Si se midiera el alcance y las implicaciones de las políticas públicas contra la homofobia, la transfobia y la bifobia en América Latina, con toda certeza Cuba estaría en la vanguardia en la región, gracias a la aprobación, en referendo nacional, de un Código de la Familia que reconoce y protege los derechos de todas las personas, independientemente de su orientación sexual y su identidad de género.
La cabal instrumentalización de la ley blinda en todo caso el respeto institucional a derechos inalienables, refrendados en la Constitución de la República.
No significa que el cuerpo legal garantice el cumplimiento estricto de lo que plantea, pero al menos deviene referente y posibilidad de emprender acciones previstas en el sistema de justicia contra los violadores de la norma.
La mayoría de los cubanos apostaron en 2022, en plebiscito, por reconocer al amor, en cualquiera de sus variantes, como fuerza primera para la conformación de las familias, superando prejuicios e injusticias de larga data.
Queda mucho por hacer en cuanto a la educación ciudadana sobre estos temas, pero se cuenta con el respaldo de una ley. Y ciertamente, contra lo que pronosticaron algunos, la sociedad ha asimilado sin traumas la considerable ampliación de derechos reconocidos por el entramado legal.
La de Cuba es una sociedad que reafirma su vocación inclusiva.
Aunque el contenido del referido Código va más allá de los temas relacionados con el respeto a la diversidad, fueron precisamente estos los que motivaron los debates más intensos. La socialización de esos conflictos motivaron una reflexión nacional. Finalmente se impuso la opción del Sí. Millones de cubanos, en mayoría indiscutible, respaldaron el texto.
Este 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, Cuba tiene mucho que mostrar.
Ha sido posible gracias en buena medida a la labor articuladora del Centro Nacional de Educación Sexual, Cenesex, con el apoyo de varias organizaciones de la sociedad civil. Pero el activismo decidido de muchos ciudadanos fue fundamental.
Como se ha expresado en numerosas convocatorias públicas, el amor es ley en Cuba. No es una simple consigna, es la concreción de un consenso nacional. Corresponde trabajar todos los días para atajar los retrocesos que algunos países han experimentado.
En el empeño cotidiano de construir un país mejor, lo que se ha logrado en este ámbito es un avance significativo. No significa que se haya privilegiado a ningún sector o grupo... La pretensión siempre fue garantizar todos los derechos a todos.