En un parque de Gibara, Holguín. Foto: Archivo de Danier Ernesto González.
Cuando la temperatura ambiente desciende a 26, 25 y 24 grados Celsius en mi pueblo tras el paso de un frente, algunos ya comienzan a abrigarse. Claro, los orientales estamos más acostumbrados al calor que al tiempo invernal. Quizá por ello seamos los más friolentos de Cuba.

Pero si dichos valores no son tan bajos, ¿por qué puede sentirse frío?

Amigos lectores, las temperaturas que se mencionan en el parte meteorológico son las que marcan los termómetros, no las que realmente sentimos. Dado que la piel detecta las diferencias térmicas entre el cuerpo y el ambiente y reacciona en consecuencia, otros factores inciden en la sensación de frío: una temperatura mucho menor que la indicada por el termómetro sentiremos si la humedad es elevada y nos exponemos a un viento de más de 30 km/h, por ejemplo.

Además, hay elementos inherentes a las personas (sexo, edad, estado de salud) que las hacen más o menos susceptibles a los cambios térmicos.

El tiempo que está haciendo hoy martes motiva a dedicar nuestro espacio de Cubadebate al frío y sus efectos. Será el profesor villaclareño Luis B. Lecha Estela, actual consejero de la Sociedad Internacional de Biometeorología para América Latina y el Caribe, quien nos comente al respecto.

La influencia del entorno

Los efectos de las sensaciones térmicas por frío sobre las personas dependen de dos conjuntos de factores: los físicos y los biológicos. Entre los físicos entran a jugar la magnitud y duración del propio estrés térmico, así como las características de los procesos físicos de intercambio de calor entre el cuerpo humano y su entorno.

La exposición a una temperatura ambiente inferior a la temperatura corporal no produce el mismo efecto si esto ocurre solamente en unos pocos minutos o durante varias horas. Muchas veces se accede a tiendas, restaurantes u otras instalaciones con aire acondicionado, y según la intensidad del mismo en el interior, será posible sentir durante varios minutos el grado de contraste térmico que se produce entre el exterior y el interior de ese espacio. Pero en cuanto se regresa nuevamente al exterior, recuperamos las sensaciones térmicas habituales.

En otros casos, se realiza un largo viaje, por ejemplo: desde Camagüey hasta la Habana, y el medio de transporte utilizado tiene el aire acondicionado muy fuerte. Si no tenemos ropa de abrigo apropiada, ese largo período de tiempo puede ser muy incómodo para el pasajero y llegar a producir afectaciones en la salud de las personas más vulnerables. Entre ambos ejemplos se ilustran las afectaciones asociadas a la magnitud y duración del estrés térmico por frío.

Por otra parte, sobre el cuerpo humano influyen numerosos factores del entorno adyacente que condicionan las características del proceso de intercambio de calor. Entre los elementos meteorológicos están la temperatura, la humedad y el movimiento del aire, las radiaciones de onda corta y larga, el polvo, el polen, los olores y los campos eléctricos y magnéticos.

Factores del entorno que influyen en el balance de calor del cuerpo humano. Imagen: Cortesía de Luis Lecha Estela.

Factores del entorno que influyen en el balance de calor del cuerpo humano. Imagen: Cortesía de Luis Lecha Estela.

En las condiciones de estrés por frío, la temperatura interna de nuestro cuerpo disminuye a causa de la prolongada vasoconstricción (estrechamiento de los vasos sanguíneos), y al alcanzar ciertos umbrales límites, se producen los escalofríos como respuesta fisiológica a ese estrés, indicando que en ese caso la producción metabólica de calor va incrementándose hasta casi duplicar su valor anterior, pero si las sensaciones de frío siguen aumentando, empiezan a manifestarse diversos síntomas y desajustes en el funcionamiento del sistema termorregulador del individuo expuesto, los cuales pueden llevar a consecuencias graves para su salud si no se dispone de los medios de protección apropiados.

La hipotermia

Los efectos del frío sobre el ser humano se conocen como hipotermia, la cual se caracteriza por el descenso involuntario de la temperatura corporal por debajo de 35 grados Celsius, medida con termómetro en el recto o el esófago.

