Cubren el 6% de la superficie terrestre, pero en ellos viven el 40% de todas las especies vegetales y animales, o se reproducen allí. Aproximadamente 4 000 millones de personas dependen de sus servicios. Son importantes reservorios de agua y, como es el caso de los costeros, protegen de eventos naturales extremos y la erosión marina.
Almacenan más carbono que otros ecosistemas, filtran aguas y contaminación, reciclan nutrientes naturales, con su equilibrio absorben los excesos de agua y contribuyen a prevenir tanto sequías como inundaciones… Pueden ser aprovechados para el transporte y la energía, brindan materias primas y recursos genéticos, incluidos medicamentos. Tienen reconocidos valores paisajísticos y turísticos y son parte de la identidad cultural y modos de vida de millones de seres humanos.
Los humedales son hoy, más que nunca, vitales para el bienestar y la existencia segura de la humanidad, en medio de la crisis ambiental y climática.
Sin embargo, están entre los ecosistemas más amenazados. Cerca del 85% de los humedales existentes en 1700 se habían perdido en el año 2000, según datos de la ONU.
El Día Mundial de los Humedales se celebra anualmente cada 2 de febrero, dedicado a elevar la conciencia colectiva sobre la importancia de estos ecosistemas para la biodiversidad, el medioambiente y el planeta, nuestra vida, la economía, la disponibilidad de agua y la mitigación y adaptación al cambio climático.
La fecha fue decretada en 1997, conmemorando la adopción, el 2 de febrero de 1971 en la ciudad iranía de Ramsar, de la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional (Convención de Ramsar). El 30 de agosto de 2021, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó este día, proclamándolo como celebración de la ONU mediante resolución aprobada por los Estados miembros.
La misión de la Convención es “la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo”.
En 2023, el Día Mundial de los Humedales se celebra bajo el lema “Revitalizar y restaurar los humedales degradados”.
De acuerdo con la primera edición del Global Wetland Outlook (Perspectiva mundial sobre los humedales, Secretaría de la Convención sobre los Humedales, 2018) su ritmo de desaparición es tres veces más rápido que el de los bosques. Ello, ha advertido el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), “supone una amenaza existencial para cientos de miles de especies animales y vegetales”.
En muchos casos, son drenados para convertirlos en zonas urbanizadas y agrícolas o para otros usos productivos.
También los afectan el aumento del nivel del mar, los cambios en la hidrología, la sobreexplotación, la contaminación, las especies invasoras y el cambio climático, así como las prácticas de la agricultura no sostenible, aun cuando el futuro de la producción sostenible de alimentos depende en gran medida de la buena salud y el uso racional de estos ecosistemas.
En 2022, Leticia Carvalho, coordinadora principal de la Subdivisión de Aguas Marinas y Dulces del Pnuma, afirmaba que los humedales sanos “son fundamentales para la mitigación del cambio climático, la adaptación, la biodiversidad y la salud y prosperidad humanas”, y subrayaba que para asegurar los servicios que nos prestan son cruciales “su priorización, protección, restauración, mejor gestión y seguimiento”.
En el prólogo de la edición especial del informe Perspectiva mundial sobre los humedales (2021), se advertía que “aunque podemos aplaudir muchos ejemplos de progreso en la protección y el uso racional de los humedales, el panorama mundial sigue dominado por la pérdida continua de humedales”.
Sin embargo –añadían los autores–, “ofrece un atisbo de esperanza el cambio palpable hacia un reconocimiento más amplio de que la pérdida de biodiversidad y el cambio climático son indisociables y de que solo puede lograrse el desarrollo sostenible mediante una acción intensiva para invertir la pérdida sin precedentes de la naturaleza.
“Las respuestas a la pandemia, incluidos los estímulos económicos, ofrecen oportunidades para reconstruir mejor, entre otras cosas teniendo más en cuenta a los humedales, utilizando todo el abanico de beneficios que estos brindan”.
Según el documento, “el deterioro de los humedales es generalizado, aunque sigue habiendo más humedales con características ecológicas ‘buenas’ que ‘malas’. Las pérdidas de biodiversidad están ligadas al cambio de uso de la tierra y siguen en aumento”.
Perspectiva mundial sobre los humedales (2021) destaca el valor de una buena gestión de los humedales para la salud humana (el abanico de temas va desde brotes zoonóticos hasta la calidad del agua), la seguridad hídrica y los compromisos mundiales relativos a la biodiversidad, las soluciones climáticas y el desarrollo sostenible.
Y agrega que las “soluciones basadas en la naturaleza”, que incluyen múltiples funciones de los humedales, pueden ayudar a ir más allá de un enfoque limitado a las infraestructuras artificiales.
