La lectura desarrolla el intelecto y el disfrute espiritual; cultivarla es un ejercicio de cultural integral. / Yasset LLerena

La revolución tecnológica favorece los flujos constantes de informaciones e imágenes. Cada vez más los cimientos del aprendizaje y el desarrollo intelectual residen en el ejercicio de lecturas creativas: estas demandan procesos analíticos.

¿Qué ocurre en los escenarios cinematográfico y audiovisual del siglo XXI? ¿Cómo se transforman debido a la avalancha de nuevos medios o experiencias interactivas? ¿Todos satisfacen las necesidades de entretenimiento y comunicativas expresadas por públicos heterogéneos? Estas interrogantes suelen compartirse en redes sociales, centros académicos, entre creadores y decisores; afloran al reflexionar sobre puestas exhibidas en el cine, la televisión y otras pantallas.

En el Día del Libro Cubano y al festejar el aniversario 66 de la fundación de la Imprenta nacional analicemos acciones que benefician el viaje de las literaturas a cinematografías y audiovisuales.

Vamos al cine, la invitación estimulada desde el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) establece fuertes nexos de complicidad entre el séptimo arte y la tv. ¿A quién beneficia? Sin duda, al espectador, protagonista de tantos relatos contados para seducirlo; las narrativas socializadas desde la sala oscura y el hogar siempre exigen inteligencias lectoras activas.

Con estos sentidos en busca del acercamiento al ser humano; libros, filmes, audiovisuales ofrecen opciones de conexión con los públicos. Así lo exige la cultura en la más acepción del concepto. Unos y otros son actos creativos orientados para comunicar saberes, y prácticas que benefician las experiencias y el desarrollo vivencial del homo sapiens.

Proponen lenguajes específicos que artistas, técnicos y expertos deben respetar; de lo contrario, se afecta la puesta representada mediante dramaturgias, encuadres, sonidos; requerimientos cinematográficos y audiovisuales. La moraleja del relato emana de signos icónicos, lingüísticos, silencios quedos, agresivos o largos. Pensemos, el objetivo del arte no es solo crear la vida del espíritu humano, sino transmitirlo externamente en forma artística. Las ficciones llevan implícitas teorías filosóficas, debemos desentrañarlas del corpus general del todo fílmico. Justamente, por esto el manejo de la libertad creativa demanda responsabilidad, dominio técnico, atractivos visuales; las artes no son puras, intercambian indicios, metáforas, elipsis en niveles narrativos expresivos.

La sagacidad analítica, la emotiva lucidez emocional y el propósito de comunicar participando exige humildad: sentirnos juntos desde las diferencias.

Lo asume la escritora y directora Mariela López Galano cuando interpreta literaturas en el espacio televisual El Cuento. También se visualizan oportunos ejemplos en los programas Letra fílmica (Canal Educativo, domingo, 10: 15 p.m.) y Amores difíciles (Cubavisión, domingo, 10:p.m.).

Avezados nautas digitales buscan libros impresos, digitales, y siguen atentos diferentes pantallas. Son conscientes del ejemplo de nombres representativos del pensamiento cubano como el Che Guevara, lector voraz, Con Cuidado anotaba los títulos que lo acompañaron durante años en la mochila del combatiente y en su biblioteca personal. Gratitud infinita merecen las experiencias placenteras y sus protagonistas; pues son imperecederas y válidas para todos los tiempos.

Pensémoslo.