El mundo sí es un pañuelo

Hace muchos años, un amigo cibernético me dijo que estamos conectados con cualquier persona como por hilos invisibles, y que por muy grande que nos parezca el planeta, solo nos separan otros cinco individuos de la persona que más distante creamos. Pensé que se trataba de una manía más de representarlo todo con números y analogías; sonaba como una afirmación un poco loca, tremendista, futurista, pero, de hecho, existe una teoría, la de seis grados de separación, así se llama.

¿De qué se trata? Resulta que desde hace casi un siglo nos rondan hipótesis sobre lo fácilmente enlazados que estamos de los demás. Y todo esto antes de las redes sociales, que demuestran que de verdad tenemos mucho en común con quienes componen nuestra red.

De acuerdo con distintas fuentes, el concepto se refiere a que el número de conocidos que tenemos incrementa según la cantidad de enlaces que logremos alcanzar, y que basta un pequeño número de esos vínculos para que ese conjunto de conocidos se convierta en toda la población humana.

O sea, la teoría sostiene esta afirmación basándose en que, si calculamos que cada quien conoce aproximadamente a otras cien, y si cada uno de esos conocidos se relaciona con igual cantidad de individuos, entonces cualquiera puede tener acceso, por transitividad, a unas diez mil personas a través de sus contactos. Y si seguimos sumando, hasta contar con los seis enlaces propuestos, solo bastaría multiplicar para saber que la cifra incrementará muchísimo.

Se presume que la primera vez que se abordó este tema fue en 1929, cuando el escritor húngaro, Frigyes Karinthy, lo recreó en un cuento titulado Láncszemek (Cadenas). Más tarde, casi 40 años después, el psicólogo estadounidense Stanley Milgram hizo diversos experimentos para probar la teoría. Y así, sucesivamente, muchos han sido quienes la han estudiado para ratificarla.

No obstante, no fue del todo desacertada la primera apreciación que tuve sobre mi amigo, a quien le atribuí obsesión por explicarlo todo matemáticamente. Digo esto porque un artículo de la revista Physical Review X asegura que sí puede explicarse desde la ciencia gracias a que un equipo multidisciplinario de investigadores así lo demostró.

De hecho, pensemos en las redes sociales, en Facebook, por ejemplo. Es real que allí, a cada rato, encontramos coincidencias entre nuestros amigos, que conocen a algún sujeto que creíamos distante, pero que solo nos bastaba conocer la conexión correcta. Lo cual representa que el mundo es más pequeño de lo que pensábamos, un pañuelo, como bien dice la frase.