Algunos tipos de humedales (como los manglares, las praderas marinas y las turberas) son considerados los sumideros de carbono más eficaces de la Tierra. Los humedales costeros almacenan carbono hasta 55 veces más rápidamente que las selvas tropicales. Paradójicamente, cuando son destruidos, estos ecosistemas emiten grandes cantidades de carbono, como sucede con las selvas tropicales.
Por toda la geografía mundial, vitales
Los humedales son extensiones de tierra inundadas de forma permanente o estacional. Pantanos, turberas, marismas, arrecifes de coral, manglares, lagos, ríos, estuarios, lagunas costeras, manglares… Ecosistemas híbridos que pueden ser de agua dulce o salada. Entre ellos están también los llamados humedales artificiales, como los embalses, las salinas o los estanques.
En el Gran Pantanal (Brasil, Bolivia y Paraguay), con una extensión de entre 140 000 y 220 000 km², han sido reportadas unas 4 700 especies de plantas y animales invertebrados. El mayor humedal de agua dulce del mundo, con el 60% de su área en Brasil, tuvo en 2021 el año más seco en cuatro décadas y en 2020 vivió la peor ola de incendios de su historia.
Entre los mayores humedales están, además, Río Negro (Brasil, más de 120 000 km²), considerado el primer sitio Ramsar de aguas negras más largo en todo el mundo; Ngiri-Tumba-Maindombe (República Democrática del Congo, 66 000 km²), uno de los más importantes de África; Golfo de la Reina Maud (Canadá, más de 62 780 km²), formado por bahías costeras, estuarios de mareas, ríos de tierras bajas, zonas intermareales, deltas y lagos de agua dulce.
También el de Grands Affluents (Congo, más de 60 000 km²), con lagunas, lagos, marismas y bosques inundados y pantanosos; Sudd (Sudán del Sur, 57 000 km²), con bosques inundados estacionalmente, matorrales de llanura de inundación, pastizales de secano y de río; Delta del Okavango (Botswana, 55 300 km²), con un lago estacional de agua dulce, llanuras de inundación fluviales, pantanos permanentes y estacionales, y el de Gueltas et Oasis de l'Aïr (Níger, 49 200 km²), con oasis, arroyos y marismas temporales y permanentes.
Actualmente, el número de humedales designados como de importancia internacional por la Convención de Ramsar alcanza los 2 471, con una superficie total de 256 192 356 ha.
Humedales en Cuba
De Cuba, en la lista de sitios Ramsar aparecen:
Ciénaga de Zapata (452 000 ha)
Sur de la provincia de Matanzas, el humedal más grande y mejor conservado del Caribe insular, con la mayor área de pantanos y marismas de Cuba y considerables extensiones de bosques, extensas áreas de manglares, sabanas inundadas y herbazales. Todo el territorio ha sido declarado como Area Protegida de Uso Múltiple (1995) y Reserva de Biosfera (Unesco, 2000).
Contiene como núcleo cinco áreas protegidas de protección estricta incluyendo un parque nacional. Se reconoce como distrito fitogeográfico debido a su particular flora. En la fauna se destaca por la diversidad de especies de aves, fundamentalmente migratorias, y por la existencia de endémicos locales con una restringida distribución dentro del área. Gran complejidad paisajística y geológica (humedal desarrollado sobre carso) y alto endemismo de flora y fauna.
Importante refugio para la conservación de la biodiversidad de Cuba y del Caribe.
Unas 1 000 especies de la flora, con 13% de endemismo.
Fauna: especies en peligro crítico como la gallinuela de Santo Tomás, el majá de Santa María, el manatí y la jutía enana, y otras consideradas en peligro o vulnerables como el cocodrilo cubano, el cocodrilo americano, la ferminia (endémico de hábitat restringido, entre las aves de canto más impresionante en Cuba) y la grulla cubana. Gran cantidad de aves migratorias (en su mayoría acuáticas) provenientes de Norteamérica en los meses de invierno.
Único sitio del país donde coinciden los ocho géneros endémicos de aves, pueden ser vistas 23 de las 26 especies de aves endémicas de Cuba y se reconocen cuatro especies de plantas endémicas locales.
En cuanto a aves acuáticas, las especies residentes y migratorias sobrepasan los 20 000 individuos. Entre las residentes nacionales, el flamenco rosado se destaca como la especie más abundante. También hay pelícanos, corúas y marbellas, entre otras, y se ha localizado una población de pelícano blanco americano en las Salinas de Brito, refugio de aves migratorias.
