El Tocororo es el Ave Nacional de Cuba por dos motivos: su espléndido plumaje de vivos colores y por su resistencia al cautiverio. Es considerado el ave más bella del país ya que parte de su plumaje en verde recuerda los campos cubanos; su pecho de plumas blancas, su vientre de plumaje rojo y las plumas azules de su cabeza reproducen los colores de la bandera nacional.
La mayor riqueza que tiene un ave es, sin dudas su libertad; el ofrece a todos el espectáculo de su vuelo y plumaje acompañados de su canto. No existe algo más reconfortante que escucharlos en la mañana interpretar las más hermosas melodías, inéditas e inimitables.
Actualmente proliferan grupos de personas, sin distinción de edades, que se dedican a cazarlos para que vivan en cautiverio; los meten en pequeñas jaulas para toda su vida. Algunos no lo hacen para disfrutar de su compañía, sino para comercializarlos por lo que los convierten en un próspero negocio devenido abuso.
Los privan de deleitar a los humanos con su canto mientras observan todo el mundo que los rodea desde lo más alto de los árboles; se sabe que el propósito de las aves es volar y estar con otros de su misma especie en un hábitat natural,-afirman los especialistas-.
El confinamiento causa en estos animales un temperamento caprichoso y variaciones en su estado de ánimo. También pueden ser malévolos y muy destructivos. A veces mascan alfombrados, y cables eléctricos y telefónicos, y prácticamente cualquier otro material en el hogar. Pero no es su culpa el hecho de que no sean buenos compañeros en la casa.
Ningún ave nació para vivir enjaulada. En su estado salvaje estos hermosos seres nunca se encuentran solos, y aunque estuvieran separados por un breve momento, llaman desesperadamente a sus compañeros de grupo. Se orientan en bandadas, vuelan y juegan juntos, y comparten tareas de incubación.
Las aves que fueron criadas por el ser humano o las capturadas en su ámbito salvaje en general se vuelven neuróticas, arrancándose sus propias plumas o auto-mutilándose inclusive, a veces, hasta la muerte.
Muchas especies de aves se aparean de por vida y comparten tareas en el cuidado de sus hijos. Algunos no aceptan una segunda pareja cuando pierden la primera.
Cuando son criadas algunas se arrancan naturalmente sus plumas para preparar su nido y su lugar para empollar, pero cuando los humanos interfieren con este comportamiento natural y rompen sus ciclos biológicos e instintivos aprisionándolos, este acto de quitado de plumas se transforma en una compulsión destructiva.
Según los expertos en su comportamiento, el estrés es una experiencia diaria para aves en cautiverio. Las criadas por los hombres ansían cariño y compañía, y algunas veces no les gusta perder sus compañeros humanos de vista. No entienden el hecho de la separación temporales como por ejemplo en el momento de irse al trabajo, o peor, en vacaciones. Las aves sufren y hasta pueden morir de un corazón roto.
Las aves que son importadas de un ámbito salvaje en general se asustan o alarman fácilmente. Una persona mordida por un ave puede no querer acercarse a ella nunca más, condenándola a vivir encerrada en su jaula por el resto de sus días.
Estas constituyen regalos de la naturaleza, riquezas naturales para el disfrute espiritual de las personas por lo que a todos corresponde cuidar y proteger y definitivamente decir no al cautiverio.