que multiplica por 12 recuentos similares realizados en años anteriores.

Aunque los océanos cubren cerca del 70% del planeta, hasta hace poco el único conocimiento de la comunidad marina del que se tenía constancia procedía de unos pocos lugares bien estudiados. Una dinámica que cambió con la creación del proyecto Tara Oceans, con el que se buscaba realizar el inventario más completo de la diversidad marina recogiendo muestras en mares de todo el planeta. La goleta de la expedición científica recogió un total de 35.000 muestras durante los años 2009 y 2013, que se analizaron posteriormente en un exhaustivo estudio sobre la variabilidad genética de las poblaciones de virus que pueblan nuestros mares. Ahora, un nuevo estudio ha incorporado nuevas localizaciones, 43 de ellas en el océano Ártico, que no se incluyó en las anteriores mediciones.

Dificultad taxonómica

Las nuevas localizaciones añadieron además una gran diversidad al cómputo general, y es que, para sorpresa de los científicos, alrededor del 40 % de las nuevas poblaciones de virus procedieron de estas nuevas muestras del Ártico. El nuevo proyecto permitió además mejorar la capacidad de clasificación de los microorganismos atendiendo a sus características genéticas. «Los algoritmos que utilizamos para ensamblar genomas virales a partir de trozos de ADN mejoraron mucho», afirmaba Ann Gregory, ecóloga microbiana de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), implicada en el estudio.

Y es que, además de ensamblar las cadenas de ADN a partir de fragmentos, Gregory y su equipo tuvieron que ingeniárselas para encontrar un modo de clasificar la diversidad genómica de los virus que habían identificado. Definir una especie de virus es difícil, pues estos organismos se reproducen de forma asexual, y con frecuencia intercambian ADN entre sí y con sus huéspedes.

En lugar de especies de virus, Gregory clasificó los organismos en ‘poblaciones’. Si estos compartían al menos 95 por ciento de su ADN, los consideró miembros de una misma población. Con este método, los investigadores dedujeron que existían cerca de 200.000 tipos diferentes, casi el 90% de los cuales eran nuevos para la ciencia.

Cinco grandes grupos de virus

Aunque los virus no se clasifican tradicionalmente en géneros, como el resto de las especies, Gregory concluyó que la diversidad poblacional englobaba nuevos ‘clusters‘, o grupos poblacionales similares a esta clasificación taxonómica. Los investigadores infirieron la existencia de cinco grupos víricos en función de variables como la profundidad y la temperatura de distintas regiones marinas: Ártico, Antártico, superficie marina de zonas tropicales, subsuelo de zonas tropicales y océano profundo.

Según el microbiólogo Matthew Sullivan, involucrado en el estudio, fue sorprendente comprobar la biodiversidad de las poblaciones del Ártico, pues las aguas de este punto se encuentran entre las que cambian más rápidamente como consecuencia del cambio climático.

Gregory concluyó que por el momento es necesario realizar más investigaciones para comprender por qué el Ártico es tan diverso, pero cree que podría tener que ver con los organismos huéspedes que habitan estas aguas congeladas. «A huéspedes más pequeños, mayor es su número, lo que podría significar más oportunidades para que los virus se diversifiquen» declaraba la experta.

Decisivos en el ciclo del carbono

Los virus desempeñan un papel importante en los ciclos geoquímicos mundiales, incluido el ciclo del carbono, el proceso según el cual este el elemento se intercambia entre la atmósfera y los distintos ecosistemas terrestres. Los océanos absorben aproximadamente la mitad del carbono emitido a la atmósfera por el ser humano, y los virus contribuyen a la saturación en la captura de carbono. ¿Como? Provocando la aniquilación de ciertas bacterias.

Los virus, que son los organismos más abundantes de estas masas marinas, infectan y causan la muerte de las células procariotas heterótrofas, aquellas que se nutren de otros seres vivos. La muerte en masa de estos microorganismos libera cientos de miles de millones de toneladas de carbono al mar, gran parte del cual queda atrapado en las profundidades del océano. Incluso algunos científicos han especulado sobre la posibilidad de que algún día los virus puedan utilizarse para modificar el ciclo del carbono, ayudando a reducir la cantidad de CO2 liberada a la atmósfera. El descubrimiento de la composición genética y la diversidad de estos microorganismos que pueblan un ecosistema tan vasto como los océanos resulta crucial no solo para preservar la salud de la biota marina, sino para la salud de todo el planeta.

(Con información de National Geographic)