Se destaca por acoger las mayores y más saludables poblaciones de uno de los más notorios peces endémicos de Cuba, el manjuarí, considerado un fósil viviente y amenazado de extinción. Por su importancia ecológica y significación para la conservación de los ecosistemas freáticos y cavernarios cubanos, se destacan también los peces ciegos (especies bandera), de los cuales se conocen dos para la Ciénaga de Zapata, Lucifuga dentata y L. sp. Nova.
Sobre la ferminia y su particular y bello canto:
Ciénaga de Lanier y sur de Isla de la Juventud (126 200 ha)
Sur de Isla de la Juventud. Bosque semideciduo, laguna arrecifal, pastos marinos, manglares y herbazales de ciénaga, con una gran diversidad en buen estado de conservación, especies endémicas y huellas de culturas precolombinas. La zona es considerada como Área Protegida de Recursos Manejados.
En este sitio habitan varias especies bajo diversas categorías de amenaza según la Lista Roja de UICN, incluyendo la tortuga verde, la caguama y el cocodrilo americano. También es posible observar en las costas al manatí, una especie en estado vulnerable.
Flora: 556 especies de plantas superiores y 13 especies de helecho, con un endemismo de aproximadamente 105 especies, de ellas tres estrictas para el sur.
Moluscos terrestres: al menos 23 formas, con dos formas endémicas propias de la localidad.
Reptiles: 20 especies reportadas, con seis subespecies endémicas de la localidad.
Inventarios realizados muestran que las lagunas de la Ciénaga de Lanier y zonas de bosques de ciénaga y semideciduos aledañas a ellas, sostienen de manera regular a 57 especies de aves agrupadas en 13 órdenes, siendo los órdenes más frecuentes Passeriformes (aves canoras, 41%), Ciconiformes (garzas, 12%) y Columbiformes (palomas, 8%). El 67.3% son residentes, 14.6% bimodales y 18.2% migratorias. Además, aparecen cuatro géneros endémicos, seis especies y 14 subespecies endémicas, para un 43.6% de endemismo con relación a la totalidad de las especies.
Allí se pueden encontrar especies como la yaguaza, garza azul, garzón, canario de manglar, mayito de ciénaga, señorita de manglar y coco blanco. En las lagunas costeras se pueden observar diversas especies de patos migratorios que visitan la zona durante la etapa de invierno (octubre-marzo).
El estimado de la fauna marina sobrepasa las 1 500 especies entre peces, corales (más de 45), antipatarias, gorgóneas, esponjas, crustáceos, quelonios, moluscos y gusanos de mar (31 especie solamente en Punta del Este).
Gran humedal del norte de Ciego de Ávila (226 875 ha)
Norte de la provincia de Ciego de Ávila. Abarca la mayor parte de la costa, zona marítima inmediata y cayos adyacentes. Incluye dos acuatorios naturales: las lagunas de La Leche (laguna costera tipo albufera única en el país) y La Redonda, además de los aguachales del sur de la Loma de Cunagua.
Flora: existen especies endémicas y en peligro de extinción, incluida la palmera Copernicia Fallaensis, endémica local con categoría conservacionista de rara. Presentes en el sitio 82 familias, 225 géneros, 344 especies y 48 plantas endémicas, 10 de las cuales aparecen reportadas en el catálogo de plantas cubanas amenazadas o extinguidas.
Fauna: 251 especies de vertebrados terrestres, de los cuales nueve son anfibios, siete de ellos endémicos; 28 reptiles, 21 de ellos endémicos, tres en peligro de extinción; 201 aves, de ellas 116 especies migratorias, 38 con poblaciones raras, 85 especies residentes (28 endémicas y 15 en peligro).
Mamíferos: 12 especies, de las cuales dos son endémicas.
Muchas especies de peces, crustáceos y quelonios se reproducen en áreas del humedal, aprovechando las condiciones favorables para su primera etapa de vida. Hay numerosos nidos de flamenco rosado en las colonias allí existentes. Además del flamenco rosado, habitan otras aves acuáticas como el pelícano y la corúa, y algunas especies que se consideran raras, pero que allí son abundantes, como marbella, cayama, yaguasa criolla, pato de Bahamas y grulla, que está en peligro de extinción.
Humedal Delta del Cauto (47 836 ha)
Sur oriental de Cuba, provincia de Granma. El más extenso y complejo sistema deltaico de Cuba y uno de los más importantes del Caribe. Complejo de estuarios, lagunas, marismas y pantanos, producto final del más grande sistema fluvial cubano (río Cauto) y segundo humedal más importante del país (segunda área de manglares y otros ecosistemas de humedal de Cuba).
Sus esteros, lagunas y zonas abiertas son paisajes de singular belleza. Su relativa inaccesibilidad y su difícil transitabilidad han hecho posible que esta área haya sido poco antropizada.
