Quiso el azar que con este pequeño cambio de año nuevo que nos llevará a vernos cada miércoles, nuestra entrega de esta semana coincidiera con el Día de la Ciencia Cubana.
Por tanto, lo primero son las felicitaciones a todos los científicos y trabajadores de la ciencia en Cuba.
Con la gran difusión de todo tipo de informaciones, sumado a una cultura meteorológica que siempre ha caracterizado a los cubanos, la meteorología hoy en día puede parecer una ciencia “sencilla” o incluso, que solo con conocimiento empírico se puede desandar por ella.
Pero sí, hay mucha ciencia detrás del “parte del tiempo”, aunque hoy en día aparentemente cualquiera puede hacerlo con la aplicación de su teléfono móvil o mirando mapas en la web. Y hay mucha más ciencia detrás de otras ramas de la meteorología, que van más allá de la “cara visible” que es el pronóstico meteorológico que consultamos diariamente.
La había desde aquel 12 de septiembre de 1875 en que el padre jesuita Benito Viñes emitió el primer aviso de un ciclón tropical de la historia, teniendo solo la lectura de instrumentos y la observación de la bóveda celeste. Así que imagine todo lo que se ha sumado en casi siglo y medio, gracias a los científicos que no han dejado de contribuir.
En el mundo actual, en el cual el enfoque multidisciplinario prima, son muchas las ciencias que tributan a la meteorología, desde aquellas tan evidentes como la física y la geografía que han contribuido al entendimiento (todavía incompleto) de muchos procesos meteorológicos, al punto de ir más allá de la perspectiva descriptiva a la predictiva. De ahí han nacido herramientas como los modelos de pronóstico, cuyas ecuaciones intentan simular esos procesos.
Cómo podrían resolverse esas ecuaciones tan complejas sino fuera por la combinación de las ciencias de la matemática y las ciencias de la computación, que nos ponen en la mano esas predicciones “tan fácilmente”. Súmele a esto todo el personal que desarrolla mejores fuentes de información, por ejemplo perfeccionando los satélites y radares meteorológicos en los que orgullosamente Cuba tiene su trayectoria, para cada vez “ver más” en la atmósfera y los océanos.
Ese mismo enfoque multidisciplinario es el que incluye a las ciencias meteorológicas (con todas las demás que le tributan) en proyectos de investigación y desarrollo de otras ramas claves para la economía. Y es que con todos los avances tecnológicos que tenemos hoy, seguimos dependiendo del comportamiento del tiempo y el clima actual y futuro.
Últimos, pero no menos importantes
Tan importante como todo ese andamiaje tecnológico y el conocimiento científico creado y acumulado, es contar con los datos meteorológicos de entrada, tomados en muchos casos por un técnico observador meteorológico, al que algunos no relacionen con el ámbito científico, pero sí es un eslabón clave, al igual que los que operan los radares meteorológicos. Más aún cuando por su dedicación, empíricamente han adquirido conocimiento más allá de su actividad diaria.
Conocí personalmente a algunos que, con esa categoría, les sobraba experiencia y conocimiento para estar dando cátedra a las nuevas generaciones, y por ello tenían el respeto y su voz, a pesar de no haber tenido ningún alma mater.