Si la temperatura ambiente es muy baja, la temperatura corporal desciende rápidamente: una disminución de solo 2 grados puede entorpecer el habla y la persona siente una somnolencia peligrosa, comienza a adormecerse. Si la temperatura baja aún más, el afectado puede perder la consciencia e incluso morir.

Se considera que la hipotermia es leve cuando la temperatura corporal se sitúa entre 33 y 35 grados y va acompañada de confusión mental, torpeza de movimientos y temblores. Al estar entre 30 y 33 grados se considera hipotermia moderada, y a los síntomas anteriores se suman desorientación, estado de seminconsciencia y pérdida de memoria. Por debajo de los 30 grados se trata de una hipotermia grave e implica la pérdida de la consciencia, dilatación de pupilas, disminución de la tensión arterial y latidos cardíacos muy débiles o casi indetectables. Nótese que en todos los casos antes descritos nos referimos a la temperatura corporal, no a la del ambiente.

La hipotermia es un síndrome grave con alta mortalidad, una urgencia médica que requiere tratamiento, generalmente en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero dadas las condiciones meteorológicas predominantes, en Cuba es poco frecuente que se llegue a casos de hipotermia severa, aunque existen ejemplos al respecto.

La mejor forma de mitigar los efectos del estrés por frío desde el punto de vista físico es mediante el uso de un vestuario apropiado, manteniendo una dinámica corporal (caminar, realizar ejercicios físicos, etc.) y evitar las exposiciones prolongadas al aire libre. También la ingestión de alimentos cálidos y con alto contenido energético contribuye a mitigar los efectos del frío y fortalece la capacidad del sistema termorregulador para lidiar con temperaturas muy bajas.

Más o menos frío según…

Las personas de la tercera edad suelen sentir más frío que los jóvenes.

Las personas de la tercera edad suelen sentir más frío que los jóvenes.

La adaptación al frío es algo muy individual. Los niños, los ancianos y las mujeres, especialmente las embarazadas, son más sensibles al frío. Muchas veces, una pareja de novios pasea al aire libre y la muchacha siente frío, mientras que el estado térmico del hombre se mantiene confortable. También influyen la edad, el peso, el nivel de entrenamiento físico y todo el amplio conjunto de los llamados determinantes sociales.

Los efectos fisiológicos del frío no solo dependen de la temperatura del aire, igualmente inciden las radiaciones solares, la humedad y el viento. Una misma temperatura ambiente produce un efecto a la sombra diferente al que se experimenta si estamos expuestos a las radiaciones solares. Todas las radiaciones del entorno aumentan la ganancia de calor del cuerpo humano.

El viento, por el contrario, contribuye a aumentar la pérdida de calor desde el cuerpo, especialmente si la persona está en traje de baño, en la playa o en una piscina. La rapidez del viento en el entorno adyacente al hombre acelera notablemente la disipación de calor desde el cuerpo y aumenta las sensaciones de frío.

La humedad ambiental modula la sensación térmica de frío o calor. Bajo el estrés térmico por calor dificulta la evaporación del sudor desde la superficie de la piel y entorpece el enfriamiento natural del cuerpo humano; pero durante el estrés por frío la humedad elevada aumenta dichas sensaciones.

Los médicos, fisiólogos y otros especialistas conocedores de la anatomía humana pueden explicar las múltiples características del metabolismo individual asociadas a los síntomas y respuestas anómalas del ser humano ante el estrés por frío. Tema muy complejo y en el cual no es posible establecer un patrón único que describa el estado perfecto de las condiciones meteorológicas o del entorno humano capaces de satisfacer los patrones de adaptación térmica de todas las diferentes personas y poblaciones del mundo.

De hecho, cada individuo, desde que nace hasta que muere, va pasando sucesivamente por diferentes etapas de su adaptación térmica, siendo más vulnerable a los extremos de frío o calor en el comienzo y final de ese ciclo.

Fuente: Dr. Daniel Pahua Díaz, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Diseño: Danier Ernesto González.

Fuente: Dr. Daniel Pahua Díaz, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Diseño: Danier Ernesto González.