Washington, 26 abr (Prensa Latina) La ceguera política hace que la pandemia de la Covid-19 se extienda y agigante por todo el mundo cuando los ricos acaparan la existencia de vacunas y bloquean insumos para otras naciones.
Expertos médicos y medios de prensa alertan que nada hacen los países desarrollados con apagar el incendio en su territorio cuando este es más voraz y destructivo en otras naciones.
Cuanto más se extienda el virus, mayor será la posibilidad de que mute en algo aún más contagioso, mortal o resistente a las vacunas, alertó el fin de semana el diario The New York Times.
Los países de ingresos bajos y medios se enfrentan a una escasez desmesurada de vacunas contra el coronavirus que amenaza con poner en peligro los avances contra la pandemia.
Cientos de miles, sino millones, de personas seguirán enfermando y muriendo, incluso cuando la enfermedad retroceda en los países más ricos. Las economías más frágiles seguirán tambaleándose, y los logros conseguidos en otros lugares acabarán poniéndose en peligro.
Casi tan pronto como las vacunas entraron en los ensayos clínicos, los países ricos empezaron a acaparar dosis, asegurándose de que en lugar de beneficiar a las personas más vulnerables de todo el mundo, sus residentes fueran los primeros en la fila, sin un pensamiento de inmunización universal, señaló el rotativo neoyorquino.
Altos costos de adquisición de dosis y restricciones para el acceso a materias primas lastran hoy los esfuerzos mundiales orientados a enfrentar una pandemia que lo mismo afecta a ricos que a pobres.
Al verse excluidos de la adquisición de vacunas, esos mismos países también se han encontrado con que no pueden fabricarlas ellos mismos.
Eso ocurre cuando diversas agencias de la ONU se sumarán hoy a una campaña en las redes sociales con motivo de Semana Mundial de la Inmunización, que este año destaca la importancia de las vacunas frente a la Covid-19.
La pandemia revela todo lo que está en juego cuando se carece de la protección de las vacunas, destacó el secretario general de la ONU, António Guterres, en su cuenta oficial en Twitter.
No obstante es una realidad que empresas y los países están acaparando tanto las materias primas como los conocimientos técnicos, e impiden a las naciones más pobres suspender las patentes a pesar de los tratados internacionales que permiten tales medidas en casos de emergencia.
Los países más ricos representan el 16 por ciento de la población mundial, pero poseen el 53 por ciento de todas las dosis de coronavirus adquiridas, según el Centro Duke-Margolis de Política Sanitaria en Estados Unidos.
En la actualidad casi 60 naciones solicitaron a la Organización Mundial del Comercio que permita a los países anular temporalmente los derechos de propiedad intelectual de los medicamentos y vacunas relacionados con la Covid-19, pero hasta ahora no hay respuesta.
La Organización Mundial de la Salud creó un fondo común en el que las empresas y los países pueden compartir su tecnología y experiencia con los gobiernos que intentan ampliar la fabricación de vacunas, esfuerzo al que se suma Cuba con el estudio de cinco candidatos vacunales pese al bloqueo de Estados Unidos.
Por otra parte, en la India el fuego de la pandemia se extiende como muestra de que debe apagarse en todo el mundo.
Ese país contabilizó este lunes otros dos mil 812 muertos debido a la dolencia, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, la mayor cifra en 24 horas, según las estadísticas del Ministerio de Salud y Bienestar Familiar.
Son cifras aterradoras. La sombría situación en ese país debido a la pandemia muestra además a dos millones 813 mil 658 enfermos. La cuenta total de casos positivos asciende ahora a 17 millones 313 mil 163, incluidos 14 millones 304 mil 382 pacientes recuperados de la infección.
Esa nación asiática es apenas una muestra de lo que puede causar la pandemia si no hay una concertación mundial para enfrentar la crisis que amenaza con ampliarse cuando es conocido que salvo contados esfuerzos como el de Cuba, no se fabrican vacunas en África y que muy pocas se fabrican en América Latina.
