La promoción de la inclusión, la tolerancia y el entendimiento mutuo convocan hoy a celebrar el Día Mundial de Lucha contra la Islamofobia, establecido por Naciones Unidas para contrarrestar los mitos e ideas erróneas al respecto.
La fecha internacional, celebrada por primera vez en 2021, fue promovida por los 60 miembros de la Organización de Cooperación Islámica dentro de la Asamblea General de la ONU.
La resolución aprobada para la jornada reconoce que el terrorismo y el extremismo violento no pueden ni deben asociarse a ninguna religión, nacionalidad, civilización o grupo étnico.
Por el contrario, la Asamblea General pidió un diálogo mundial para la promoción de una cultura de tolerancia y paz, basada en el respeto de los derechos humanos y de la diversidad de religiones y creencias.
A juicio del secretario general de la ONU, António Guterres, la intolerancia antimusulmana forma parte de una tendencia más amplia de resurgimiento del etnonacionalismo, el neonazismo, la estigmatización y el discurso de odio contra poblaciones vulnerables, como musulmanes, judíos y algunas comunidades cristianas minoritarias, entre otras.
En esa misma línea, un reciente informe del relator especial de la ONU sobre la libertad de religión o de creencias, considera que la sospecha, la discriminación y el odio descarado hacia los musulmanes alcanzan niveles alarmantes.
“Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y otros espantosos actos de terrorismo supuestamente perpetrados en nombre del Islam, la desconfianza institucionalizada contra los musulmanes y quienes son percibidos como tales ha crecido hasta alcanzar las proporciones de una epidemia”, reconoce al respecto el organismo.
Varios estados y organismos regionales e internacionales han respondido a los peligros en materia de seguridad adoptando medidas que afectan de forma desproporcionada a los musulmanes y los definen como de alto riesgo y susceptibles de radicalización.
Según la ONU, las difundidas representaciones negativas del Islam, y los estereotipos negativos y nocivos que presentan sus creencias y cultura como amenaza han servido para perpetuar, validar y normalizar la discriminación, la hostilidad y la violencia contra personas y comunidades.
Como consecuencia, los musulmanes sufren a menudo discriminación en el acceso a bienes y servicios, en la búsqueda de empleo y en la educación, sobre todo en las naciones donde son minoría.
En algunos estados se les niega la ciudadanía o la condición de inmigrantes legales debido a la percepción xenófoba de que representan amenazas para la seguridad nacional y el terrorismo mientras que las mujeres musulmanas son objeto de delitos de odio de forma desproporcionada.