invasión mercenaria a Playa Girón

La invasión mercenaria a Playa Girón hace hoy 64 años está inscrita en la historia como la primera gran derrota del imperialismo estadounidense en América Latina y mostró el respaldo de los cubanos a la naciente Revolución.

Pasajes para no olvidar de la Victoria de Playa Girón

El 19 de abril de 1961, menos de 70 horas después del inicio del ataque mercenario a Cuba, orquestado por Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), los cubanos -sin grandes armamentos y diezmada su aviación de guerra por los bombardeos del día 15- vencieron.

Los mercenarios que habían invadido el país caribeño por la Ciénaga de Zapata, en la occidental provincia de Matanzas fueron derrotados por las fuerzas del Ejército Rebelde, la Policía Nacional Revolucionaria y las milicias populares. Según investigaciones históricas, la agresión formaba parte de la Operación Pluto, de la CIA, que con el empleo de exmilitares batistianos y otros simpatizantes de la dictadura derrocada en enero de 1959, pretendía crear condiciones para una intervención norteamericana.

Washington aspiraba, por la fuerza, a regresar a Cuba al estado de cosas anterior al triunfo de la Revolución, que había tomado medidas radicales como la entrega de la tierra a los campesinos, mediante la Reforma Agraria.

Con la victoria en Playa Girón, fracasaba la operación que había sido heredada por el presidente John F. Kennedy de la administración de Dwight Eisenhower y ocurría la primera gran derrota militar del imperialismo norteño en América Latina.

En opinión del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, los sucesos en Girón “marcaron el día en que los planes trazados por los sesudos generales del Pentágono, por las lumbreras de la Agencia Central de Inteligencia, se vinieron abajo».

Previo a la agresión, el 15 de abril de 1961, fueron atacados sorpresivamente tres aeropuertos cubanos: Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, por ocho aviones bombarderos B-26, rotulados con las insignias de la fuerza aérea nacional, que despegaron desde el aeródromo nicaragüense de Puerto Cabezas.

La misión tenía como objetivo generar confusión, mientras intentaban destruir en tierra la maltrecha aviación de combate, acción frustrada por la oportuna orden de Fidel Castro de desconcentrar la técnica.

Este hecho de sangre, que también se inscribe en la historia del terrorismo de Estado contra la mayor de las Antillas, dejó como saldo siete muertos y más de 50 heridos.

Un día después, en el sepelio de los caídos en defensa de la nación; Fidel Castro, frente a un pueblo congregado en la céntrica esquina de 23 y 12, en la capitalina barriada de El Vedado, proclamó ante el mundo el carácter socialista de la naciente Revolución cubana.