CARACAS, Venezuela.–Esta vez el número fue un millón, y se repite el nombre de Venezuela como país receptor de un nuevo lote de vacunas cubanas contra la COVID-19. La noticia sobre gestos solidarios de la Mayor de las Antillas la han generado antes, y con frecuencia, esta y otras naciones.
Pueblos que no logran acceder en cantidad suficiente a los fármacos que necesitan, para proteger a su población de la mortal pandemia, ponen los ojos y las esperanzas en Cuba, la hermana, la más cruelmente y por más tiempo bloqueada, es la primera en Latinoamérica en crear inmunógenos propios contra el virus del SARS-COV-2.
¿Tan cotidianas van haciéndose estas noticias, que el millón de Soberana Plus recibido al amanecer del domingo último en Venezuela, al menos para los grandes medios de comunicación pasó inadvertido? Pero el suceso no pierde relevancia por la omisión. Algunos guardan silencio por egoísmo, conveniencia y hasta por vergüenza.
A los millonarios que esquilman a los pueblos, en su gran mayoría, les falta caudal humano; algunos producen vacunas para agrandar sus millones. No puede agradarles el contraste de una isla caribeña, única de bajos ingresos que dispone de antídotos propios contra la COVID-19, y que generosa los comparte con quienes los necesitan y no tienen cómo adquirirlas. Las vacunas de la Cuba bloqueada, pero millonaria en bondad, salvan a los pueblos, para orgullo nuestro.