Cienfuegos, 31 oct (ACN) El Jardín Botánico de Cienfuegos, el más antiguo de Cuba, conserva plantas de más de cien años, a pesar de las intensas sequías, ciclones y otros fenómenos meteorológicos que han afectado durante décadas a esta región del país.
Ileana Fernández Santana, especialista en conservación de la flora en ese arboreto, dijo a la ACN que cada una de las plantas del jardín posee una tarjeta, con la indicación del año de introducción de la especie y el lugar de dónde proviene.
El empresario estadounidense Edwin F. Atkins fundó el jardín en 1901, pero algunos historiadores dicen que una de nuestras ceibas creció antes de esa fecha, explicó Fernández Santana.
De acuerdo con la experta, es muy posible que dicha ceiba haya vivido durante tres siglos: XIX, XX y XXI, por tanto tiene más de 117 años.
Por indicaciones de las tarjetas, el segundo más antiguo es el árbol bautizado como Los Mangos de Atkins, introducido en 1900 por el propietario, y los terceros más viejos son unos ejemplares de caimito, sembrados ese mismo año.
Ileana Fernández Rañal, otra de las especialistas en conservación de la flora, declaró que en el vergel cienfueguero existe una colección de ficus muy envejecida.
Este grupo está compuesto por 54 especies, la mayor parte exótica, con una edad promedio entre 60 y 70 años, pero pueden vivir más de 100 años, explicó Fernández Rañal.
La fecundación de este género es muy fácil, por medio de esquejes, sin embargo la reproducción asexual, a través de semillas, es más difícil porque algunas especies necesitan polinizadores específicos, algunos sin presencia en Cuba, aclaró.
Producto de la intensa sequía, y recientemente del huracán Irma, el arboreto sufrió la pérdida de algunas especies, pero todos los años los conservadores trabajan en la introducción de nuevas ejemplares, manifestó la ingeniera agrónoma.
El Jardín Botánico de Cienfuegos es considerado por varios especialistas como uno de los mejores del mundo, gracias a los más de 710 géneros y más de mil 600 especies de plantas provenientes de los cinco continentes.
Los especialistas de la instalación realizan investigaciones destinadas a la conservación de ejemplares en peligro de extinción, y abren las puertas del vergel a científicos de todo el orbe para el estudio de muchos de estas especies perennes.