En los próximos días comenzará en el país la intervencion sanitaria en pacientes en métodos de terapia de remplazo renal de diálisis peritoneal y hemodiálisis, uno de los grupos más propensos a una evolución desfavorable de la enfermedad.
Así lo informó el Doctor en Ciencias Médicas Jorge Pérez-Oliva Díaz, coordinador del Programa Nacional de Enfermedad Renal, Diálisis y Trasplante del Ministerio de Salud Pública, quien precisó que esas acciones forman parte de la intervención sanitaria en grupos y territorios de riesgo con los candidatos vacunales cubanos.
En este caso, explicó que se utilizará Abdala, inmunógeno desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología con una eficacia de un 92,28 por ciento (%) en la aplicación de sus tres dosis y cercano a obtener el autorizo de uso de emergencia por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED).
Ya están preparadas las condiciones en los vacunatorios existentes y certificados en todas las unidades de salud de la nación para efectuar este proceso.
Los criterios de exclusión para estas personas, según el experto, consisten en la presencia de infecciones agudas u otras complicaciones que los obliguen a permanecer hospitalizados, una presión arterial alta en el momento de la vacunación -que no se logre controlar-, o la alergia al tiomersal.
Respecto a los enfermos renales no dialíticos de cualquier nivel o estadio, el doctor señaló que se vacunarán con el resto de la población cuando les corresponda, y aquellos con trasplante renal no se inmunizarán por el momento.
Significó que con estos últimos se procede de esa manera porque, además de presentar las dificultades características de su condición, toman medicamentos inmunosupresores por su trasplante, por lo cual es preciso esperar a que los candidatos vacunales sean oficialmente vacunas y se establezcan las regulaciones necesarias por el CECMED.
La intervención beneficiará a más tres mil cubanos en tratamiento renal sustitutivo por métodos dialíticos, quienes presentan muchas enfermedades asociadas y para vivir deben realizarse la hemodiálisis tres veces por semana en instituciones hospitalarias, como lo hacen a diario en su casa los de diálisis peritoneal, remarcó Pérez-Oliva.
Además si alguno se contagia con el SARS-CoV-2 necesita una mayor vigilancia y cuidado, pues además de los tratamientos contra el virus deben recibir el proceder dialítico en las unidades habilitadas para ello.
De igual forma, se refirió a que la COVID-19 puede provocar daños renales de diferente magnitud, y la más grave de esas manifestaciones constituye el fracaso renal agudo con necesidad de terapia dialítica.
Por otra parte, los pacientes que sufrieron la enfermedad, incluso los asintomáticos, pueden presentar secuelas renales tras la recuperación, tema en el cual profundiza un estudio en curso dirigido desde el Instituto de Nefrología “Doctor Abelardo Buch López” y que es atendido por los médicos de familia dentro del protocolo para los convalecientes en todo el país.
El doctor destacó el abnegado trabajo del equipo nefrológico cubano, compuesto por personal de enfermería, médicos, electromédicos y otros trabajadores, y el apoyo de los aseguradores, para garantizar la atención continua a los enfermos renales crónicos en las 56 unidades de diálisis del territorio nacional y a los positivos a la COVID-19 en los hospitales dedicados a la atención de estos pacientes y donde se ha necesitado.
La enfermedad renal crónica es frecuente, pues entre un 10 y un 14 % de los habitantes del mundo pueden tener algún nivel de afectación, y resulta la vía final de muchas enfermedades que dañan al riñón, por ejemplo, en pacientes diabéticos, hipertensos, cardiópatas, obesos, en el contexto del envejecimiento poblacional o con afecciones renales primarias, todos con riesgo muy elevado de complicarse de adquirir la COVID-19.
El Instituto de Nefrología, próximo a cumplir sus 55 años de fundado en el venidero mes de diciembre, ha tenido un rol fundamental en la conducción de la red nefrológica en este difícil escenario, en aras del seguimiento a los pacientes en métodos dialíticos, a los trasplantados y de responder a la demanda ante los fracasos renales agudos causados por la COVID-19.
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(Tomado del Minsap)