La enfermedad de Parkinson es un daño neurodegenerativo crónico que perturba el sistema nervioso central, principalmente los sitios del cerebro encargados del dominio del movimiento. Se describe como la progresiva pérdida de las neuronas productoras de dopamina en la sustancia negra del cerebro. La dopamina es un neurotransmisor decisivo para el control y la coordinación de los movimientos musculares. Con la merma de dopamina, los sujetos afectados presentan síntomas motores caracterizados por rigidez muscular, temblores en reposo, problemas de equilibrio y coordinación y bradicinesia (lentitud de movimientos).
Además de las manifestaciones clínicas motoras, muchos de los pacientes con Parkinson igualmente pueden notar manifestaciones clínicas no motores, como problemas cognitivos leves, alteraciones del sueño, ansiedad, depresión, inconvenientes del tracto gastrointestinal y merma del olfato. Estas manifestaciones no motores pueden ser también incapacitantes y afectar de manera significativa la calidad de la vida de los afectados por esta enfermedad.
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Si bien la enfermedad de Parkinson no tiene cura, coexisten tratamientos útiles para mejorar la calidad de vida de los pacientes y aliviarlos. La terapia física y ocupacional, las medicaciones que comprenden medicamentos que acrecientan los niveles de dopamina en el cerebro, así como en algunos casos cirugía, como es la estimulación cerebral profunda para moderar las manifestaciones más graves. El ensayo continuo trata de comprender mejor los componentes profundos de la enfermedad y especificar terapias que no solamente mejoren los síntomas, sino que además logren detener o ralentizar su progresión.
Avances en la investigación
En las décadas recientes, los estudios sobre la enfermedad de Parkinson han logrado un avance significativo, aportando conocimientos nuevos sobre su progresión, sus causas, y elecciones de tratamiento. Uno de los adelantos más notorios ha sido el hallazgo de genes específicos afines con el padecimiento, como el gen SNCA que codifica alfa-sinucleína, una proteína quid en la formación de agregados proteicos típicos del Parkinson. Estos descubrimientos genéticos han despejado nuevos caminos para comprender de mejor manera las estructuras subyacentes y desplegar terapias dirigidas más exactas.
Otro importante avance ha sido la investigación de la disfunción mitocondrial y la neuro inflamación como elementos colaboradores al daño neuronal en el Parkinson. Observaciones han confirmado que la inflamación crónica en el cerebro pudiera desempeñar un papel decisivo en el incremento del padecimiento, lo que apunta a probables objetivos terapéuticos para armonizar el sistema inmunitario y resguardar las neuronas.
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En cuanto al tratamiento, se han perfeccionado estrategias nuevas para aplicar dopamina de forma más prolongada y efectiva en el cerebro, empleando avanzados métodos de régimen de fármacos como dispositivos de administración continua e infusiones intraduodenales. Estas novedosas direcciones poseen el potencial de reducir las complicaciones asociadas con las fluctuaciones en los niveles de dopamina y perfeccionar el control de los síntomas motores.
También, las investigaciones sobre terapias regenerativas y neuroprotectoras se encuentran en curso, investigando procedimientos que no solamente calmen los síntomas, sino que además puedan detener o ralentizar el avance de la enfermedad. Terapias como la estimulación cerebral profunda y el trasplante de células madre igualmente se encuentran siendo perfeccionadas para mejorar su eficacia y seguridad en la conducción del Parkinson avanzado. En su totalidad, estos avances manifiestan un terreno de investigación prometedor y dinámico que sigue averiguando como optimizar la calidad de vida de los pacientes con Parkinson y de manera eventual hallar su curación.