Si bastara una canción para decirles gracias. Si bastara un verso o los aplausos colectivos de cada noche. Si bastaran los cientos de titulares que se han ganado en los medios de prensa o el recuento de muchas de sus historias de vida narradas desde la zona roja. Si bastara, acaso, con reiterarles, una y otra vez, que son orgullo y ejemplo de un país.
Pero no, no basta con elogios y reconocimientos. La gratitud a la proeza titánica que asumen nuestros trabajadores de la Salud en esta batalla contra la COVID-19 necesita también, ahora más que nunca, de nuestra responsabilidad y autocuidado; un asunto, que no por reiterado, puede abrirle brechas al descuido.
Lo alertaba en su cuenta en Twitter el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: «Cada vez que nos parezca que estamos cansados, agotados, sobrepasados de este largo periodo de pandemia, pensemos en cuánto han entregado nuestros médicos y enfermeras».
Entonces, si estos largos meses de restricciones, distanciamientos y resguardo de la sonrisa nos parecen demasiados sacrificios personales, pensemos en ellos, en los que hace mucho dejaron de hacer guardias de 12 o 24 horas para extenderse el tiempo que haga falta, porque la vida vale más que un descanso.
Si la fatiga pandémica nos empuja al desánimo o a la imprudencia momentánea, pensemos en ellos, en los que salen de sus casas para reinventarse, lo mismo en un cuerpo de guardia que en una terapia intensiva, frente a la falta de insumos bloqueados o de medicamentos.
Si nos duele una muerte, solo una, pensemos en ellos, en los que trabajan a diario con esa realidad a cuestas, aunque sumen muchas más las vidas salvadas que las que el virus les arrebata.
Si sentimos miedo al contagio, pensemos en ellos, muchos de los cuales son padres o madres de niños pequeños, o tienen a sus viejos en casa y, aun así, arropados con una fuerza moral tremenda, siguen en la primera línea del combate.
Por tanto, no cabe duda, la mejor forma de decir gracias es cuidarnos y cuidarlos, porque como expresó el Presidente, los galenos cubanos «con su noble gesto y su brava disposición a desafiar la muerte para salvar vidas han mostrado al mundo una verdad que los enemigos de Cuba han pretendido silenciar o tergiversar: ¡la fortaleza de la medicina cubana!».