Las personas que padecen de callos en los pies, ya sean en los dedos o la planta, sufren con frecuencia dolor y molestias, sobre todo si tropiezan con alguna piedra por pequeña que sea. Se les ve transitar con dificultad y muchos de ellos cojean.
Los callos son una reacción de la piel al roce continuo que aparece con la intención de protegerse de esta agresión externa. “La capa córnea (la más superficial de la piel) aumenta y la piel se hace más fuerte y gruesa”, explica Javier Pedraz, médico del Hospital San Carlos, de Madrid.
Para prevenir su aparición -dice-, lo mejor es utilizar un calzado adecuado, dependiendo de la actividad de cada persona. Jorge Barnés Andreu, Presidente del Colegio de Podólogos de Andalucía, recomienda también una buena higiene general y, por supuesto, de los pies.
Si nada de esto funciona y el callo aparece, hay que pasar a la acción y aplicar el tratamiento adecuado. El también presidente del Colegio de Podólogos de Andalucía explica que “lo primero que hay que hacer es determinar la causa. Para ello, hay que profundizar en los hábitos de vida, el calzado y el estado general y global del paciente”.
Las alteraciones biomecánicas de la pisada son fundamentales en el estudio de la causa, ya que “un deficiente o alterado apoyo plantar puede ser el origen”. En estos casos, actuar sobre el problema de apoyo sería la solución. Si la causa del problema es un calzado que no se ajusta adecuadamente, hay que cambiar a otros zapatos más apropiados.
Hay diversos tratamientos para los callos, siendo una de ellas la deslaminación de la misma por parte de un podólogo. “Este tratamiento se asocia con soportes plantares hechos a la medida de cada pie. Con esto se compensan corrigen y palian las causas que los generan”, explica Barnés.
“Hay procesos que requieren tratamiento quirúrgico y que puede abarcar, tanto la cirugía tradicional, como la mínimamente invasiva, con excelentes resultados y bajo riesgo para el paciente”, añade el experto.
La piedra pómez: “sirve para eliminar la capa cornea superficial y aliviar el dolor y la molestia momentánea”, señala el podólogo. Sin embargo, insiste en que es fundamental actuar sobre la causa que produce los callos.
Los cosméticos pueden ayudar a hidratar y a controlar la alteraciones tróficas de la piel, “pero fundamentalmente actúan como coadyuvante al tratamiento que controla la etiología”, subraya Barnés.
Los cosméticos y cremas más usados, según indica son: La urea: formulada entre el 5 y el 40 por ciento, en función de los casos; el ácido glicólico, el ácido salicílico y la vaselina salicílica.
Barnés pone de relieve que los diabéticos tienen que tener un especial cuidado, ya que tienen el riesgo de sufrir una amputación. En estos pacientes está totalmente prohibido el uso que queratolíticos sin previo consentimiento de su podólogo o dermatólogo.
Para evitar la causa que lo provoca, Pedraz cuenta que “hay tiritas o parches para evitar que la piel roce en determinada zona”.
Otras medidas son evitar el calzado demasiado estrecho, emplear la vaselina e hidratar bien el pie.
En Cuba los pacientes que sufren de esa dolencia cuentan con una consulta de podología en los policlínicos a la que llegan de manera fácil a través de los médicos de las familias que radican cerca de sus domicilios.