Predominan los manglares con un relevante grado de conservación. Se desarrollan poblaciones de hasta 30 m de altura consideradas por algunos especialistas como los más vigorosos y conservados del país.
Fauna: 143 especies, siendo las aves el grupo mejor representado, con 105 especies, distribuidas en 18 órdenes, 43 familias y 112 géneros, ocho especies de aves endémicas; dos especies de anfibios; 17 especies de reptiles, incluido el endémico local lagartija de birama, restringido a las márgenes del cauce interior del río Cauto. Otros reptiles de importancia para la conservación son la iguana, la jicotea y el cocodrilo americano. También habita allí el manatí, mamífero vulnerable.
Es uno de los mayores reservorios de aves acuáticas del país, entre las que resalta el flamenco rosado. También hay pelícanos y varias especies de garzas. Sustenta poblaciones de especies amenazadas residentes que encuentran refugio, alimento y sitios para nidificar como el catey, endémico y vulnerable; la yaguasa, endémica del Caribe y vulnerable americano, y la cotorra cubana, considerada cerca de la amenaza.
En la época precolombina, el Delta del Cauto fue escenario de asentamientos aborígenes.
Humedal Río Máximo-Cagüey (22 000 ha)
Ecosistema costero marino, sometido a un proceso de salinización, formado por numerosos cayuelos ubicados en zonas poco profundas en la desembocadura de los ríos Máximo y Cagüey, provincia de Camagüey. Entre las formaciones vegetales están el bosque siempreverde de manglar y el bosque siempreverde de ciénaga.
Mayor sitio de nidificación del flamenco rosado en la región de las Antillas y el Caribe. Refugio para muchas aves migratorias procedentes de Norte, Centro y Sudamérica. Sostiene una población de aves acuáticas por encima de los 20 000 individuos. Solamente de flamenco rosado se reportan hasta 100 000 individuos en el periodo de reproducción.
Es un Área de Importancia Internacional para la Conservación de las Aves (IBAs) y un Corredor Migratorio Internacional de Aves.
Se reporta allí la mayor población de cocodrilo de la costa norte cubana, y una significativa población de manatí, mamífero acuático vulnerable.
Además, nueve formaciones vegetales, incluidas 132 especies de plantas superiores (22 endémicas y dos distritales), y 36 especies de aves (13 de ellas endémicas, con dos géneros endémicos).
Buenavista (313 500 ha)
Situado en la región central de Cuba, norte de las provincias de Villa Clara (municipio de Caibarién) y de Sancti Spíritus (municipio de Yaguajay). La mayor parte del área es territorio protegido y sobresalen los parques nacionales Caguanes y Santa María-Los Caimanes.
El humedal contiene importantes valores florísticos, faunísticos, paisajísticos, arqueológicos, espeleológicos y culturales.
El alto grado de carsificación ha originado numerosas cuevas de origen freático, de formas horizontales, con abundantes dolinas, destacándose por la densidad de cuevas Cayo Caguanes, cuyo sistema cavernario, de 35 cuevas, alcanza más de 11 km de galerías en 114 ha de extensión, uno de los mayores índices de cavernamiento de Cuba.
En el área han sido identificadas 429 especies de fauna, 340 géneros y 170 familias; 267 especies de invertebrados y 162 de vertebrados. Se registran 81 especies y subespecies endémicas, de ellas 10 con distribución local y dos regional. Se reportan individuos aislados de manatí.
Están presentes 12 formaciones vegetales, con más de 263 especies inventariadas hasta la fecha, que representan a 145 géneros y 64 familias.
Los humedales del planeta son claves en nuestra lucha por detener la pérdida de biodiversidad. Más de 140 000 especies descritas (entre ellas, el 55% de todos los peces) dependen de los hábitats de agua dulce para su supervivencia. Las especies de agua dulce son importantes para los ecosistemas locales, proporcionan fuentes de alimentos e ingresos a los seres humanos y son clave para el control de las inundaciones y la erosión.
Pero las especies de los humedales se extinguen más rápidamente que las terrestres o marinas, y casi un tercio de toda la biodiversidad de agua dulce se enfrenta a la extinción debido a las especies invasoras, la contaminación, la pérdida de hábitat y la sobreexplotación.
Hay ejemplos positivos de que la protección, la gestión sostenible y la restauración de los humedales funcionan. La mejora de la gestión de los humedales aporta beneficios para la salud, la alimentación y la seguridad del agua, algo fundamental para la salud y el sustento de miles de millones de personas que dependen de sus servicios, según la Perspectiva Mundial sobre los Humedales (Pnuma, 2022).