Aunque se reconoce por la hermosura de sus playas e instalaciones hoteleras, el destino turístico Jardines del Rey, situado en los cayos al norte de la provincia de Ciego de Ávila, es también uno de los más prominentes reservorios de flora y fauna en Cuba, al agrupar grandes islotes con capacidad para abundantes formaciones vegetales y la alimentación de cuantiosos animales.
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En esa demarcación se localiza la Reserva Ecológica Centro y Oeste de Cayo Coco, área protegida de significación nacional y entre las más extensas de la nación, con 36 mil 040 hectáreas —según el acuerdo 6803/2010 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros—, donde la conservación de la biodiversidad constituye el objeto social principal.
Daylon Fundora Caballero, jefe del Departamento de Recursos Naturales, Ecosistemas Priorizados y Cambio Climático, de la Subdelegación de Medio Ambiente del territorio avileño, precisó que los moluscos terrestres, aves y reptiles determinan la relevancia de ese ecosistema priorizado.
Distinguen como las especies más significativas el murciélago y la jutía conga, el carpintero verde (subespecie estricta de este archipiélago) y el sijú cotunto, además de poseer la segunda mayor población de flamencos y una de las tres de cabrerito de la ciénaga identificadas en la geografía nacional.
Resalta la presencia de los escarabajos Metachroma y Longitarsus sp; el primero, registrado solo en los cayos Coco y Guillermo; mientras el hábitat del otro se limita al área de la Reserva Ecológica.
En la vegetación próxima al litoral conviven moluscos correspondientes al género Cerion, con varias formas endémicas; y, en ese ecosistema también se aprecian las segundas dunas de arena más elevadas de América Latina, con alturas que varían entre 10 y 15 metros.
Caracterizado por las tonalidades azul y amarilla de su piel, allí convive el lagarto Anolis equestris cyanneus, especie endémica restringida y en estado crítico —solo se encuentra en sitios puntuales del lugar—; y en ese entorno se desarrollan, además, otras especies propias de Cuba, como el majá de Santa María y la iguana, argumentó Fundora Caballero.
El área categorizada como Reserva Ecológica —puntualizó— es el principal paradero del corredor migratorio del Atlántico Norte en todo el Archipiélago Sabana–Camagüey, debido a que en ese espacio se ubican las mayores formaciones vegetales de los cayos ubicados al norte de Cuba, lo que permite que las aves se protejan y alimenten.
Particular mención —consideró— merecen los pequeños sistemas cavernarios y el cenote La Jenifer, sitios de importancia geológica.
La referida autoridad en materia de recursos naturales valoró de favorable el estado de conservación de esa área de significación nacional, como resultado de las acciones realizadas por trabajadores de la Empresa Provincial Flora y Fauna (EPFF), a cargo de la administración.
También se proyectan como defensores de los valores naturales otros organismos como el Ministerio del Turismo (Mintur), que posee instalaciones hoteleras y extrahoteleras en las proximidades del área protegida, además de dos, La Cueva del Jabalí y Sitio La Güira —administradas por la Sucursal Extrahoteleros Palmares y la Cadena Hotelera Islazul, respectivamente, — localizados dentro del reservorio y donde se promueve el cuidado de la naturaleza.
El Mintur reconoce la obligatoriedad, necesidad e importancia de preservar ese entorno, debido a la relación de interdependencia que se establece entre la denominada industria del ocio y la naturaleza para la satisfacción de las necesidades de esparcimiento de clientes nacionales y extranjeros.
De acuerdo con tendencias internacionales, Jardines del Rey —contemplada el área de la reserva ecológica— también apuesta por el desplazamiento del turismo tradicional y cede espacio al alternativo, que promueve el respeto al medio, procura pocas modificaciones en el paisaje y acentúa el interés por los espacios mejor conservados.
Tales circunstancias estimulan la preservación de lo natural y lo convierten en producto turístico que provee fondos para el desarrollo sostenible y las propias actividades de conservación en áreas protegidas.
Destinos como Cayo Coco tienen la facilidad de combinar las modalidades de sol y playa y ecológica, ambas con gran aceptación y, la última, identificada entre las preferencias de viajeros internacionales, incluidos grupos de observadores de aves —provenientes de Canadá, Estados Unidos y Reino Unido— que se establecen cada año en la cayería norte avileña para contemplarlas.
Frente a los riesgos que suponen inevitables factores antropogénicos, de manera fundamental el desarrollo de la infraestructura hotelera, extrahotelera y de aseguramiento al turismo; y otros de origen natural como el cambio climático, los organismos representados en ese lugar aumentan los esfuerzos para resguardar el ecosistema priorizado.
Las labores de asesoramiento y control, a cargo de la EPFF, la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental, y los centros de investigaciones de Ecosistemas Costeros y de Ingeniería Ambiental y Biodiversidad, constituyen otras garantías para preservar un verdadero tesoro natural.