Para que la llama de la pandemia no prosiga su avance se requiere más humanidad y solidaridad en el mundo, eliminar los bloqueos a las materias primas para la producción de vacunas e intercambiar tecnologías con todos sin primar estrechos raseros económicos.
Cuanto más se extienda el virus, mayor será la posibilidad de que mute en algo aún más contagioso, mortal o resistente a las vacunas, alertó el fin de semana el diario The New York Times.
Los países de ingresos bajos y medios se enfrentan a una escasez desmesurada de vacunas contra el coronavirus que amenaza con poner en peligro los avances contra la pandemia.
Cientos de miles, sino millones, de personas seguirán enfermando y muriendo, incluso cuando la enfermedad retroceda en los países más ricos. Las economías más frágiles seguirán tambaleándose, y los logros conseguidos en otros lugares acabarán poniéndose en peligro.
Casi tan pronto como las vacunas entraron en los ensayos clínicos, los países ricos empezaron a acaparar dosis, asegurándose de que en lugar de beneficiar a las personas más vulnerables de todo el mundo, sus residentes fueran los primeros en la fila, sin un pensamiento de inmunización universal, señaló el rotativo neoyorquino.
Altos costos de adquisición de dosis y restricciones para el acceso a materias primas lastran hoy los esfuerzos mundiales orientados a enfrentar una pandemia que lo mismo afecta a ricos que a pobres.
Al verse excluidos de la adquisición de vacunas, esos mismos países también se han encontrado con que no pueden fabricarlas ellos mismos.
Eso ocurre cuando diversas agencias de la ONU se sumarán hoy a una campaña en las redes sociales con motivo de Semana Mundial de la Inmunización, que este año destaca la importancia de las vacunas frente a la Covid-19.
La pandemia revela todo lo que está en juego cuando se carece de la protección de las vacunas, destacó el secretario general de la ONU, António Guterres, en su cuenta oficial en Twitter.
No obstante es una realidad que empresas y los países están acaparando tanto las materias primas como los conocimientos técnicos, e impiden a las naciones más pobres suspender las patentes a pesar de los tratados internacionales que permiten tales medidas en casos de emergencia.
Los países más ricos representan el 16 por ciento de la población mundial, pero poseen el 53 por ciento de todas las dosis de coronavirus adquiridas, según el Centro Duke-Margolis de Política Sanitaria en Estados Unidos.
En la actualidad casi 60 naciones solicitaron a la Organización Mundial del Comercio que permita a los países anular temporalmente los derechos de propiedad intelectual de los medicamentos y vacunas relacionados con la Covid-19, pero hasta ahora no hay respuesta.
La Organización Mundial de la Salud creó un fondo común en el que las empresas y los países pueden compartir su tecnología y experiencia con los gobiernos que intentan ampliar la fabricación de vacunas, esfuerzo al que se suma Cuba con el estudio de cinco candidatos vacunales pese al bloqueo de Estados Unidos.
Por otra parte, en la India el fuego de la pandemia se extiende como muestra de que debe apagarse en todo el mundo.
Ese país contabilizó este lunes otros dos mil 812 muertos debido a la dolencia, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, la mayor cifra en 24 horas, según las estadísticas del Ministerio de Salud y Bienestar Familiar.
Son cifras aterradoras. La sombría situación en ese país debido a la pandemia muestra además a dos millones 813 mil 658 enfermos. La cuenta total de casos positivos asciende ahora a 17 millones 313 mil 163, incluidos 14 millones 304 mil 382 pacientes recuperados de la infección.
Esa nación asiática es apenas una muestra de lo que puede causar la pandemia si no hay una concertación mundial para enfrentar la crisis que amenaza con ampliarse cuando es conocido que salvo contados esfuerzos como el de Cuba, no se fabrican vacunas en África y que muy pocas se fabrican en América Latina.
Para que la llama de la pandemia no prosiga su avance se requiere más humanidad y solidaridad en el mundo, eliminar los bloqueos a las materias primas para la producción de vacunas e intercambiar tecnologías con todos sin primar estrechos raseros económicos.